El escritor marroquí Abdelá Taia. Foto cedida por el autor

El escritor marroquí Abdelá Taia. Foto cedida por el autor

Letras

Abdelá Taia, escritor: "El ataque a los musulmanes es un deporte nacional en los medios franceses"

El autor y cineasta marroquí presenta en la Feria del Libro de Madrid su último libro, 'El bastión de las lágrimas', una historia en la que las voces silenciadas encuentran su voz.

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El impulso inicial de esta obra fue el deseo de escribir sobre sus hermanas, confiesa Abdelá Taia (Rabat, 1973). Es el octavo hijo en una familia con seis hermanas mayores. "Siempre me fascinó el mundo que ellas habían construido antes de mi llegada. Eran mujeres libres, locas, no como se esperaba que fueran las mujeres 'dignas'", cuenta a El Cultural.

Sus hermanas no soñaban con casarse: querían salir, vivir, tener relaciones sexuales con quien eligieran. Taia cuenta que estaba todo el tiempo a su lado. Dormía con ellas, vivían en la pobreza. Fue testigo de todo eso y sabía que un día tenía que escribirlo. "El bastión de las lágrimas es la memoria de mis hermanas, pero también de cómo viven en mí, cómo sus voces resuenan en la mía".

Por esto, el escritor no considera que este, ni ninguno otro de sus libros, sea ficción. "Yo construyo, mezclo, transformo cosas, pero no para alejarme de la realidad, sino para intentar alcanzar el mismo nivel que sentí en la vida, o incluso para aumentarlo a través de la literatura".

Sus héroes se acercan a él y al mundo que lleva dentro, pero muchas veces van incluso más lejos. Tiene la sensación de que sus seis libros no son más que distintas versiones del mismo relato. "No tengo la ambición de situar mis historias en otro mundo. Quiero que todo suceda en la misma casa pobre de mi infancia, donde viví los primeros 25 años de mi vida".

Aunque el personaje de Youssef parece ser el héroe del libro, Taia rechaza esta visión. Youssef está ahí para reunir las voces de los demás. Es un pretexto para que esos testimonios salgan a la superficie, avanzando hacia una verdad aún más profunda. Las historias se entremezclan, los puntos de vista son varios y la verdad es de todos.

El bastión de las lágrimas (Cabaret Voltaire, 2025) es una autobiografía colectiva. Taia, como escritor, no se coloca en una posición superior frente a los demás. No quiere explicar, ni enseñar nada. Recolecta los pequeños trozos que los demás han dejado y los conecta.

Voces que gritan

Taia nunca ha escrito un libro en tercera persona. "Siempre me borro como escritor para dejar que las voces griten", explica. El bastión de las lágrimas es un libro impulsado por esa urgencia: el reclamo de quienes anhelan justicia, amor y aceptación.

Pero incluso con esos gritos, siguen existiendo silencios entre los personajes. Se trata de pausas impuestas, según el escritor, por las estructuras de poder: "los ricos, la policía, la colonización francesa... Siempre se cuelan entre nosotros para hacernos sentir que valemos menos, que ellos entienden mejor la vida que nosotros. Nos enseñan a aceptarlo y someternos"

"Que una mujer sea pobre y no haya podido ir a la escuela no significa que no sea una intelectual", Abdelá Taia

Así, los silencios del libro son velados: manifestaciones de una estructura que impone una vida rígida, sin posibilidad de cambio. Una censura invisible que parece forzar a las mujeres a callar. Sin embargo, Taia reivindica el poder de la voz de las mujeres, afirmando que "son los hombres heterosexuales los que nos hacen creer que nuestras madres estaban calladas".

Su madre gritaba todo el tiempo, confiesa, no le tenía miedo a nadie. El problema, según él, es cómo el poder —incluso los intelectuales y escritores— ha hablado de las mujeres intentando explicarlas, como si no fueran capaces de comprender el mundo en el que vivían. "Que una mujer sea pobre y no haya podido ir a la escuela no significa que no sea una intelectual".

El lugar de la sumisión

Taia nunca escribe desde un lugar de sumisión. "La literatura debe presentar a las personas desde ese mismo nivel de legitimidad vital, de comprensión y de acción en la vida. A pesar de todo lo que digan los hombres heterosexuales", asegura con firmeza. Por esto, todas sus obras son libros de voces.

