De izquierda a derecha, los pensadores germanos Rüdiger Safranksi, Wolfram Eilenberger y Philipp Blom. Diseño: Rubén Vique

De izquierda a derecha, los pensadores germanos Rüdiger Safranksi, Wolfram Eilenberger y Philipp Blom. Diseño: Rubén Vique

Letras

Una Alemania sonámbula en busca de nuevo rumbo: tres pensadores ante el desafío de frenar a la extrema derecha

Los pensadores Wolfram Eilenberger, Rüdiger Safranski y Philipp Blom toman la palabra en vísperas de las "históricas" elecciones de este domingo.

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Alemania celebrará elecciones anticipadas este 23 de febrero en un ambiente de inquietud y asombro propiciado por varias circunstancias insólitas. El país ya no es la locomotora de Europa.

La grave crisis económica que sufre y las sombrías perspectivas de su industria han llenado de incertidumbre a su potente clase media, cuyas tasas de ahorro se han disparado. En un país adicto a la estabilidad y al pragmatismo que, hasta hace no mucho, miraba por encima del hombro a sus socios europeos por su fortaleza económica, su poderío industrial y su firme compromiso contra el extremismo político, algunos tabúes han saltado por los aires.

Friedrich Merz (CDU), favorito para sustituir en la cancillería al socialdemócrata Olaf Scholz, ha sugerido la posibilidad, siquiera remota, de un entendimiento con los ultras de AfD, aunque más tarde se ha retractado. Y el debate sobre inmigración –centrado en la necesidad de limitar el derecho de asilo– prácticamente ha monopolizado, junto a la crisis económica y de infraestructuras, la campaña electoral.

En este contexto, El Cultural convoca a tres de los ensayistas alemanes con más proyección internacional, acostumbrados además –como dicta la saludable tradición germana– a intervenir en el debate público. Wolfram Eilenberger (1972) acaba de lanzar en España Espíritus del presente (Taurus), donde sigue los pasos de Adorno, Sontag, Foucault y Feyerabend como parteros de la filosofía actual.

Rüdiger Safranski (1945), que durante diez años presentó en la televisión pública, junto Peter Sloterdijk, el popular programa El cuarteto filosófico, regresa ahora a las librerías españolas con la reedición de su excelsa biografía de Schopenhauer (Tusquets). Philipp Blom (1970), por último, autor de Años de vértigo y de La fractura (ambos en Anagrama), tal vez el ensayista alemán que con más tino y rigor ha desentrañado las subtramas que condujeron a los desastres políticos del siglo XX, se une a ellos desde Viena, donde vive desde 2007.

Multitudinaria manifestación contra la ultraderecha alemana en la ciudad de Marburgo (Hesse), el 27 de enero de 2024

Multitudinaria manifestación contra la ultraderecha alemana en la ciudad de Marburgo (Hesse), el 27 de enero de 2024

Pregunta. Hoy solemos abusar del adjetivo "histórico", sobre todo al hablar de política, pero las elecciones del domingo parece que sí serán más trascendentes que otras, dado el clima nacional y el contexto internacional, ¿no creen?

Philipp Blom. Sí. Estamos en un momento muy importante, neurálgico, diría, en el que se está redistribuyendo el poder mundial. Las elecciones ayudarán a decidir qué papel puede y va a desempeñar Europa en esta situación.

Rüdiger Safranski. Creo que puede haber un cambio a mejor. La política alemana ha perdido el norte y esto podría corregirse. Me refiero a que, por ejemplo, Alemania se ha retirado de la energía nuclear y se ha hecho dependiente del gas de Putin. Alemania quiere ser un modelo europeo en política climática y está arruinando su economía en el proceso, arrastrando con ello a Europa. Alemania se ha metido en la mayor crisis económica desde 1945 y se ha convertido en el verdadero enfermo de Europa. Estas elecciones podrían significar un cambio a mejor y conducir a un mayor realismo. Y eso sería bueno para Europa.

"Alemania quiere ser un modelo europeo en política climática y está arruinando su economía en el proceso". Rüdiger Safranski

P. Pero lo que más escuchamos son los oscuros augurios por un ascenso de la extrema derecha nunca visto a nivel nacional. ¿A qué creen que se debe?

Wolfram Eilenberger. Creo que hay que verlo en el contexto europeo: Alemania solo está experimentando un proceso de armonización. Durante décadas ha habido porcentajes de voto similares en Italia y Francia, en Países Bajos y Dinamarca, incluso en Finlandia. Así que ya no existe una "vía especial" alemana.

R. S. Lo singular, en Alemania, es que el ascenso de la extrema derecha es una consecuencia directa de una política migratoria nefasta que inició Angela Merkel y que continúa hoy. Como resultado, el país ha perdido su equilibrio y la cohesión social está amenazada. Si los partidos establecidos corrigen esta política, es decir, si protegen las fronteras y solo permiten una inmigración controlada, es probable que la extrema derecha vuelva a perder apoyo.

