Francisco Umbral retratado por Asia Martin. Foto: Fundación Francisco Umbral

Francisco Umbral retratado por Asia Martin. Foto: Fundación Francisco Umbral

Letras

Francisco Umbral en privado: ven la luz más de doscientos artículos desconocidos

La editorial Renacimiento rescata buena parte de los textos publicados en la revista de medicina 'Jano' entre 1971 y 2006. Reproducimos algunos de los fragmentos más reveladores.

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Cuando pensamos en Francisco Umbral (1932-2007), la primera imagen que nos asalta es la del hombre adusto con su bufanda, su abrigo de Pierre Cardin y sus gafas de pasta. Su semblante cínico, algo desafiante. El Umbral que se nos revela en los dos libros editados por Renacimiento, cuyo lanzamiento está previsto para el 6 de octubre, es muy distinto al personaje que, por cierto, él mismo se encargó de dar forma.

"Se reservó el papel de ogro para defenderse de las muchas cornadas que le dio la vida", apuntaba el periodista José Besteiro en la biografía que dedicó al autor, Francisco Umbral. Manual de instrucciones, publicada en 2024 en la misma editorial.

Los textos que integran Yo, Umbral y El corazón y la luna fueron escritos entre 1971 y 2006 y son una destilación de su lado más cómplice y humano –el más vulnerable, por tanto–, aunque no faltan las dosis de cinismo y retranca propias del escritor estrella de la prensa española en el último cuarto del siglo XX. Enfangado en el columnismo sobre la actualidad política y la socialité de la época, reservó su intimidad para los artículos de Jano, medicina y humanidades, una revista que no se vendía al público, sino que estaba destinada a los suscriptores: médicos y personal sanitario.

Actualmente solo se encuentra disponible (y faltan muchos números) en la Biblioteca del Colegio de Médicos, en Madrid, y en la Hemeroteca Municipal. Además, los artículos reunidos en Mis paraísos artificiales (1976) –publicados antes en Jano– no han sido integrados en estos volúmenes, por lo que estamos ante un Umbral desconocido para el gran público e inédito en libro.

Bénédicte de Buron-Brun, especialista en la obra del escritor, explica los pormenores del rescate en la nota preliminar de Yo, Umbral, de cuya edición es responsable. En estos artículos no elude cuestiones políticas, sobre las que aplica su particular mirada sarcástica, pero también escribe al supermercado, a las bicicletas, a un billete de metro, a su gata Loewe, a las urracas y hasta a la propina, que "ha sobrevivido a todos los cambios y revoluciones" y "tiene un sentido patriarcalista, protector, hipócrita, burgués".

Su relación con el ámbito doméstico –la ducha, la despensa, el café, los visillos...– cobra especial trascendencia en estos artículos siempre analíticos, hondos, certeros.

Al cierre del volumen encontramos Estoy oyendo crecer a mi hijo, el texto fundacional de Mortal y rosa (1975), libro que comenzó a escribir cuando aún no conocía el diagnóstico de Pincho, su hijo, que moriría de leucemia a los seis años. Aunque en 1995 fue incluido en una edición de la obra a cargo del crítico Miguel García-Posada, vio la luz por vez primera en Jano en 1971.

El título de este artículo con trazas de cuento, en el que comparece el Umbral más tierno, completamente embelesado con su retoño, iba a dar nombre a su obra maestra, pero la desgracia precipitó que finalmente se decantara por los últimos versos, los más oscuros, de La voz a ti debida, de Pedro Salinas.

El escritor y reumatólogo Álex Prada se ocupa de la edición de El corazón y la luna, que contiene textos aledaños a la medicina –referencias su temperamento hipocondriaco y otras afecciones–, pero siempre encarados desde la óptica literaria.

Afloran temas como el paso del tiempo con la muerte al fondo y, en consecuencia, los vínculos familiares, así como el recuerdo nostálgico de sus viejos amigos: Delibes, Cela, Alberti, su maestro Paco Cossío... Se incluyen, a propósito, decenas de semblanzas jugosas sobre escritores, actores y cineastas. Sin embargo, el retrato más fiel es el que el autor hace de sí mismo.

A continuación reproducimos algunos de los fragmentos más reveladores de esta edición, que constituye un acontecimiento literario de primer orden.

