Image: El mundo chino

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Ensayo

El mundo chino

Jacques Gernet

5 mayo, 2005 02:00

Traducción de Dolors Folch. Crítica. Barcelona, 2005. 720 págs, 48’50 euros

China ha sido durante milenios la civilización por excelencia en toda la parte oriental del continente euroasiático. Humillada por Occidente y Japón en la época contemporánea, intentó ponerse al frente de los países pobres en la Guerra Fría y mostrarles la vía de la emancipación.

Sin embargo, como escribe el autor en la nota final del libro, "la utopía maoísta condujo a unos fracasos dramáticos... Al terminar el periodo maoísta, China ha emprendido una auténtica reconversión apelando a técnicas y capitales extranjeros, y descartando la mayor parte de las coacciones heredadas de la tradición comunista". Con 600 páginas de texto y más de cien de índices, biblio-
grafía y cronología, El mundo chino, publicado por primera vez en francés en 1972 y reeditado ahora por Crítica, es una fuente imprescindible para adentrarse en una civilización que conoció el libro seis siglos antes de Gutenberg y cuya agricultura superó a la europea hasta el siglo XVIII.

Como casi todos los sabios, Gernet, posiblemente el primer sinólogo de Francia, es muy modesto cuando presenta su obra magna como una simple contribución "a que China sea mejor conocida en España y en los países de lengua española, y a fomentar quizá algunas vocaciones". Desde que defendió su tesis doctoral en 1956 sobre los aspectos económicos del budismo en la sociedad china del siglo V al X no ha dejado de investigar y de formar a investigadores en una civilización que le atrapó y apasionó desde muy joven porque, según sus propias palabras, "posee dos particularidades que no comparte ninguna otra: es la única que ha dejado una masa prodigiosa de testimonios continuos de su evolución […] y la única también que en todos los campos se ha desarrollado tanto tiempo de forma independiente a nuestro Occidente". Cualquier intento de comparar la obra de Gernet con los libros sobre China que están proliferando en los últimos años (Los nuevos dirigentes de China, de Nathan y Gilley o China, de G. Higueras) es un esfuerzo inútil. La de Gernet es una obra de consulta académica. No se puede leer de un tirón y, al tiempo, es de lectura obligada para quien aspire a conocer las raíces y la evolución de lo que hoy llamamos China. Tiene mucho de enciclopedia, pero su densidad y complejidad están bien compensadas con una estructura clara.

Cada uno de los 32 capítulos, repartidos en 11 libros o partes, recoge la historia, la política, la religión, la economía, la literatura, el arte, la sociedad y la tecnología en un periodo determinado. Desde las dos primeras dinastías de la edad de bronce, los Xia y los Shang, Gernet nos lleva a los reinos de los siglos XI a VII a. de C., al despertar confuciano, al imperio conquistador de los Qin y los Han, al fervor budista, a los tiempos modernos (con la aparición de las armas de fuego), a las conquistas y al declive del imperio mongol, a la restauración Ming, al sistema manchú y a las grandes insurrecciones del XIX que rompen, debilitan y convierten a China en presa y campo de batalla de las grandes potencias occidentales y de Japón. Sublevaciones, descubrimientos, imperios,guerras,uniones y conquistas se suceden con una cadencia regular y previsible. En casi todo China va por delante de Occidente. Su Edad Media y su Renacimiento se anticipan a los nuestros en siglos.

Gernet escribe El mundo chino al final de veinte años como director del departamento de China en la Sorbona, del 56 al 75. Es, por lo tanto, la síntesis de miles de obras parciales, la destilación de muchos trabajos en los que colaboraron docenas de discípulos. Durante los veinte años siguientes, como profesor de Historia social e intelectual de China en el Colegio de Francia, Gernet continuó su obra magna con Chine et christianisme (1982), Tan Zhen (1991) y L"intelligence de la Chine (1994). Su catálogo de manuscritos chinos, en colaboración con Wu Chi-yö, de 1970, sigue siendo una fuente inagotable de tesis doctorales.

El mundo chino es un manantial de lecciones importantes. Destaco, entre todas, el enriquecimiento incesante que proporcionan los contactos con los extraños, la riqueza y la fecundidad que aportan otras civilizaciones, y la revolución regeneradora que provoca la entrada de religiones nuevas, como sucedió con el budismo desde finales del siglo IV hasta finales del siglo VIII de nuestra era.