Corina Oproae. Foto: Iván Giménez

Corina Oproae. Foto: Iván Giménez

Letras

'Cómo enterrar al padre en un poema', de Corina Oproae: jardines imaginarios donde se pasean sapos de verdad

En el nuevo poemario de la escritora rumana, testimonio de la brecha abierta entre deseo y realidad, se advierte un mar de fondo de angustia existencial.

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Conocida como poeta y traductora al catalán y el castellano de los grandes nombres de la poesía rumana moderna –suya es la modélica antología La poesía del siglo XX en Rumanía (2022)–, Corina Oproae (Fagaras, Rumanía, 1973) obtuvo hace un año el Premio Tusquets de novela con su primera incursión en la narrativa, La casa limón.

Cómo enterrar al padre en un poema

Corina Oproae

Tusquets, 2025
96 páginas. 17 €

Ahora vuelve a la poesía con este Cómo enterrar al padre en un poema, conjunto de quince poemas más o menos extensos que configuran un libro fuertemente unitario, que invita a ser leído como un único texto dividido en partes o capítulos. Contribuyen a esta impresión los títulos de los poemas, todos ellos variaciones con aire cortazariano del que aparece estampado en la cubierta del libro: "Cómo echar raíces en otoño", "Cómo acceder a la realidad", "Cómo hacer volar un petirrojo", etc.

Hay en todos estos poemas un mismo fraseo, un decir tentativo que procede por insistencia y acumulación, que da pequeños rodeos y se sirve de las elipsis, los espacios en blanco y la falta de puntuación para perfilar el espacio intermedio entre la escritura y la realidad, lo imaginado y lo vivido, o, como diría Eliot, la potencia y el acto.

Son muchos los motivos que se reiteran o saltan de una página a otra: el bosque y el jardín, la nieve y los pájaros –sobre todo cuervos y cornejas–, la montaña, la casa en penumbra donde una mujer se despierta antes de tiempo o apacienta su insomnio… Estamos ante un libro profundamente reflexivo, que combina la preocupación metapoética con acentos expresionistas en los que se advierte un mar de fondo de angustia existencial que en ocasiones –como en el poema que da título al libro– se vuelve asfixiante.

Oproae se sirve de un amplio elenco de mujeres creadoras –Laurie Anderson, Chiharu Shiota, Clarice Lispector, Sylvia Plath o Ana Blandiana, a quien ha traducido con maestría al catalán– como hitos capaces de orientarla en cada nueva incursión. Pues cada poema es el testimonio de la brecha abierta entre deseo y realidad, imaginación y palabra, que es como decir del viaje a que estamos abocados cada vez que intentamos decir algo sobre el mundo y nuestro lugar en él.

Oproae juega con la ambigüedad y la paradoja ("y tus manos siempre manchadas de esa tierra / que jamás arrojaste / sobre el rostro invisible del padre") para construir jardines imaginarios donde se pasean sapos de verdad.

Así en "Cómo volver a dormirse a las cuatro de la madrugada", donde nuestra protagonista sale a un espacio que solo existe en su mente, en su conciencia deseosa de respuestas: "te preguntas quién eres // una mujer confusa / en un lugar más real que estos ojos / que contemplan algo / que tal vez no exista // una mujer insomne / que se hunde en su deseo / de volverse piedra […]".

El leitmotiv del insomnio da paso a una ensoñación pegajosa que diluye las fronteras entre lo real y lo imaginado, o, para ser más exactos: que dibuja un dominio donde percepción, reflexión e intuición se funden sin remedio. Que es el lugar de la poesía.

Estos poemas suelen moverse de arriba abajo, a lo largo de un eje vertical que nos sitúa a la altura de las estrellas para luego lanzarnos de bruces contra la tierra. El asunto, como se dice en cierto momento, es "encontrar el punto de intersección / entre el poema más alto y el poema más bajo".

El resultado es una escritura lúcida, feroz, vigilante, que combina el malestar existencial con una intensa voluntad de autoconocimiento. Si el viaje parece alguna vez circular, reiterativo, es porque no tiene fin. Y así pasamos la vida.

Está nevando y anochece
y sientes
el lado derecho del cuerpo
dormido inexistente
un ala entumecida de pájaro
que otea oblicua el día
oscuro como una noche en el bosque
lo sucedido permanece intacto
en un pliegue de tu cerebro
una certeza punzante como un tallo verde
erguidos en la nieve […]

comprendes
que el dolor es el centro
que te sostiene […]

("Cómo escribir un poema en Navidad")