Portada de 'El bastión de las lágrimas', de Abdelá Taia (Cabaret Voltaire, 2025).

Portada de 'El bastión de las lágrimas', de Abdelá Taia (Cabaret Voltaire, 2025).

El autor cuenta que cuando se trata de ellos, los árabes, los musulmanes, los africanos, se les pide hablar de sus madres como si fueran analfabetas, sinónimo de ignorantes. Cuando esto ocurre es un síntoma de colonización.

"Occidente domina con su mentalidad, su imaginario, su industrialización y su saqueo. Y, a pesar de todo, se ha autoperdonado". Taia cuenta que los occidentales esperan que, "un marroquí como yo" hable de su madre con una mirada europea. Eso sería seguir perpetuando la colonización. Y, para él, eso no es posible.

Muslim bashing

Abdelá Taia tiene 51 años y afirma que cuanto más se avanza en edad, se tienen más dudas y menos fuerzas para enfrentar al mundo. Sin embargo, cuenta que aún necesita librar otras guerras y otras luchas. Vive en Francia desde hace 25 años y sostiene con convicción que el racismo ha vuelto.

"El muslim bashing, el ataque a los musulmanes, se ha convertido en un deporte nacional en los medios franceses. Y todo eso se acepta, se banaliza", dice con tristeza. Nadie denuncia. Quienes no están de acuerdo, no dicen nada. "Así que yo, como emigrante, incluso siendo gay, estoy obviamente del lado de los inmigrantes musulmanes, africanos, negros y asiáticos. Porque son ellos quienes están al final de la escala social francesa".

Taia cuenta que son ellos quienes no reciben buenos sueldos. A quienes se les pide que hagan los trabajos sucios: limpiar las calles, los baños... Y son ellos a quienes se les dice: "No sois libres". Se les esclaviza y se les señala como un peligro para la democracia francesa.

Eso le obliga, como emigrante marroquí en Francia, a mantenerse en pie, a estar alerta, a luchar otras batallas. A no aceptar ese racismo. No solo sobre él mismo, también sobre los demás. Según él, la homosexualidad es un nudo, un punto de partida desde el cual se pueden ver todas las injusticias que viven los demás. "Si solo hablo de lo que pasa dentro del colectivo LGBTQ+, entonces no he entendido nada sobre la homosexualidad".

Para él era importante mostrar que los personajes marroquíes también pueden actuar, pese a los encarcelamientos constantes impuestos por el poder. Sin embargo, no quiere ignorar la violencia que siguen sufriendo las personas LGBTQ+ en Marruecos: violaciones, asesinatos y falta de protección. "Los pocos avances han sido gracias a personas queer que han alzado la voz", dice, "pero no se les puede dejar toda la carga. Es inhumano".

Sobrevivir a la violencia

Taia considera que él no solo ha sobrevivido a toda esa violencia, sino que la ha superado. Ha destruido los mecanismos que pretendían impedirle avanzar, escribir, tener amigos homosexuales. Desde pequeño, sabía que no tenía que avergonzarse de sí mismo. Era tan pobre que no soñaba con París. Pero sí soñaba con encontrar el amor y poder ser él mismo en todas las calles.

Aún así, no ha encontrado la libertad en Francia. "Colonizó Marruecos. No voy a convertirme en uno de esos marroquíes que vomitan sobre su país para glorificar a Francia". Taia cuenta que allí tuvo que luchar duramente porque lo redujeron a muchas cosas: musulmán, árabe, niñero, lavaplatos.

Tuvo que enfrentarse a un tipo de sumisión más grande: la que ocurre en un país que se presenta como el país de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad. "En realidad, es un país extremadamente elitista", afirma. Por eso, Taia cree que la libertad es algo muy difícil de conseguir, y que lo importante es el combate. Y por eso mismo, también, el protagonista de su novela reclama: No vamos a esperar a que el poder cambie la ley o su mirada hacia nosotros. Somos nosotros, entre nosotros, quienes debemos cambiar las cosas y hacer que emerja una verdad".