
Elizabeth Strout, escritora. Foto: Leonardo Cendamo
Elizabeth Strout: traiciones, acosos, suicidios y derrotas de la vida en 'Cuéntamelo todo', su nueva novela
La escritora, con una voz inteligente y llena de matices, reúne a personajes conocidos de sus exitosos libros anteriores e inserta un asesinato en la trama.
Más información: Elizabeth Strout, escritora: "El de la vivienda es uno de los principales problemas en EE.UU., aparte de Trump"
Cuando a Elizabeth Strout (Portland, 1956) le otorgaron el Premio Pulitzer en 2009 por Olive Kitteridge, el retrato de una profesora jubilada de lo más borde, algunos pomposos cronistas pensaron que se trataba de una historia anodina en el pequeño pueblo de Crosby. Dicha obra fue ganadora también de los premios Llibreter, Bancarella y Mondello, y fue convertida en una serie de televisión que obtuvo seis Emmy.
En realidad, Strout nunca ha salido de ese pueblo de ficción, Crosby, en el estado de Maine. En el fondo geográfico que sirve de base a varias de sus novelas se entrecruzan historias y personajes que tienen que ver con el supuestamente aburrido Crosby. En novelas posteriores como Los hermanos Burgess los dos abogados Burgess, Jim y Bob, escapan de Crosby, su pueblo natal, dejando allí a su hermana Susan, para instalarse en Nueva York, pero suelen regresar a los escenarios de su origen.
Luz de febrero, cuyo título original es Olive, again, es la secuela de Olive Kitteridge, cuya perspicaz mirada sobre los habitantes de la localidad, escudriña todos los pecados, pero también encuentra el modo de absolverlos. En Lucy y el mar, Lucy Barton, una madura escritora, y su exmarido William, científico, deciden pasar juntos la cuarentena de la Covid en Maine, en una casa junto al mar cerca de Crosby. Ambos fueron protagonistas de otras novelas de Strout, Me llamo Lucy Barton y Ay, William, finalista del Premio Booker y uno de los mejores libros del año según The Times.
La astucia de Elizabeth Strout está en crear una suerte de vasos comunicantes entre todos sus personajes, que cobran más o menos protagonismo según la novela. Los dibujos del artista neerlandés M.C Escher, con esos espacios unidos y desunidos de sus edificios, con escaleras que van de una casa imposible a otra, se parecen al abigarrado mundo narrativo de Strout. Cada ser está solo y a la vez intercomunicado con muchos más.
Strout observa esas soledades y rupturas terribles, lleva a los protagonistas al límite de la depresión o los relaja, gradúa los deseos no expresados y las culpas con las que carga cada uno de ellos. Según su propia explicación, Strout cree que las relaciones personales entre los seres tienden a ser confusas. Su método es situar a sus personajes en arenas movedizas emocionales y, casi siempre, con minúsculos dramas consigue absorber la atención del público para dejarlo observando por una mirilla las situaciones que ocurren en el pintoresco Crosby o en otros escenarios relacionados.
Cuéntamelo todo arranca con una frase inaugural un tanto engañosa: "Esta es la historia de Bob Burgess, un hombre alto y robusto que vive en el pueblo de Crosby, Maine, y tiene sesenta y cinco años en la época en que hablamos de él".
Lo cierto es que aquí vamos a encontrarnos con muchos de los habituales de Crosby: la señora Kitteridge ya nonagenaria, ahora viviendo en una urbanización de jubilados; Lucy Barton y su ex, William, que han decidido seguir en la costa, ya pasada la pandemia; el hermano de Bob, el exitoso y atormentado por la muerte de su esposa Jim Burgess que vendrá a consolarse a la tierra del origen; la esposa de Bob, la estirada Margaret Estaver, pastora de la iglesia unitaria. Pero también aparecen, fugazmente, Pam, la exesposa alcohólica de Bob; Larry, el hijo díscolo de Jim, o Susan, la hermana de los Burgess.
Audazmente, Strout ha juntado aquí a muchos de nuestros conocidos de Crosby y los ha mezclado con otros personajes. Son las personas de las historias que se cuentan, Lucy Barton y Olive Kitteridge, en unos encuentros para recordar hechos de gentes que han conocido y que llaman "vidas inéditas" o "vidas no registradas".
Casi todas esas historias son tristes y se relatan con multitud de detalles. Cuando Lucy se pregunta qué sentido tiene la vida de determinada persona, Olive responde: "¿Me estás preguntando qué sentido tenía la vida de esa joven? ¿Qué sentido tiene la vida de cualquiera?". Y Lucy Barton responde: "Bueno, sí. ¿Qué sentido tiene la vida de cualquiera".
Entre las vivencias de tal cúmulo de personajes hay viejas culpas y heridas familiares. Y amor. Todo discurre como un retrato de cualquier sociedad
En esa colmena, desde luego Bob Burgess es la espina dorsal, porque el resto de los episodios están trenzados a su alrededor. La novela está dividida en cuatro grandes piezas, cada una con el título de "Libro". En el "Libro Segundo", el cuerpo de Gloria Beach, una anciana desaparecida, es hallado en la charca de una cantera a cierta distancia de Crosby. Bob Burgess, ahora abogado en el pueblo, defenderá al hijo de la asesinada, Matt Beach, un personaje patético al que toda la comarca culpa del homicidio. La otra hija de Gloria, Diana, no vive en el pueblo pero aparecerá para la investigación.
El vigor de la novela aumenta con esta trama negra, sin que el punto fuerte de Strout, la observación emocional, disminuya en absoluto. Bob Burgess además se ha hecho íntimo amigo de Lucy Barton, y es una amistad hermosa, de relajarse en unos paseos semanales frente al mar, hablando de sí mismos. Es en uno de esos momentos cuando Lucy le dice a Bob: "Cuéntamelo todo".
Y como en toda la narrativa de Strout, aquí se cuentan los detalles más ínfimos, pero también hay muchos silencios. ¿Es amor lo que siente Bob por Lucy? ¿O es el amor y la comprensión de la amistad? En cualquier caso, los silencios en ocasiones son elocuentes.
Cuéntamelo todo es una novela que pese al reducido espacio geográfico donde transcurre, difícilmente podría pasar por un mundo cerrado. Entre las vivencias de tal cúmulo de personajes hay acosos en la infancia, traiciones, suicidios, derrotas de la vida, viejas culpas, complicidades, casos de pobreza física y espiritual, heridas familiares, abandonos, solidaridad. Y también amor, un amor realista, y tal vez un modo de resignarse ante los amores imperfectos. Con la intensidad y la curiosidad de la autora todo discurre como un retrato de cualquier sociedad en cualquier tiempo.
La narradora omnisciente es alguien que conoce muy bien Crosby, porque habla de sus cambios de luces, de sus entramados sociales, de sus edificios: "Cuando llegabas al centro del pueblo veías una casa grande de ladrillo…" Un narrador omnisciente y un autor no suelen ser la misma persona, pero recordemos que Elizabeth Strout vive entre Nueva York y la ciudad de Brunswick, en la costa de Maine, curiosamente muy similar, hasta en el nombre, a Crosby.
Por eso arriba se ha dicho una "narradora" omnisciente, desde luego, con una voz inteligente y llena de matices, muy cercana a la de Strout. Vidas corrientes, observadas por una escritora extraordinaria.