Chimamanda Ngozi Adichie. Foto: Manny Jefferson

Chimamanda Ngozi Adichie. Foto: Manny Jefferson

Letras

Chimamanda Ngozi Adiche, un cuchillo en la mirada: la dignidad de ser una inmigrante en Estados Unidos

La autora de 'Todos deberíamos ser feministas' publica la novela 'Unos cuantos sueños', inspirada en una brutal agresión que representa a todas las mujeres violadas del mundo.

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Chimamanda Ngozi Adiche (Abba, Nigeria, 1977) es una escritora de la diáspora africana que describe con capacidad crítica la subjetividad y lo individual de las mujeres nigerianas, hasta que su mirada se convierte en universal. En el trasfondo de sus obras late el lema feminista; "lo personal es político". En una ocasión un crítico le acusó de que su literatura no era auténticamente africana, porque sus personajes se parecían demasiado a "nosotros", eran de clase media, viajaban en coche, tenían teléfonos móviles.

Unos cuantos sueños

Chimamanda Ngozi Adiche

Traducción de Carlos Milla Soler
Random House, 2025
529 páginas. 23,90 €

Esa realidad desconocida de Nigeria para los occidentales, un país con 222 millones de habitantes, una potencia económica emergente, normas patriarcales atávicas y con el equilibrio incierto de numerosos grupos étnicos, hace más interesante esta novela, Unos cuantos sueños, y, en general, toda la obra de Ngozi: La flor púrpura, ganadora del Commonwealth Writers Prize al mejor primer libro; Medio sol amarillo, Premio Orange; su importante novela Americanah, ganadora del Chicago Tribune Prize 2013 y del National Book Critics Circle Award 2014; y su compendio de relatos Algo alrededor de tu cuello.

Estos libros y sus ensayos, El peligro de una sola historia, Todos deberíamos ser feministas y Querida Ijeawele: Cómo educar en el feminismo, han sido publicados en castellano por Random House.

Con el tiempo los muros del manoseado y limitante canon occidental se han ido resquebrajando e insertando las literaturas afroamericanas, latinas, africanas postcoloniales o asiáticas hasta conformar una globalidad literaria rica y múltiple. Como pruebas, el escritor nigeriano Wole Soyinka fue el primer africano en conseguir el Premio Nobel en 1986 y la afroamericana Toni Morrison, la primera mujer negra en ganarlo en 1993.

La energía literaria se abre paso más allá de las barreras impuestas y entre las escritoras de la diáspora negra a otros países Chimamanda Ngozi se alza como una de las más audaces al subvertir las tradiciones literarias, incluso de la nueva literatura africana. En su ensayo El peligro de una sola historia critica la "historia única", esa representación estereotipada del continente africano como sinónimo de pobreza, corrupción y violencia. Se niega a que las historias sobre la inmigración africana sean obligatoriamente el relato de la miseria y las guerras.

Hija de un profesor universitario y de una socióloga y antropóloga, ambos cristianos de la etnia igbo, Chimamanda empezó estudios de medicina en su país, pero abandonó Nigeria a los 19 años para licenciarse en Comunicación y Ciencias Políticas en Estados Unidos, realizar un máster de escritura creativa en la Universidad John Hopkins, y ampliar su campo en Estudios Africanos en Yale.

Sus personajes femeninos sufren el racismo, las prácticas más retrogradas del patriarcado de sus orígenes, el acoso machista, la violencia doméstica y el desprecio de los países blancos de acogida. No es Ngozi una escritora poco comprometida, sino todo lo contrario, su mirada es un cuchillo.

Las cuatro protagonistas de Unos cuantos sueños luchan por sus anhelos, defienden su dignidad, pero arrastran sus rencores, depresiones y batacazos amorosos. Las diferencias sociales, el clasismo, la corrupción económica, las viejas normas de buscar un marido, siguen presentes como sepultureros para matar su libertad emocional.

En la novela se alternan las existencias de las cuatro protagonistas. Tres de ellas, Chiamaka, Zikora y Omelogor, son profesionales nigerianas, cultas y acomodadas, establecidas en Estados Unidos; la cuarta mujer, la más conmovedora y con la experiencia más dolorosa, es una inmigrante guineana en Estados Unidos, Kadiatou, que trabaja como asistenta con Chiamaka, tiene una hija y es limpiadora de hotel.

La autora confiesa que su personaje está inspirado en la asistenta agredida por Dominique Strauss-Kahn, director del FMI

Es la historia de Kadiatou la que, en una "nota final de la autora", se nos ofrece en toda su extensión. Kadiatou es agredida sexualmente por un cliente poderoso en un prestigioso hotel de Nueva York y en esta aclaración final, aunque ya lo habíamos descubierto, la autora confiesa que el personaje está inspirado en Nafissatou Diallo, agredida sexualmente por Dominique Strauss-Kahn, director gerente entonces del FMI.

Otros datos de Kadiatou pertenecen a la ficción, pero lo que ocurrió en aquella habitación, el dolor de los juicios amañados y la devastación de la trabajadora del Africa occidental degradada y humillada ante millones de personas cobra aquí una forma de ser humanizada, dignificada y recordada con justicia.

La historia la abre Chiamaka en primera persona, una periodista nigeriana de viajes, en los inicios de la pandemia del coronavirus. Su amiga Zikora, abogada traicionada por su pareja, que la abandonó al quedarse embarazada, vive el trauma familiar de no tener marido, uno de los asuntos que todavía persigue a las mujeres modernas africanas. La conoceremos por una narración omnisciente cargada de ironía, que recuerda sus relaciones con otros novios a los que se llama "ladrones de tiempo" porque nunca llegaron a ofrecer matrimonio.

La descripción de la difícil vida de Kadiatou es la que tiene mayor fuerza moral y estética. La sutileza de la voz en tercera persona llega a tal profundidad de sentimientos que intimamos con Kadiatou, incorporándola al dolor del agravio universal. Esa verdad de la brutal agresión constituye una intensa representación de las mujeres violadas en el mundo.

Omelogor, la cuarta amiga, es una poderosa abogada nigeriana que vive entre Estados Unidos y Abuya, la capital del país, entre ricos corruptos y millonarias que se encuentran en orgías solo para chicas, cargadas de cocaína y grifa. Observa con cinismo ese mundo y utiliza sus riquezas, obtenidas de modo oscuro, para ayudar a mujeres desfavorecidas y en situaciones límite. Su voz es la más ligera y exuberante, repasando con desapego la historia de sus novios y a veces sintiéndose vacía.

El entrelazamiento de las vidas de estas cuatro mujeres, su cercanía, sus pasiones, carencias y sus relaciones maternofiliales completan un cosmos que converge en la denuncia del machismo, del racismo, de las restricciones existentes para el género femenino y se centra en el recordatorio de las terribles circunstancias de Kadiatou.

En alguna publicidad del libro se dice que esta es una novela de amor. Si se entiende por romanticismo de parejas, diríamos que todo lo contrario. La entrega afectiva masculina sale en general muy mal parada. Sin embargo, es una apasionante novela sobre la amistad y la solidaridad entre mujeres, con variadas interpretaciones sobre el mundo femenino en tiempos de la globalización.