"Por culpa de la política de emigración creo que, si nada cambia, el giro a la derecha seguirá ganando impulso". Wolfram Eilenberger

P. La historia de su país invita a pensar, sin embargo, en una extrema derecha, si no esencialmente distinta, sí con sus particularidades. ¿No temen una impugnación de grandes logros de la República Federal, como el consenso sobre la cultura de la memoria? ¿Temen un ascenso del revisionismo y del nacionalismo?

W. E. En nuestro caso debemos tener en cuenta también la división que aún existe entre Este y Oeste en términos de cultura política. Lo que vemos hoy en algunas partes del Este [se refiere a los altísimos porcentajes de voto que obtendrá la AfD en la antigua RDA; en 2024, en las elecciones de Turingia, AfD se convirtió en el primer partido de extrema derecha que ganaba unas elecciones regionales desde la Segunda Guerra Mundial, aunque no gobierna gracias al cordón sanitario] indica una profunda erosión de los valores constitucionales fundamentales.

»Lo más esperanzador que podría decirse, sin embargo, es que no todos –probablemente ni siquiera la mayoría– los que están descontentos con la actual política de inmigración y asilo son derechistas acérrimos. En materia de inmigración, en Alemania vivimos desde hace más de cuatro décadas en un sistema profundamente disfuncional, lleno de absurdos y bloqueos sin sentido. Yo también creo que, si nada cambia, el giro a la derecha seguirá ganando impulso.

"El discurso de los políticos identitarios es un triste refrito de viejas teorías de la conspiración y de ideas racistas". Philipp Blom

P. B. No soy un experto en propuestas concretas de la extrema derecha, llevo muchos años fuera. Pero, por lo que veo, el discurso de los políticos identitarios, de los conservadores golpistas en torno al príncipe Reuss [Heinrich III, el aristócrata y empresario de ultraderecha arrestado por intentar liderar un golpe de Estado en 2022] y de la AfD me parece un triste refrito de viejas teorías de la conspiración y de ideas racistas.

»Son las mismas mentiras que los antisemitas difundían en torno a 1890 sobre el reemplazo de población en Europa y sobre la conspiración de los capitalistas. En última instancia, nunca se trata de la verdad histórica o de buenos argumentos, sino de sentimientos y miedos canalizados.

¡Nuestro país primero! fue el lema que movilizó el 18 de enero de este año a la derecha alemana contra la política gubernamental en Ucrania

"¡Nuestro país primero!" fue el lema que movilizó el 18 de enero de este año a la derecha alemana contra la política gubernamental en Ucrania

R. S. Hay que tener claro que no necesitamos nacionalismo y por eso hay que luchar contra la extrema derecha: el racismo y el chovinismo son peligrosos. Pero debemos aferrarnos a la importancia de la nación. No vivimos en una era posnacional. Europa es una unión de naciones, no la superación de las naciones, y la UE no puede sustituirlas. La nación es el formato adecuado para la democracia y el Estado del bienestar, porque la estructura del Estado no debe ser demasiado grande, de lo contrario desaparecerán la democracia y la cohesión social.

"Para los jóvenes de hoy, la Segunda Guerra Mundial no está más cerca que la Guerra de los Treinta Años, es algo lejano". Philipp Blom

P. Este año se celebra el 80º de la liberación de Auschwitz y del fin de la Segunda Guerra Mundial. Se ha hablado mucho de la trivialización de los centros conmemorativos debido al turismo de masas y a la distorsión de la verdad histórica que trasladan las ficciones comerciales en el peor sentido. ¿Creen que esa trivialización existe? ¿Creen que es inevitable?

R. S. Probablemente lo sea, sí. La historia se trivializa por dos razones: la creciente distancia en el tiempo y la comercialización. Esto implica el riesgo de que ya no se reconozca debidamente el peligro del antisemitismo, por ejemplo cuando alguien, como ocurre hoy en día, se disfraza de propalestino.

W. E. Yo también creo que es inevitable cuando pasa el tiempo. Puede sonar duro, pero el recuerdo histórico, sobre todo cuando tiene forma de horror histórico, no puede permanecer estable a lo largo de generaciones. Ni siquiera en los casos que marcan el punto más bajo de lo que un ser humano puede hacerle a otro. Pero he de decir que, en realidad, no veo una tendencia general a la trivialización del recuerdo. La voluntad política de mantener vivo el oscuro legado histórico como recordatorio sigue siendo fuerte. Pero choca con límites generacionales.

