La escritora francesa Julia Malye. Foto: Astrid di Crollalanza

La escritora francesa Julia Malye. Foto: Astrid di Crollalanza

Letras

Julia Malye publica 'Luisiana': "Es insólito que algo perseguido en el siglo XVIII como el aborto resuene hoy"

En su segunda novela, la escritora francesa recupera la historia de las mujeres que fueron forzadas a emigrar a la colonia francesa de Luisiana para casarse con los colonos del lugar. 

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A lo largo de la historia hay voces que tardan siglos en ser escuchadas. En Luisiana (Salamandra) Julia Malye (París, 1994) rescata un episodio poco conocido de la historia francesa: el exilio forzado de mujeres encerradas en La Salpêtrière y enviadas a América del Norte en el siglo XVIII para casarse con colonos.

Novela coral, densa y documentada, su texto da voz a quienes fueron llamadas "muchachas para casar". Cuarta novela histórica de esta joven autora, en apenas unas semanas la novela se convirtió en un éxito de ventas en Francia.

En nuestro encuentro en el Instituto francés de Madrid al que ha venido a presentar Luisiana, Julie Malye se plantea la pertinencia de la clasificación de su obra como novela histórica.

Pregunta. Entonces, ¿cómo la definiría usted?

Respuesta. Creo que define mejor mi novela el tema de la memoria. La noción de "novela histórica" me plantea problemas o, al menos, interrogantes. Le contaré una pequeña anécdota. Hace unos años hice un máster en escritura creativa en Estados Unidos. Una docena de escritores nos reuníamos cada semana para compartir nuestros textos y, un buen día, uno de ellos trajo un relato corto ambientado en los años noventa. Dijo que era una "ficción histórica". Al instante pensé: "pero, ¿qué estamos diciendo? ¡Los años 90 considerados 'históricos'!". Entonces, ¿cuándo acaba el pasado y empieza nuestro presente…?

»Durante buena parte del siglo XX, esa noción de novela histórica era atribuida a las mujeres y cuando la novela estaba escrita por un hombre, se hablaba de literatura. Creo que hay algo que tiene que ver con el marketing, el esnobismo o incluso el sexismo. Afortunadamente, todo esto está cambiando y evolucionando, pero me plantea muchos interrogantes.

P. Escribió su primera novela a los catorce años. ¿Siempre quiso ser escritora?

R. No creo. De pequeña no recuerdo haberme dicho nunca que quería ser escritora. Me di cuenta muy tarde de que eso que hacía cada día era una profesión. De niña escribía diarios, así que siempre he tenido esa relación con la escritura como guardiana de la memoria. Siempre he tenido miedo de olvidar.

Portada del libro 'Luisiana', de Julia Malye.

Portada del libro 'Luisiana', de Julia Malye.

P. Antes de publicar Luisiana, se pasó ocho años documentándose. ¿Cómo descubrió por primera vez esta historia de mujeres deportadas en pleno siglo de la Ilustración?

R. Desde el principio supe que era un proyecto de investigación a largo plazo, porque lo primero con lo que me topé fue con el vacío que dejaron estas mujeres. En los archivos franceses del siglo XVIII solo se dice que nacieron, se casaron, tuvieron hijos y murieron. Es una historia llena de lagunas, de ausencias, y ahí es donde empieza el trabajo de un novelista, porque es cuando cubres con la imaginación esos lapsos vacíos de tiempo. Me puse en la piel de estas mujeres e intenté visualizar lo que podrían haber sentido, su viaje interior.

»Por supuesto, es imposible hacer todo eso sin investigar a fondo el siglo XVIII, sus costumbres, las relaciones entre hombres y mujeres, la sociedad de la época y los valores morales. Fuentes primarias hay muy pocas. Trabajé, por ejemplo, con la lista de pasajeros del barco La Baleine, que llevó a estas muchachas casamenteras hasta América. Pero poco podía hacer. Es un documento bastante extravagante porque solo tiene noventa nombres y apellidos con la edad. Nada más. Van desde los 12 años hasta menos de 30. La mayoría son chicas, adolescentes de 15, 16 años.

»Luego consulté también otras fuentes secundarias que me permitieron comprender mejor, por ejemplo, las relaciones de poder y dominación entre aquellas mujeres blancas y las esclavas negras. Encontré las cartas escritas por una joven monja ursulina a su padre unos años después de la llegada de las mujeres que viajaban en La Baleine. Son muy profundas y dan una visión de la ciudad, si se puede llamar así a lo que era por aquel entonces Nueva Orleans.

P. Sus tres heroínas —Charlotte, Geneviève y Pétronille— son muy diferentes entre sí, pero están unidas por una misma condición: ser mujeres en un mundo que las oprime. ¿Qué quería expresar a través de sus caminos cruzados?

R. Mi objetivo era mostrar, a través de las trayectorias y los orígenes de estas mujeres, los diferentes perfiles de las pasajeras. Charlotte es una joven huérfana abandonada en la Salpêtrière. Aunque para muchos fuera una especie de cárcel, representaba para Charlotte su hogar. Luego está Petronille, una de esas mujeres que fueron enviadas por su familia a la institución de la Salpêtrière para mantenerlas vigiladas.

»Dependiendo del dinero que tuvieran esos familiares, se determinaban las condiciones en las que vivirían las residentes. Petronille procede de una familia acomodada pero arruinada, lo que la llevó a tomar la decisión de trasladarse a la Luisiana. El tercer personaje, Geneviève, es acusada de ayudar a otras mujeres a abortar, por lo que se la considera una criminal. Con ella, me tomé la libertad de hacer una ligera desviación. Se pidió a la directora de la Salpêtrière elegir mujeres fértiles, discretas, etc., pero en realidad las escogió en el reformatorio y en el orfanato.

