Mariana Enriquez. Foto: Nora Lezano

Mariana Enriquez. Foto: Nora Lezano

Letras

Mariana Enriquez, escritora: "Los creadores me preocupan menos que los marginados, aunque muchos voten a Milei"

La escritora argentina conversa sobre 'Cómo desaparecer completamente', una novela suburbana, inédita en España, que acaba de lanzar Anagrama.

Más información: Isaac Rosa y la solución al trastorno del insomnio: "Dormir con alguien puede ser más íntimo que el sexo"

Publicada

Considerada una de las mejores autoras de terror contemporáneas, Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) debutó a los 19 años como novelista con Bajar es lo peor, hoy obra de culto. Galardonada en 2019 con el Premio Herralde por Nuestra parte de noche, entre sus libros de relatos destacan Los peligros de fumar en la cama (2009) y Un lugar soleado para gente sombría (2024).

Pero antes, mientras buscaba su propia voz, en 2004 publicó Cómo desaparecer completamente, novela en la que aborda la miseria estructural, la violencia impune, las drogas como instrumento de control social y la pederastia en el seno de la familia. Y es más aterradora que cualquier relato de horror.

En vísperas de su participación en el Hay de Segovia y en el Back to the Book de Madrid, la argentina conversa sobre Cómo desaparecer completamente, una novela suburbana y violenta, inédita en España, que acaba de lanzar Anagrama.

Pregunta. ¿Hasta qué punto Cómo desaparecer completamente es una novela clave en su trayectoria?

Respuesta. Fue la novela con la que decidí dedicarme a escribir. Significó una toma de muchas decisiones personales, porque a esa altura estaba trabajando sobre todo como periodista. La novela que destruí, que era de género fantástico, fue enviada a editoriales, que la rechazaron, y con razón. Solo uno de los lectores me dijo algo positivo, Alberto Laiseca, que me dio ánimo.

»Pero seguí trabajando como periodista y pensé que, para poder escribir lo que quería y aún no tenía la capacidad de lograr, debía escribir lo que sabía, lo más cercano. Y eso era una historia urbana, grotesca, violenta, suburbana.

P. El realismo sórdido del libro puede asombrar a sus lectores habituales, aunque muchos de los personajes son, en el fondo, monstruos o seres rotos. ¿Quizá todos ocultamos un monstruo?

R. Mis cuentos, especialmente, tienen mucho de realismo sórdido suburbano, aunque sean de género. Creo que en la novela los protagonistas se sienten monstruos. O en todo caso Matías, que es el narrador, los ve como monstruos y siente que su realidad es monstruosa. Y claro que todos tenemos algo de monstruos, porque siempre somos el monstruo de alguien más, y alguna vez en la vida todos nos sentimos despreciados y temidos, y seguramente también nos odiamos a nosotros mismos.

P. Además de Matías, los grandes protagonistas de la novela son su madre, su padre abusador, el hermano ausente, la hermana deforme: ¿por qué la familia resulta un motivo tan poderoso y perturbador en las historias de terror contemporáneas (y en las que no lo son)?

R. Diría que es un tema muy central en el siglo XX. La familia como núcleo emocional es un caldero de sentimientos contradictorios: la culpa, la obligación, los cuidados. Y sabemos que cuando el daño es en la familia, el trauma es casi siempre indeleble. Los secretos familiares, las violencias calladas, el hogar como una especie de cárcel…

»En el siglo XX y en este se empezó a escribir mucho más sobre la familia como algo tóxico, desde Matilda de Roald Dahl hasta ficciones populares como Sharp Objects de Gillian Flynn, los Compson de Faulkner, los Buendía –hay que recordar los casamientos entre hombres y niñas en García Márquez–, los Vidal Olmos en Sobre héroes y tumbas de Sabato, donde otra vez hay incesto entre Alejandra y su padre Fernando, un hombre endemoniado. Y por supuesto las familias de Stephen King o del cine de terror, desde Psicosis hasta La matanza de Texas. Es que es un caldero ideal.

P. ¿Y qué papel desempeña esta novela en su transición hacia el terror?

R. Siempre quise escribir terror pero no me salía bien. Este libro fue muy punk: fue lo que podía escribir en ese momento, nacido de una necesidad de decir algo, aunque no fuese en el género que deseaba. Fue un sacudón a mí misma.