"El actual populismo de derechas no es equiparable al fascismo ni al nacionalsocialismo, mucho más brutales". Rüdiger Safranski

P. B. Claro, es que para los jóvenes de hoy la Segunda Guerra Mundial no está más cerca que la Guerra de los Treinta Años. Es un acontecimiento histórico lejano. Es difícil sentir lo mismo ante algún hecho presente que ante aquello con lo que ya no tienes una conexión personal, porque no conoces a nadie que lo haya vivido. Pero al final se trata de principios que no deben depender de acontecimientos históricos concretos. Hoy tenemos a mano bastantes sucesos a los que podemos aplicar lo aprendido del régimen nazi y de la Shoah sin perdernos por completo en una fijación ritualista en un capítulo concreto de nuestro pasado.

P. Es un pasado que usted, señor Blom, aborda en sus libros desde la perspectiva de personas que, más que protagonizar los acontecimientos, fueron víctimas de ellos. ¿Lo que se vive hoy en Europa le recuerda a alguna época pasada?

P. B. Hay muchos ecos, aunque los ecos pueden resultar engañosos. Pero lo que veo a mí me recuerda constantemente un libro de Christopher Clark, Sonámbulos (Galaxia Gutenberg, 2021), en el que se narra una época en que la tecnología impulsa el cambio y las élites caminan al desastre con los ojos bien abiertos. Es un libro que explica además la historia europea desde una perspectiva muy actual.

"El espíritu de la libertad está amenazado porque Putin quiere dominar Europa. Por eso hay que apoyar a Ucrania". Rüdiger Safranski

P. En los años treinta se dio un descrédito de la democracia y gran parte de la población europea se decantó por opciones ideológicas totalitarias, ya fuera el comunismo o el fascismo. ¿Creen que hoy está pasando algo parecido?

P. B. Yo ahí percibo otro eco, sí. En los años treinta la democracia parecía desacreditada porque no podía propiciar un cambio real, porque no ofrecía utopías como el fascismo o el comunismo y no era capaz de proteger a las personas corrientes del poder destructivo del mercado. Hay claras resonancias hoy. Pero también hay diferencias. Fijémonos de nuevo en el tema migratorio. Hoy no solo hay mucha migración, sino que la demografía se ha invertido. Europa es un continente que envejece. Esto crea perspectivas diferentes, miedos diferentes.

R. S. El actual populismo de derechas no es equiparable al fascismo ni mucho menos al nacionalsocialismo. El fascismo y el nacionalsocialismo fueron mucho más brutales y destructivos que todos estos movimientos de derechas. No hay que demonizarlos. En la actualidad, la izquierda y la derecha intentan utilizar las instituciones democráticas a su favor, no destruirlas.

»El comunismo estalinista tiene hoy pocos amigos en Europa, así que no constituye una amenaza. Pero los amigos de Putin existen y son realmente un peligro. Hablo de la AfD en Alemania, de Marine Le Pen en Francia y de Orban en Hungría. El espíritu de la libertad está amenazado porque Putin pretende dominar Europa. Por eso es tan importante apoyar a Ucrania en la lucha contra la agresión rusa. Ahí está en juego nuestra libertad. España está lejos, pero en Alemania estamos más cerca del peligro.

"Hoy el desafío al que se enfrentan las democracias liberales tiene una forma nueva y potencialmente mortal". Wolfram Eilenberger

W. E. Hoy el desafío al que se enfrentan las democracias liberales tiene una forma nueva y potencialmente mortal. Pero la dinámica actual no es en absoluto congruente con el paulatino estrechamiento que condujo a los totalitarismos en los años treinta. Pintar siempre el diablo de los años treinta en la pared política es un síntoma de impotencia que, paradójicamente, nos tranquiliza. Esa idea de: "¡Ya hemos visto esto antes y sabemos cómo acaba!". No es precisamente mi impresión ahora, la verdad: ni siquiera sabemos del todo lo que está ocurriendo, así que, en realidad, no tenemos ni idea de adónde puede llevarnos esta vez.

P. Blom ha mencionado antes Sonámbulos, de Christopher Clark, como un libro que nos ayuda a entender el presente. ¿Se les ocurren otros autores y obras que ayuden a entender lo que Alemania y, por tanto, Europa, tiene por delante?

W. E. En Alemania vivimos una época dorada de la sociología y en los últimos años han aparecido muchos análisis esclarecedores del presente, como Verlust [Pérdida] de Andreas Reckwitz o Unhaltbarkeit [Insostenibilidad] de Ingolfur Blühdorn. Pero si, más allá de los protagonistas de mi último libro, tuviera que nombrar a un solo autor que aún sea capaz de iluminar mi presente, citaría a Borges. Creo que encarna la verdadera inteligencia profética del siglo pasado y del nuestro. Por eso es el padrino silencioso de mi última obra.

R. S. Como el moralismo amenaza hoy con suplantar al realismo en la política alemana, me gustaría recomendar a mis compatriotas un libro de 1968: Moral und Hypermoral, del gran antropólogo y filósofo Arnold Gehlen, convertido ya en un clásico. Creo que también podría ser importante para los lectores españoles.