Isaac Rosa. Foto: @JAIMEFOTO

Isaac Rosa. Foto: @JAIMEFOTO

Letras

'Las buenas noches': Isaac Rosa retuerce el cuello al insomnio para hablarnos de amor y capitalismo

El escritor consigue alertarnos de la insatisfacción actual con una historia que alcanza notable intensidad emocional: dos personas que se citan para dormir.

Más información: Miriam Reyes, Premio Nacional de Poesía 2025 por su libro 'Con'

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El gusto de Isaac Rosa (Sevilla, 1974) por sacarle punta a las convenciones se nota desde ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil!. Lo que en aquel libro primerizo podría parecer solo una muestra de ingenio supone una manera de ver la realidad que retuerce creativamente situaciones comunes.

Las buenas noches

Isaac Rosa

Seix Barral, 2025
254 páginas. 19,90 €

Así lo confirman su aproximación a los temores actuales en El país del miedo y la revulsiva mirada al ámbito laboral de su obra más cuajada, La mano invisible. Algo semejante hace en Las buenas noches, donde adjudica al insomnio una inédita amplitud de sentido.

Las buenas noches habla de quienes tienen dificultades para dormir. A este propósito dispone una trama imaginativa, original y arriesgada por llevar la anécdota al límite de la verosimilitud. Un hombre y una mujer se encuentran en el vestíbulo de un hotel. Están desvelados, hablan y dan un paseo. De regreso, se acuestan en la misma cama y así logran dormirse.

De vuelta a su ciudad (Sevilla, aunque no se explicita), convierten el insólito remedio en un hábito que les brinda una panacea. Ya no será el inicial encuentro nocturno sino, durante varios meses, un perentorio recurso a cualquier hora y en diversos lugares. Siempre sin mediación de estímulo erótico alguno. Siempre buscando, y consiguiendo, solo dormir.

Isaac Rosa traza una historia de amor blanco que llega a alcanzar notable intensidad emocional. Pero no es este su objetivo, aunque pudiera parecerlo ya que prodiga finos detalles sentimentales, resultado de un cuidadoso ejercicio de introspección. La sensación de soledad que comparten los castos durmientes y su angustia al temer el fin de la experiencia provocan la confesión general de ambos. Así emerge su vida privada, familiar y profesional.

Paso a paso los anónimos protagonistas –solo sabemos el nombre de sus respectivas parejas– desnudan su intimidad y afloran su situación en la vida. En lo privado, salen a la superficie enquistadas desavenencias conyugales. En lo público, vamos sabiendo detalles de sus actividades profesionales: él, traductor y organizador de cursos académicos; ella, empleada con categoría ejecutiva de una empresa.

De tal modo, Isaac Rosa retuerce el cuello al insomnio y lo utiliza como expediente para plasmar un panorama de diversos aspectos de la vida contemporánea. La falsedad que sostiene el matrimonio ocupa un lugar destacado. La situación de la cultura y la lectura, también. Las condiciones laborales y el azote de la precariedad encuentran un buen espacio.

He aquí una especie de crónica de actualidad que constata un descontento con el modo de estar en el mundo

Casi entre líneas hay una advertencia sobre la inteligencia artificial, que enlaza con la actual tecnificación a ultranza. Todo ello se encaja en un discurso severo y de énfasis retórico al que las ironías sobre pintorescas terapias para curar la dolencia ponen un contrapunto divertido.

Estos datos dispersos forman parte de un todo, una especie de crónica de actualidad que constata una vida moderna no satisfactoria y un descontento con el modo de estar en el mundo. La ansiedad es un estado colectivo que, en la mirada política de Isaac Rosa, se debe a condicionantes sociales. Aun a riesgo de simplificar el mensaje del autor, el insomnio crónico sería un rasgo o un efecto de la sociedad capitalista.

Tal planteamiento conlleva una intencionada limitación de los motivos de la enfermedad pues supone una seria restricción del tema al dejar fuera las causas genéticas. A pesar de esta reserva, Isaac Rosa consigue alertarnos de la insatisfacción interior que marca la vida actual. Este atractivo resultado se debe a la conjunción de una historia inventiva y de un relato complejo en el que la narración del protagonista se complementa con un recurso de la terapia del insomnio, el diario del sueño.