P. ¿Cómo han cambiado los miedos de su país y de América Latina en estos años?

R. Hablar de América Latina en general es muy difícil, porque somos países muy distintos y cada uno tiene una realidad diferente. En Argentina pasaron muchas cosas, pero supongo que el miedo a la inestabilidad económica permanece igual –es muy profundo y sostenido– y se acentuó el miedo a la violencia y la inseguridad.

»Los miedos propios de la desigualdad siguen casi idénticos. No puedo hablar de América Latina en general, pero supongo que todos compartimos el miedo a la violencia, tanto social como institucional, y en muchos países, el miedo al crimen organizado, desde luego al narcotráfico.

P. ¿Cree que en Europa sabemos interpretar a políticos populistas como Milei, Bukele, Petro o Maduro...?

R. No. En primer lugar, esos cuatro mandatarios son muy distintos, y posiblemente nosotros no los llamaríamos populistas. Creo en todo caso que el "problema" en Europa es considerar a América Latina un bloque por las similitudes lógicas de un proceso histórico, pero es una mirada que pasa por alto las diferencias, que son muchas, profundas y cruciales.

»Argentina nunca tuvo una guerra civil o el nivel de violencia de El Salvador. No podemos ni imaginarlo. El Salvador llegó a ser el país más peligroso del mundo. A Bukele hay que entenderlo en ese contexto. Maduro es producto de un proceso de socialismos en la región en los 2000, que se deterioró mucho en Venezuela después de la muerte de Chávez. Hacia 2004, con Lula, Kirchner, Mujica, Correa, parecía que la región iba hacia los socialismos del siglo XXI.

"Milei es el resultado del fracaso del progresismo, es un salto al vacío de una población decepcionada"

P. ¿Y qué pasó?

R. Que ese proceso solo lo sostuvieron líderes como Lula (que igual pasó por la cárcel) y Mujica. Lo demás se derrumbó. Maduro, para sostenerse, recurrió al autoritarismo y al control estatal extremo. Milei es el resultado del fracaso del progresismo, tanto en narrativa como en economía, es un salto al vacío de una población muy decepcionada, que se siente sin salida.

»Y el caso de Petro no lo conozco bien, pero Colombia también tiene una historia muy diferente a la de Venezuela o Argentina, con el narcotráfico y las organizaciones armadas y los paramilitares… A mí me resultan incomparables. Y, además, Milei y Maduro se detestan. Milei insultó a Petro. Sospecho que Milei debe admirar a Bukele. Son procesos muy distintos.

P. ¿Cómo le explicaría a un amigo español qué está significando para la cultura de su país la presidencia de Javier Milei? ¿Qué precio están pagando los creadores más jóvenes con sus recortes?

R. Lo explicaría por su incapacidad de convencer a la gente y mejorar sus vidas, además de un evidente giro mundial hacia las derechas después de la pandemia, en muchos casos estimulado por la presencia en redes sociales, algo que Milei maneja de manera muy eficiente. Su excentricidad no es algo que en Argentina sea tan extraño, tuvimos muchos presidentes excéntricos, como Carlos Menem, que gobernó diez años.

»Sinceramente, los creadores no me preocupan tanto como los jubilados, los médicos, la educación pública, los trabajadores, toda la red de contención estatal que el gobierno no quiere sostener. Me preocupan más los marginados, que además en muchos casos votaron a Milei. Cuando yo escribí Cómo desaparecer completamente en Argentina no había dinero físico, era pleno corralito y crisis de 2001, y sin embargo culturalmente el país estaba muy activo.

Mariana Enriquez. Foto: Nora Lezano

Mariana Enriquez. Foto: Nora Lezano

P. Hace poco explicaba que recurría a la ficción para poder ver las capas de sentido de la realidad, y cómo eso se relaciona con su propia historia, en su propio cuerpo. ¿También en Cómo desaparecer...?

R. Claro, muchísimo. Esta novela transcurre en un barrio que se parece mucho al de mi infancia, al que regresé cuando estaba escribiendo esta novela. Creo que el daño en el cuerpo de Matías, infligido por sus adultos, el daño de todos los que están a su alrededor, es la sensación de no futuro que se sentía en ese momento, que era física también.