Embrión de 'Mortal y rosa'

"Estoy oyendo crecer a mi hijo y quisiera para él un mundo mejor, más justo, más libre. Cuando yo me haya muerto entre esos dos retratos verdes y amarillos, cuando ellos den ya toda la amargura de mi vida ida, quisiera que los hombres, hijo, hubiesen dejado de matar niños, que los niños hubiesen dejado de pensar en matar hombres el día de mañana, que hubiera en el mundo más justicia y más libertad. Decía Camus, hijo, que entre su madre y la justicia, se quedaba con su madre. Decía Madariaga que un día dejó de creer en la justicia para creer en la libertad. Está muy malparada la justicia, hijo, no tiene buena prensa entre nosotros, y entre la justicia y tú, yo no tengo que elegir, porque si digo justicia estoy diciendo justicia para ti (para ti también) y si digo que mi hijo, estoy diciendo un hombre justo para el día de mañana. En fin".

Francisco Umbral y su hijo Pincho retratados por María España. Foto: Fundación Francisco Umbral

Francisco Umbral y su hijo Pincho retratados por María España. Foto: Fundación Francisco Umbral

[...] "Estoy aquí, oyendo crecer a mi hijo, que se asoma tras los cristales helados de la noche a mirar el parpadeo rojo de la moradita luz y luego se va a meter en la cama y vamos a tener un diálogo de ardillas que leen libros y ciempiés que hablan por teléfono, hasta que él se duerma". (1971)

Guerra

"Habitamos uno de los pocos planetas aplacientes de nuestra galaxia, pero lo hemos tornado mortífero. Cuando madura la civilización del ocio, cuando se cultiva la civilización del desperdicio, cuando la vida tiende a ser un largo fin de semana, un paraíso de couché y aire acondicionado, el descenso lento y sombrío de los paracaídas viene a recordarnos que somos de condición guerrera, que la criatura humana no está madura para la paz, que la especie vive aún en su Edad de Piedra espiritual". (1972)

Ellas, las columnistas

"La primera que se metió en el lío me parece que fue Rosa Montero, como una Mafalda de Cuatro Caminos, padre banderillero y actriz con los Goliardos. Tenía un mejari rojo para hacer reportajes, fumaba porros, se pintaba estrellitas y hablaba como Forges".

[...] Carmen Rigalt, que venía de la Universidad de Navarra, siendo medio roja, empezó en Madrid escribiendo ya en la tercera de Pueblo, con Manuel Alcántara, Cándido y otros consagrados. Carmen ha ido a más, ya no usa frases hechas ni latiguillos de su madre, hace muy bien la columna social y aún mejor la columna intimista, llena de melancolías femeninas nada cursis, porque son verdad, ollas exprés, calcetines derramados de los hijos y señores compactos de los que se enamora por la tele. Carmen tiene ojos, voz, manos. Es una catalana fina, egoísta, remolona y lúcida.

[...] "Las mujeres son criaturas muy narrativas y por eso el mejor columnismo lo hacen hoy unas cuantas chicas que saben contar, cantar y encantar". (1994)

David Bowie

"Ocurre que el planeta ha dejado de estar cuadriculado, como en los colegios, y que nuestra generación ya ha pasado por casi todo, sin posar en nada, y, ahora que asistimos al final de los fines (posmodernidad), sólo el arte ambiguo, la literatura ambigua, los seres ambiguos, nos abren una perspectiva crepuscular y menta.

Algo que no tratamos de asumir ni de reducir a unidad o síntesis, como en la juventud fanática, sino de vivir en toda su amplitud y vaguedad. Los retóricos, a esto, a lo mejor lo llaman decadencia. Pero uno se permite ya, a estas edades, las vacaciones de ser un poco decadente. Por más que David Bowie no parece una terminal, sino un punto de partida hacia una humanidad menos predeterminada y más imaginativa". (1987)

Whisky

"Utilizo el whisky como herramienta de urgencia y en último extremo, cuando la maquinita de acuñar moneda, la modesta Olivetti manual y fenicia, se niega a parir una idea. Lo que ya entiendo menos es el alcohol como placer, huida o rubricación del alma. El whisky sólo sirve para poner más triste al que ya estaba triste, y para poner más alegre, inmoderadamente alegre, al que ya estaba alegre. Todas las drogas, y el whisky es droga dura, observan la misma tendencia". (1991)

Vida de pueblo

"Lo cosmopolita, ahora, es hacer vida de pueblo. Las grandes ciudades se llenan de oficinas y asesinos, de multinacionales y japoneses, y entonces el que puede se viene al campo a hacer vida de pueblo. El que puede y el que no puede, porque una casa por aquí cuesta menos que en el centro de Madrid, y en cambio tiene mucho más cielo, porque la altura de las edificaciones está limitada a dos o tres plantas, aunque casi todas las casas y chalets se quedan en una".

