
Mario Vargas Llosa en una manifestación en Barcelona por la unidad de España en 2017, junto a Xavier García Albiol y Josep Borrell. Reuters
El legado político de Vargas Llosa: apóstol del liberalismo y azote del 'procés' tras el comunismo de su juventud
El escritor estuvo en la fundación de UPyD, simpatizó con Ciudadanos y fue muy cercano al expresidente Aznar.
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El 8 de octubre de 2017 cientos de miles de personas recorrían las calles de Barcelona. Una semana después del referéndum ilegal del 1-0, Societat Civil Catalana convocó una manifestación masiva para defender la unidad de España y condenar el independentismo.
Entre los presentes, muchos políticos y una figura de la intelectualidad asimilado ya como un español más. El peruano de nacimiento Mario Vargas Llosa fue el encargado de leer el manifiesto final junto al socialista Josep Borrell.
"Han salido miles y miles de catalanes de sus casas en esta mañana soleada del otoño catalán. Son catalanes democráticos, que no creen que son traidores quienes piensan distinto a ellos. Son catalanes que no consideran al adversario un enemigo, que no ensucian sus puertas, ni destruyen sus vitrinas", clamaba el escritor desde la Plaza Urquinaona de Barcelona.
Vargas Llosa ya se había implicado muy activamente contra las pulsiones independentistas. "Es una enfermedad que desgraciadamente ha crecido en Cataluña", dijo antes del referéndum del 1-0.
Antes de eso, el escritor participó en 2007 en la fundación de Unión Progreso y Democracia (UPyD), partido del que fue nombrado patrono de honor. Y ante el declive de la formación de Rosa Díez, en la que también se involucraron el filósofo Fernando Savater y el escritor Álvaro Pombo, Vargas Llosa se dejó ver junto a los líderes de Ciudadanos y Societat Civil Catalana.
Su referente político en España fue, sin embargo, José María Aznar. En la década de 2010 mostró abiertamente sus simpatías por el legado del expresidente español y se posicionó del lado de otros dirigentes europeos de la derecha como Nicolas Sarkozy o Silvio Berlusconi.
Durante sus últimos años apoyó a Jair Bolsonaro en Brasil o al ultraconservador José Antonio Kast en Chile. El Vargas Llosa escritor nunca dejó de tener un perfil político, como demostró en Conversación en la catedral (1969), una de sus primeras obras, en la que condena la dictadura militar peruana de los años cincuenta.
Si bien ese rol político adquirió años más tarde una figura propia, fruto de un viraje ideológico que se prolongó desde su irrupción en la vida pública.
La Cuba comunista
Los inicios literarios de Vargas Llosa se producen durante la década de los sesenta, en un contexto de fuerte contestación social e influido por la Revolución cubana de 1959 que llevó al poder a Fidel Castro y al resto de milicianos barbudos.
La capital de la intelectualidad del momento estaba en París, donde vivía Vargas Llosa junto a otros escritores latinoamericanos como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar o Carlos Fuentes. Allí defendía, junto a sus colegas, que "el único recurso" era "la lucha armada".
Poco después proclamaba en Caracas: "Dentro de diez, veinte o cincuenta años, habrá llegado a todos nuestros países, como ahora a Cuba, la hora de la justicia social y América Latina entera se habrá emancipado del imperio que la saquea, de las castas que la explotan, de las fuerzas que hoy la ofenden y la reprimen".
"Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y de nuestro horror", exclamó.
Pero en los años setenta comenzó a leer al filósofo austriaco Karl Popper y su pensamiento empezó a virar hacia el liberalismo. Tanto fue así que se mudó a vivir a Londres, seducido por el neoliberalismo de Margaret Thatcher, ante la que manifestó una "admiración sin reservas" y "una reverencia poco menos que filial".
En su libro La llamada de la tribu (Alfaguara, 2018), que se presentó como una "autobiografía intelectual", manifestó que el liberalismo no era "una ideología más", sino "una cultura". El libro reúne un conjunto de semblanzas sobre los principales teóricos del pensamiento liberal: Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich August von Hayek, Sir Karl Popper, Raymond Aron, Sir Isaiah Berlin y Jean-François Revel.
Según explica Manuel Hidalgo en una reseña publicada en El Cultural, el escritor "ve inevitable la existencia del Estado y acepta que tenga algunas funciones de reajuste y corrección de los resultados de la espontaneidad del comportamiento de los agentes económicos y sociales, un Estado y unas funciones que han de ser reducidos al mínimo imprescindible".
No obstante, Vargas Llosa "señala los peligros de un liberalismo económico desaforado cuando éste incurre en el mercantilismo". Por cierto, que el liberalismo, según lo concibió, es muy distinto del conservadurismo.
En El pez en el agua (1993), un libro de memorias, da cuenta de su periplo político: cómo viró del marxismo y del existencialismo al liberalismo.
Sintetiza aquí el escritor todo su ideario, influido por los autores citados y por gobiernos como el de Margaret Thatcher, que "puso en marcha un programa de reformas radicales que sacudió a un país adormecido por un socialismo anticuado y letárgico", según escribió el propio escritor en un obituario sobre la primera ministra británica.
Elecciones en Perú y traslado a España
Con esas credenciales regresó a su país, para enfrentarse a Alberto Fujimori en las elecciones presidenciales de 1990. El futuro premio Nobel pudo haber sido presidente de su país, pero Fujimori lo derrotó en la segunda vuelta de los comicios y Vargas Llosa se refugió en España, donde adquirió la nacionalidad en 1993.
En nuestro país siguió defendiendo la lucha contra las autocracias latinoamericanas, que fue poco a poco trasladando al contexto europeo. Y así, ante el avance de los movimientos bolivarianos en su continente, Vargas Llosa fue acercándose cada vez más al liberalismo y a la derecha política.
Un dilema indisoluble de la realidad lationamericana, por la que toda corriente conservadora se opone al progresismo de raíces populistas que ha marcado este continente y que el autor asoció siempre a la pobreza y el subdesarrollo.
Su devenir político y la oposición al independentismo catalán le hizo desertar en 2019 del PEN Club International, una asociación mundial de escritores fundada en Londres en 1921, que había pedido la libertad para varios líderes del procés. Así, el Vargas Llosa político se abría camino ante el Vargas Llosa novelista e intelectual.
Durante sus últimos años dejó declaraciones muy polémicas, como la que hizo en 2021, cuando afirmó que "los latinoamericanos saldrán de la crisis cuando descubran que han votado mal".
"Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad en esas elecciones, sino votar bien", dijo en la convención nacional del PP que se celebraba aquel año en Sevilla y donde dijo que su papeleta iría para Pablo Casado.
Ese mismo año también se decantó del lado de Keiko Fujimori, hija de su archienemigo Alberto Fujimori y candidata a las elecciones en Perú frente al candidato de la izquierda Pedro Castillo.
Castillo finalmente se impuso en las presidenciales y Vargas Llosa confirmó ese viaje político que lo llevó del idealismo izquierdista de mediados del siglo XX a las antípodas ideológicas seis décadas después.