»El suburbio de Buenos Aires, a veces, puede ser un lugar muy desesperanzado, aunque tenga una extraña belleza y un extraordinario poder narrativo. Esto más allá de las inspiraciones en personas e historias que conocía, personas cercanas, que también alimentaron la novela.

"La IA es fascinante pero da mucho miedo, es posible que dejemos de distinguir entre lo real y lo artificial"

P. El título del libro procede de una canción de Radiohead. ¿Qué importancia tiene la música en su literatura y en su vida? ¿Quiénes componen su soundtrack?

R. La pura verdad es que me gustó el título, porque no soy muy fan de Radiohead. Pero en toda la novela la música es muy importante. El hermano de Matías le deja un cuaderno como testamento y guía que tiene, básicamente, citas de canciones. Letras. Es un cuaderno que podría llevar yo, y que llevé durante toda mi adolescencia, anotando letras de canciones como si fuesen poesía.

»Mi soundtrack sería larguísimo, eterno. Velvet Underground, Nick Cave, Gabo Ferro, Mercedes Sosa, la música country norteamericana, Lana del Rey, el black metal, Nico, Prince, Hole, Mitski, Townes Van Zandt, The Rolling Stones, el punk, Rufus Wainwright, Einstuerzende Neubaten… Y solo estoy empezando.

P. ¿Qué relación tiene con la inteligencia artificial? ¿Le interesa, la teme, cree que puede transformar la literatura?

R. En mi opinión la inteligencia artificial puede transformarlo absolutamente todo. Hoy mismo hay gente que ya no escribe, que arma textos con inteligencia artificial, que incluso puede no saber escribir, y no hablo de una novela, hablo de un post de Instagram o las respuestas de un examen. Hay gente que dialoga más con ChatGPT que con humanos.

»Personalmente no la uso como herramienta, pero puede cambiar la realidad. Cuando esté mejor entrenada y pueda manipular de forma convincente imágenes y sonido, es posible que dejemos de distinguir entre lo real y lo artificial. Así que claro que puede transformar la literatura, porque puede transformar nuestra percepción de lo real, y en un tiempo relativamente breve. Da mucho miedo y es fascinante al mismo tiempo.

"La cantidad de grandes autores que escribieron terror es muy larga: Cortázar, Borges, Donoso, las Brönte, Pizarnik..."

P. ¿Cuál es el secreto para que usted y otras escritoras (Mónica Ojeda, Laura Fernández...) hayan convertido un género como el terror gótico, que muchos consideraban menor, en "alta literatura"?

R. Yo creo que no hay ningún secreto, sino un cambio de paradigma. La cantidad de grandes autores que escribieron terror y fantástico oscuro es muy larga. Cortázar lo hizo, Borges, Donoso, Poe, las Brönte, incluso Alejandra Pizarnik. Es verdad que en nuestra lengua siempre hubo menos literatura de género, los historiadores sabrán por qué, pero los escritores y escritoras contemporáneos ya no piensan en literaturas por su lengua o en literaturas nacionales, son más lectores voraces que estudiosos o continuadores, y también consumidores de lectura popular.

»Entonces es normal que Laura, que es fan de Vonnegut, escriba su estilo de fantástico adaptado, o que una poeta oscura como Mónica investigue en el lenguaje de los creepypastas y los videojuegos. Son nuestros materiales y nuestras lecturas, y la literatura hoy, creo, lo comprende perfectamente, salvo por algunos que aún objetan como si las nociones de alta y baja literatura en 2025 tuviesen algún sentido. No es una discusión que a los escritores activos hoy les resulte relevante. Por eso no hay secreto: escribimos lo que nuestra sensibilidad literaria nos demanda.

P. En el Hay de Segovia y en el Back to the Book va a hablar de sí misma y de su obra. ¿Qué libro suyo recomendaría, y por qué, a un joven que no la ha leído?

R. Yo empezaría por los cuentos, porque ahí están mis intereses: la Argentina, los cuerpos, en especial los de las mujeres, el humor negro, las leyendas urbanas y folclóricas, el terror, los fantasmas, la política. Aunque a veces pienso que es mejor empezar por la no ficción: mucho de mi trabajo en periodismo está publicado, lo mismo que mis crónicas de viaje a cementerios, que son lo más cercano que tengo a un diario personal. Ambos universos dialogan entre sí.