Almudena Grandes. Foto: Tusquets

Almudena Grandes. Foto: Tusquets

Letras

La novela que sirvió como “refugio” a Almudena Grandes en el final de su vida

La escritora llegó sin fuerzas al último capítulo de 'Todo va a mejorar' y le pidió a su esposo, Luis García Montero, que lo escribiera por ella

10 octubre, 2022 15:35

“Todo va a mejorar”. El esperanzador título de la novela póstuma de Almudena Grandes (Madrid, 1960-2021) es también un arma de doble filo. Lo mismo que funciona como contrapunto del duelo por la prematura muerte de la escritora, llorada por colegas, lectores y madrileños que la despidieron junto a sus libros en el cementerio civil de la capital, es también una frase utilizada desde el cinismo por los antagonistas de esta historia. En una situación de emergencia ambientada en un futuro cercano (2031-32-33) un gran empresario y su jefa de gabinete se aprovechan de la incertidumbre para prometer a los ciudadanos un falso progreso basado en consignas populistas.

La novela póstuma de Grandes fue presentada este lunes en el salón de actos de la Biblioteca Nacional por Juan Cerezo, editor de Tusquets, y Luis García Montero, viudo de la escritora, que desveló los entresijos de la batalla entre “el narcisismo hedonista” de Movimiento Ciudadano, el partido político que se ha hecho con el control del país en esta novela, y la gente que resiste con dignidad las medidas cada vez más autoritarias. Un Gran Apagón, que nos recuerda a la recién estrenada serie de Movistar Plus de cinco capítulos en la que intervienen cinco directores y cinco guionistas, ha generado el caos, el caldo de cultivo más idóneo para los especuladores.

Grandes tenía pensada la temática del que iba a ser el séptimo y último de los Episodios de una guerra interminable, la saga de novelas proyectada por la escritora que comprendía los años que iban desde la II República hasta la llegada de la democracia. Sin embargo, la realidad acuciante se cruzó en su camino en un contexto de pandemia, por lo que durante las semanas de confinamiento decidió posponer la historia de los topos del franquismoMariano en el Bidasoa, se iba a llamar, pero nunca llegó a escribirse— y el 7 de mayo de 2020 comenzó a escribir Todo va a mejorar. “Me di ese regalo en el día de mi 60 cumpleaños”, confesaría la autora poco antes de morir.

[Tusquets publicará en octubre 'Todo va a mejorar', novela póstuma de Almudena Grandes]

“Empecé un proceso curioso que no habría podido pasar sino en el confinamiento. En cinco semanas me escribí un moleskine y la mitad de otro. Como no podía andar por las calles de Madrid para pensar, como suelo hacerlo cuando escribo, lo hice por el pasillo de mi casa todas las tardes durante hora y media. Llegó un momento en que no veía las paredes sino lo que tenía en mi cabeza”, explicaba Grandes en unas declaraciones reveladas por Tusquets, el sello que publica la novela póstuma y se hizo cargo de la edición de sus obras durante casi tres décadas.

En esta “novela de anticipación”, como ha sido denominada por Cerezo y el propio García Montero, las contingencias distópicas no tan alejadas de nuestra actualidad convergen con un optimismo impropio de una autora que atravesaba semejante situación de salud y, sin embargo, no se olvidó de los más desfavorecidos hasta el final de su vida. Igual que hizo con Los besos en el pan en 2008, cuando aplaza sus Episodios para retratar la crisis económica en los barrios madrileños, Todo va a mejorar dignifica a los activistas que “se echan al monte” y “se ponen al servicio del país” para salvar la democracia, explicaba García Montero.

Juan Cerezo, editor de Tusquets; Aitana Sánchez-Gijón, actriz; Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional; y Luis García Montero, poeta, director del Instituto Cervantes y viudo de Almudena Grandes

Juan Cerezo, editor de Tusquets; Aitana Sánchez-Gijón, actriz; Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional; y Luis García Montero, poeta, director del Instituto Cervantes y viudo de Almudena Grandes

El poeta, entonces esposo de la narradora, se vio impelido a escribir el último capítulo de la novela, “La Transición”, cuando se agotaron las fuerzas de Grandes. “No quise hacer literatura”, aseguraba en la presentación, sino que se limitó a seguir sus “sugerencias” para completar la narración. La otra petición fue que la novela fuera publicada en Tusquets, como siempre. Cerezo, profundamente honrado, asegura que la autora encontró en la escritura de esta novela “un refugio” para soportar sus circunstancias personales y “un motivo de dedicación exclusiva”. El editor ha tenido, asimismo, la audacia de comparar esta obra, por lo que tiene de profética, con la célebre 1984, de George Orwell. El tiempo dirá.

En todo caso, García Montero no puede evitar la relación de hechos como el hackeado de la televisión iraní este fin de semana por parte de los revolucionarios con los informáticos de Todo va a mejorar, que utilizan sus conocimientos “para combatir la mentira y los populismos”, según sus palabras. En la misma línea, se ha expresado a propósito de la recurrente expresión “todos son iguales”. En realidad, “esta frase hace daño a la democracia”, pues considera que “necesitamos a la política y a las instituciones”.

Escritora antes que famosa

Volviendo a la novela, “estuvo redactándola hasta las últimas semanas”, ha dicho García Montero, que celebra la “disciplina” de Grandes a la hora de acometer la escritura de sus obras. Ha revelado, además, que aunque “no te dejaba leerla hasta que no estaba terminada”, la familia “convivía con los personajes” durante todo el proceso. Lo mismo que en los Episodios “parecía que estábamos en los años 40 de la España franquista”, en la última había una sensación de transcurrir por una atmósfera ambientada en el futuro. Sobre su legado como escritora, García Montero resalta aquella “decisión de ser escritora antes que famosa” tras su éxito con Las edades de Lulú, ópera prima de Grandes.

Como apoyo a la presentación de la novela, la actriz Aitana Sánchez-Gijón subió al estrado para hacer una lectura de dos fragmentos. Lectora entusiasmada de Grandes, se ha emocionado mientras el poeta la escuchaba atentamente con uno de sus gestos característicos: el codo derecho apoyado sobre el reposabrazos, la palma de la mano abrazando el mentón y el dedo meñique, libre de contacto con el rostro, oscilando por encima del labio superior a derecha e izquierda. A pesar de lo emotivo, ineludible, ha sido un acto sobrio, a la altura de una de las más grandes narradoras contemporáneas españolas.