Bryan Washington. Foto: Dailey Hubbard

Bryan Washington. Foto: Dailey Hubbard

Letras

'Memorial', de Bryan Washington: la extraña pareja gay interracial

La primera novela del joven escritor estadounidense es inteligente, punzante y divertida, y no va solo de “eso”, por más que esté flotando en el ambiente

19 julio, 2022 03:16

Hay novelas que, sin querer/poder evitarlo, se boicotean en parte a sí mismas al contener en sus tramas determinados elementos excesivamente identitarios que podrían plantear una recepción ambigua según quien se suponga sea su lector objetivo.

Memorial
Bryan Washington
Traducción de Lucía Barahona Anagrama, 2022 352 páginas. 20,90 

Así, a algunos les resultará atractivo per se que una obra comoMemorial (2020), la primera novela del joven y celebrado escritor Bryan Washington (Kentucky, 1993) gire en torno a las tribulaciones de una pareja gay interracial, formada por un afroamericano (Benson) y un japonés americanizado (Mike), además de interclasista, al pertenecer el primero a cierta clase pudiente y el segundo a la más pura clase trabajadora, inmigrante para más señas. A otros muchos, en buena lógica, esta premisa tan a priori “programática” podrá resultarles un hándicap, movidos como estamos tantos por el prejuicio que asola a todo lo que tenga que ver con las bonhomías y lo políticamente correcto.

Qué duda cabe que Memorial, un texto de lo más inteligente, tan punzante como divertido, no va solo de “eso”, por más que “eso” esté innegablemente flotando en el ambiente y bien está que esté, pues sería injusto negarle a Washington las obvias intencionalidades de su narración.

Con todo, y afortunadamente, lo más meritorio de Memorial está, como debe ser, en su interior, específicamente en su escritura, sobre todo en el elocuente desparpajo técnico con el que Washington nos plantea, a través de dos capítulos de largo aliento (más un tercero que sabe a coda) bien diferenciados, contado cada uno de ellos desde un punto de vista distinto (personal, estilística y geográficamente hablando), los claroscuros de la nada idílica y sin embargo muy humana, muy mundana (y muy universal), relación de pareja que viven sus dos protagonistas, por otro lado tan bien trazados sentimentalmente en estas páginas.

Uno de los grandes hallazgos de esta novela está así en su estructura y en los juegos de relleno que en el segundo capítulo se dan a las elipsis vitales planteadas en el primero. Elipsis que juegan a su vez no solo con todo lo que tiene que ver con una tortuosa relación amorosa sino con la forma en que la misma afecta a lo que les rodea, incluida la familia, dibujada aquí como gran catalizadora de los desajustes emocionales que parecen sufrir tanto Mike como Benson, consecuencia de haberse criado en hogares desestructurados.

Lo más meritorio de Memorial está en su escritura, sobre todo en su elocuente desparpajo

Memorial se apoya así en la clásica tensión dramático-cómica de la “extraña pareja”, con el añadido de la cuestión cultural, pues una parte de la historia transcurrirá en Texas y la otra en Osaka (y hasta aquí podemos leer), con su consiguiente contrapunto folclórico.

La citada alternancia de puntos de vista, tan efectiva desde un punto de vista narrativo, se resiente no obstante en su equilibrio, al tratar Washington de dar la misma entidad (esto es, el mismo número de páginas) a la historia de Benson (mucho más honda en su analítica) que a la de Mike (en cierta medida más esquemática). 

Por otro lado, es posible que Washington abuse también de su indudable ingenio a la hora de cargar con tinta ácida los sin duda brillantes diálogos que despliega a lo largo de su texto, que por exceso de brillantez pueden acabar en ocasiones sonando repelentes. La historia, por otro lado, termina concluyendo de forma un tanto artificial, ofreciendo quizás demasiados paralelismos entre sus personajes principales.

Peguillas al margen, Memorial es en cualquier caso una novela de lo más meritoria, llena de vida y, por qué no decirlo, de buenas intenciones, sin que ello implique que el entramado de relaciones aquí planteado no esté repleto de aristas espinosas, afiladas con enorme mala leche por un Bryan Washington que durante casi todo el tiempo consigue hacer confluir sus pretensiones éticas y estéticas.