[...] "Al campo se va a pensar uno en sus cosas o a no pensar en nada, que es para lo que estamos hechos. Lo de pensar es un proceso vicioso que nos mata. Una adicción, una droga. Mejor que pensar, en el campo, es hablar solo a media voz, dejar que se exprese en retazos, distraídamente, entre el lirismo y la blasfemia, ese otro yo que siempre se viene con nosotros, y del que sólo nos sentimos el impermeable que le cubre, por si llueve, que nunca se sabe". (1989)

Socialismo

"Se dice desde la extrema izquierda que el socialismo siempre pacta con el capital, llegado el caso, pero lo cierto es que también ha pactado muchas veces con el comunismo, porque el socialismo es, en rigor, la tierra de los pactos, y ahí está su debilidad y su fuerza, su gracia y su ventaja, su desgracia y su desventaja. Así en principio, ¿quién que es no es socialista?". (1976)

Vejez

Francisco Umbral en 1995. Foto: Fundación Francisco Umbral

Francisco Umbral en 1995. Foto: Fundación Francisco Umbral

"A la juventud le espanta eso de envejecer, que no va con ella, pero con la edad se aprende que el envejecimiento es un confort, una instalación en la vida, un «ahí me las den todas». El hombre de sesenta, rico o pobre, sabe que ha vivido, confiesa que ha vivido y, a poco nerudiano que sea uno, la vida consiste en versos, políticas, amantes, alcoholes apollinerianos y algunos minicines". (1995)

"Aprendamos despacio que envejecer es bello, aprendamos despacio que morir no es un rayo, que morir es oficio como vivir y amar, oficio de vivir, oficio de septiembre, oficio de morir, largo oficio del hombre. Seamos los artesanos de nuestra vejez larga, seamos los viejos gremios que trabajan el tiempo, que barroquizan lentos la luz de cada día, que tejen con su lino nuestra inmortal mortaja, porque sabemos siempre que muriendo felices seremos recordados por todos los vecinos y vendrán de otros barrios a pegarnos un beso y vendrán de otros barrios con grandes padrenuestros". (1995)

Toros

"Admiro el rito, la liturgia, el color, el minué de sangre, pero me repugna que haya una víctima inocente llenando de rojo el crepúsculo, con su muerte. Yo soy el espontáneo que se tiraría al ruedo para darle un beso al toro". (1995)

"Los toros tienen de bueno lo que tienen de democracia natural, de votación espontánea mediante el voto ardiente del clavel, la bota de vino, el sombrero, todos los objetos arrojados al ruedo, o los pañuelos agitados en el aire. Los toros tienen de malo lo otro.

Lo otro es la sangre, la violencia, el asesinato ritual y venial de una bella bestia. Dicen los eruditos que no hay fiesta porque hay toros bravos, sino a la inversa: hay toros bravos porque se les cría, porque se les torea. La función hace al órgano, el nombre hace a la cosa, la fiesta hace al toro. Bien, pero esto no explica nada, porque también podríamos engordar niños para luego comérnoslos o madurar ancianitas para luego asesinarlas y robarles las alhajas". (1972)

Periodismo

"Uno se quedaría muy a gusto entre los primeros colores del otoño, que más bien son descolores, como entre una orquesta de solistas, escuchando el sonido/color de cada uno, pero hay que volver a las zanjas del periodismo para seguir luchando por una época, la nuestra, que, mala o buena, pasará inútilmente sobre nosotros, y la habremos perdido o nos habrá olvidado". (1988)

Hospitales

"El hospital es un hotel aséptico para enfermos que no están vivos ni muertos. Recuerdo con temor y temblor, pero con gratitud, mis hospitales y sus mentores, como los Abarca padre e hijo. El doctor Pinto me obligaba a escribir un poco todos los días y me acompañó en mis primeras salidas. Ahora creo que trabaja también, como gran cirujano, en el «Gregorio Marañón». Yo sólo estuve una vez en el «Marañón» a ver a Camilo José Cela cuando le pusieron un corazón artificial. A la puerta me esperaban periodistas, pero yo estaba llorando y tuve que escaparme por otro lado. A Camilo José recuerdo que le di un beso en la frente". (2004)

