José Manuel Benítez Ariza

José Manuel Benítez Ariza

Letras

Benítez Ariza da los buenos días a la poesía

La rehabilitación de lo real cotidiano está presente en 'Laberinto', un libro en el que el gaditano despliega su poética alineada con la tradición anglosajona, elegantemente autobiográfica

14 febrero, 2023 02:22

José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963), crítico, narrador, diarista y traductor, ha publicado las novelas reunidas en Trilogía de la Transición (Dalya, 2018), libros de relatos como Lluvia ácida (Algaida, 2004) y Sexteto de Madrid y otros cuentos (Hipálage, 2007) y, sobre todo, de poesía: Panorama y perfil (Canto y Cuento, 2014), Arabesco (Pre-Textos, 2018) y Realidad (Isla de Siltolá, 2020), entre otros. Su obra está antologada en Casa en construcción (Renacimiento, 2007) y Nosotros los de entonces. Poesía amatoria (La Isla de Siltolá, 2015).

Laberinto

José Manuel Benítez Ariza

Renacimiento, 2022. 92 páginas. 16 €

En otro contexto, Mário Cesariny se refirió a “la rehabilitación de lo real cotidiano”, lo que sirve para definir esta poética alineada con la tradición anglosajona. Elegantemente autobiográfica. Que “habla de asuntos cotidianos pero buscando el lado insólito y prodigioso que tiene la realidad cuando se la mira con detenimiento”.

No podría haber elegido mejor comienzo que el poema “Buenos días”, donde saluda a los seres y las cosas con las que suele encontrarse a diario: “¿Os veo mañana?”. “Abecedario” de estructura parecida, enumera a personas y dice de qué han fallecido: “Azucena, de frío”.

La incipiente vejez sesentera está en “When I’m sixty-four” (un guiño a los Beatles) y “Dos canciones”; la segunda, “In memoriam”, dedicada a su madre.

La pobreza de un masái y la de su abuela se dan la mano en un poema donde prima la emoción. Como en “La canal”, donde regresa la infancia, o “Escayolista”, donde reconoce que las técnicas del oficio de su padre le sirven para la escritura. En “Leyendo a Montaigne”, la incertidumbre. En “Laberinto” apreciamos con qué poco -un paseo familiar- puede construirse un poema. Como en “Reencuentro” (en Cádiz) o “Días de hospital”. Basta acaso saber observar.

A los pájaros felices destina una sección. A Irlanda, un “cuaderno” en el que nos muestra su faceta de viajero y dibujante.

Un puñado de haikus abre la última parte. Allí, los amaneceres, las flores humildes de muros y cunetas, Benaocaz, la niebla, las verduras, un gato… y “La Dama”, “un buen lugar para morir”.