»Cuando comienza mi novela, la Salpêtrière es un hospital muy joven, construido hacía apenas 13 años. En el caso de la directora de la Salpêtrière, existió realmente, pero me inventé su historia personal para crear una relación conflictiva con su hermana. Era una especie de pueblo, al lado de París. Estaba organizado en dormitorios. Había uno para niños pequeños, otro para hombres con epilepsia, etcétera. A todos sus habitantes se les consideraban "los marginados de París". Había talleres, una iglesia que aún hoy se puede visitar, comerciantes, un mercado, herreros... Y funcionaba como una ciudad autónoma.

P. A través de estas voces femeninas del siglo XVIII, se escuchan otras mujeres como Olympe de Gouges o incluso la heroína Manon Lescaut, quien también fue deportada a Luisiana. ¿Cree que fue en ese siglo en el que realmente comenzó el feminismo? ¿Pensó en ellas al elegir desarrollar este tema?

R. Una buena pregunta, me hace pensar sin saber bien qué responder. Es cierto que, a lo largo de los siglos, las mujeres han tenido siempre que luchar para adquirir cierta libertad.

»Le contaré otra anécdota. Hace unos años conseguí una beca para ir a escribir a Barcelona, a la Villa Joana, una estancia maravillosa, por cierto. Un día me llevaron a visitar el museo del barrio del Born y me enseñaron las ruinas de abajo, que datan del siglo XVIII. Me hablaron de la ciudad desde el punto de vista de una mujer. El guía empezó a hablarnos también de la Edad Media. Una época —nos explicó— en la que las mujeres tenían más poder que los hombres y de ahí, parece ser, se llamó a esta época "oscurantismo".

»En la novela me acerco a una cuestión específica, la de la emigración forzosa de las mujeres tildadas de "mala vida". ¿Quién tiene un lugar en la sociedad? ¿Quién no lo tiene? ¿Por qué estas mujeres eran consideradas unas marginadas? Muchas se embarcaron tomando los lugares de otras. Como explico en la novela, a veces había problemas para encontrar mujeres fértiles para los colonos, por lo que se enviaban a otras en su lugar. El tema de la deportación de mujeres, de la emigración forzosa, es algo que ha ocurrido en muchos otros contextos, no sólo en Luisiana, y que me llamaba la atención.

" El tema de la deportación de mujeres, de la emigración forzosa, es algo que ha ocurrido en muchos otros contextos"

P.. Su escritura es inmersiva, sensorial, vivencial. ¿Cómo trabajó para recrear con precisión las condiciones de vida de la época, ya sea en la Salpêtrière, en un barco o en la colonia francesa?

R. Cuando descubrí esta historia, vivía en Estados Unidos y tuve la suerte de conseguir rápidamente una beca para ir a Luisiana. Creo que lo interesante es que, los detalles sensoriales, las impresiones que recibimos que apelan a nuestros cinco sentidos, resisten muy bien el paso del tiempo. El aire en Luisiana es húmedo, tanto en 2017 cuando fui, como en 1721 cuando desembarcaron esas mujeres.

»Los mosquitos son infernales en cualquier época. En cuanto al barco, el día que vi por la ventana de la universidad un barco de tres mástiles amarrado (doy clases de escritura en Sciences Po en los campus de París y Le Havre), me dije: "¡Allá que voy!". Así que fui y le pregunté a un tipo que había allí en cubierta sobre el velero, el vocabulario de un barco y todo lo que necesitaba saber. Aunque apenas me respondió, luego fui invitada por la compañía marítima y ellos me explicaron todo.

»En resumen, puedo leer un montón sobre viajes transatlánticos en el siglo XVIII, historias sobre ataques de piratas, pero eso no tiene nada que ver con la sensación de estar en un barco y sentir el tambaleo de las piernas, el caminar incierto y el peligroso enganche de los pies con las cuerdas. Oír el alucinante ruido del viento. Todas estas cosas se aprenden saliendo y no en una biblioteca.

»Lo mismo me ocurrió al ir a visitar el hospital de La Salpêtrière y constatar por mí misma que es un lugar completamente hechizado. Bastante alucinante. Creo que fue entonces cuando empecé a trabajar en toda la cuestión de la psicología de los personajes, de manera que fueran convincentes, que fueran complejos, que cambiaran y evolucionaran a lo largo de la historia, porque para eso leemos.

»Sentir por lo que habían pasado, lo que debió aterrorizarles, de lo que se avergonzaban, de lo que estaban orgullosos. Luego quise identificar temas que transcendieran en el tiempo, como la cuestión de la amistad, la complicidad, la supervivencia. El formar una comunidad cuando acabas de llegar a una ciudad, pero al mismo tiempo sin caer en una especie de ideal y la supervivencia de estas mujeres. ¿Cómo te adaptas a un territorio que te es completamente hostil? Cuando intentas sobrevivir, debes prepararte para todo, pensé. Todas estas preguntas resuenan igualmente hoy en día. Para mí, el pasado es un espejo de la actualidad.

P. ¿Piensa en los derechos de las mujeres por los que se sigue reivindicando en la mayor parte del mundo?

R. Por supuesto. La cuestión de los derechos de la mujer, la condición de la mujer es crucial hoy en día. Si tenemos en cuenta que en Estados Unidos es ilegal abortar en más de catorce estados, ¿cómo no hablar del personaje de Geneviève que vivió la misma discriminación hace tres siglos? Aunque no quiero comparar el siglo XVIII con la actualidad, ¿cómo es posible que persista esta  violencia a lo largo del tiempo? No me negará que es un tanto insólito que algo perseguido en el siglo XVIII como el aborto resuene hoy.