Un corazón triste

"Por las mañanas, el corazón lo tengo débil e inseguro. En cuanto me levanto y empiezo a funcionar, el corazón se pone su coraza de guerrero, de centurión romano, recupera el ritmo, la fuerza y la costumbre. Ya está en marcha la máquina de hacer artículos, la modesta maquinita de acuñar alguna calderilla. Después del almuerzo, si duermo la siesta, me levanto con el corazón triste, desganado. Tengo un corazón que no cree en mí ni avala mis sentimientos. Durante la hora de sueño de la siesta, el corazón ha conspirado con alguien para llegar a la conclusión de que soy un gilipollas, y decírmelo sin decirlo: calladamente". (1989)

Estrella mediática

"Uno empieza a pensar que habría que negarse también a las entrevistas que versan sobre nosotros, porque luego resulta que no versan nada, sino que explican el espesor de nuestras gafas, el color de nuestra bufanda y la hermosa profundidad de nuestra voz, pero estropean nuestros mejores párrafos, nos colocan su propia e infecta sintaxis, que de ninguna manera es la nuestra, nos hacen decir «a nivel de» y «superimportantísimo», castran nuestras ideas o las dejan en frases, y nuestras frases las dejan en vulgaridades y obviedades. Una entrevista de ésas con magnetófono puede acabar con la gloria de un Premio Nobel. [...]. Si los entrevistadores quieren conocer mis libros, que los lean, y si el público quiere leerlos, que los compre.

Y lo dejo aquí porque ya están llamando de una radio". (1989)

Amigo Alberti

"Cuando empiezo a escribir estas líneas acabamos de enterrar a Alberti, que va a ser, con Lorca y Franco, la trilogía mítica de la España moderna. Dos poetas y un asesino. La trilogía está descompensada, pero pienso que Franco sería el Padre, Lorca el hijo sacrificado y Alberti el Espíritu Santo, la paloma que se equivocaba". (2000)

Ecología

"Cuando hemos echado abajo árboles como imperios, montañas como dinastías, ríos como viajes maravillosos, cuando ya casi nada tiene remedio, empezamos a hablar de ecología. Demasiado tarde. Ahora tenemos una palabra, la palabra ‘ecología’, y le damos muchas vueltas, pero la verdad es que la ecología está hecha una pena".

[...] "Hubo un tiempo en que el hombre estaba más de acuerdo con la naturaleza, más en armonía con las bestias, y entonces vivíamos una ecología feliz aunque no conociésemos la palabra «ecología»". (1972)

Amor

"El amor, si alguna vez pasó por mi vida, que lo dudo, no era nada de eso. Era amor. Y digo que lo dudo, no porque alguna señora no me haya querido –no tantas como se dice ni como dicen ellas–, sino porque yo raramente he correspondido. Más que amor, en el amor he hecho crítica del amor". (1976)

Escritor boutique

"Un escritor tiene que ser una boutique de sí mismo, y el escritor que no sea una boutique de sí mismo se quedará en una tienda vieja y galdosiana de ésas en las que nadie entra, porque siempre tienen lo mismo, aquel traje de felpa de antes de la guerra.

Claro que tampoco es conveniente que el escritor se convierta en unos grandes almacenes o un hipermercado de la literatura. Pero un poco de boutique sí tiene que tener el escritor. O de chamarilero del Rastro. El caso es sorprender por arriba o por abajo, con la sofisticación o con la miseria". (1977)

¿Quevedo o Cervantes?

"¿Por qué no es universal Quevedo, viene a preguntarse Borges, siendo el más universalista de los escritores españoles? Yo creo que por eso, por demasiado español, local, nacional, municipal: todo en versión genial. Cervantes se ha llevado la gloria del mundo entero y el rótulo de miles de papelerías que se llaman «Papelería Cervantes». Unamuno dice que el Quijote es la Biblia nacional. Pero el creador del castellano moderno, el que dice mayores y mejores cosas, el que todavía sigue generando idioma es Quevedo. Quevedo es mucho más grande escritor, pero no tiene un gran libro. Y la posteridad quiere un libro.

[...] El castellano elegante y popular de Cervantes se traduce mejor que el barroco intraducible de Quevedo, y eso también contribuye". (1978)