Carmen Laforet (c), Carmen Martín Gaite (i) y Mercè Rodoreda (d) encabezan la lista de las 25 mejores novelas españolas escritas por mujeres.  Ilustración de Jorge Arévalo

Carmen Laforet (c), Carmen Martín Gaite (i) y Mercè Rodoreda (d) encabezan la lista de las 25 mejores novelas españolas escritas por mujeres. Ilustración de Jorge Arévalo

Letras

Las 25 mejores novelas españolas escritas por mujeres (siglos XX-XXI)

'Nada', de Carmen Laforet; 'Entre visillos', de Carmen Martín Gaite; y 'La plaça del Diamant', de Mercé Rodoreda, son los tres libros más votados en la encuesta de El Cultural.

7 marzo, 2022 02:17

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Aunque hay quien cree, con Italo Calvino, que cada elección “tiene su anverso, es decir, una renuncia, por lo que no hay diferencia entre el acto de elegir y el acto de renunciar”, lo cierto es que ahora que las redes parecen habernos sumergido en un igualitarismo cultural a la baja y vale lo mismo un clásico grecolatino que el tuit de una influencer, resulta casi imprescindible jerarquizar desde el conocimiento, el sosiego y la razón.

Por eso, en vísperas del Día Internacional de la Mujer, El Cultural ha invitado a un comité de expertos compuesto por quince especialistas (escritoras, críticos, profesores universitarios, académicas), grandes lectores todos ellos, a que revisen las novelas escritas por autoras españolas en los siglos XX y XXI, es decir, desde 1901 a 2021 para elegir las veinticinco mejores.

El resultado ha sido abrumador: para nuestros cómplices, Nada, de Carmen Laforet, es LA novela de los dos últimos siglos. Galardonada con el primer Premio Nadal en 1945, esta encuesta supone su victoria final sobre aquel torpe censor que permitió su publicación porque era una “novela insulsa, sin estilo ni valor literario alguno”.

Han participado en esta encuesta: Eduardo Becerra, Pilar Castro, Paloma Díaz-Más, Soledad Fox, Germán Gullón, Lola López Mondéjar, Fran G. Matute, Begoña Méndez, Nadal Suau, Rafael Narbona, Elvira Navarro, Rosa Navarro Durán, Ascensión Rivas, Santos Sanz Villanueva y Lourdes Ventura.

1. Nada (1945), de Carmen Laforet 

Aparquemos por un momento las toneladas de bibliografía en torno a Nada, el Premio Nadal que obtuvo su condición de lectura obligatoria para varias generaciones de bachilleres, la mitología discreta que rodea a Carmen Laforet, las teorías sociales o psicológicas, los tópicos filológicos… Y vamos a pensar desde otros lugares. Yo trabajo en una escuela de adultos. Este cuatrimestre, mis alumnos tienen entre dieciocho y cincuenta años, historiales académicos fallidos, ningún hábito lector… Y a menudo son listísimos. Sigue leyendo el texto de Nadal Suau.

2. Entre visillos (1958), de Carmen Martín Gaite

En el transcurso de los años 50 de la anterior centuria se produjo una renovación generacional en la literatura española. Los jóvenes llamados “niños de la guerra” se asentaron en confrontación con los antecesores, los Cela, Delibes o Agustí. La gente de la nueva oleada, la “generación del medio siglo”, era, en su mayor parte, universitaria y de clase acomodada. Sus miembros, aunque hijos de los vencedores, pronto se opusieron a la dictadura. Sigue leyendo el texto de Santos Sánz Villanueva.

3. La plaça del Diamant (1962), de Mercè Rodoreda

Escrita en catalán por Mercè Rodoreda (Barcelona, 1908 - Gerona, 1983), y traducida al castellano tres años después por Pere Gimferrer, el argumento de La plaça del Diamant se centra en un tiempo de nuestra Historia reciente, en los difíciles años que van desde la Segunda República a la Posguerra, pasando por la Guerra Civil, y cuenta la vida ordinaria de una mujer de barrio, tal como se desarrolla en la Barcelona de entonces. Sigue leyendo el texto de Ascensión Rivas.

4. Primera memoria (1960), de Ana María Matute

La sustancia dentro de la que respiran los personajes de Primera memoria, de Ana María Matute (Barcelona, 1925-2014) está enrarecida por la guerra civil, que discurre en segundo plano. Novela de aprendizaje, Matute, como otras autoras de las llamadas “niñas de la guerra”, presenta a una adolescente, Matia, en su traumático paso de la infancia a la juventud. La protagonista evoca en primera persona la estancia con su tiránica abuela en una isla, sin duda Mallorca, donde la guerra civil es solo un rumor. Sigue leyendo el texto de Lourdes Ventura.

5. Memorias de Leticia Valle (1945), de Rosa Chacel

Rosa Chacel perteneció como narradora de peso a la Generación del 27. Discípula díscola de Ortega y Gasset, colaboradora de la Revista de Occidente, amiga de Cernuda y de Alberti, inicia en el 37 el exilio con su hijo, desgajada de su esposo, Timoteo Pérez Rubio, con quien se reuniría al final de la guerra, para instalarse en Buenos Aires y más tarde en Río de Janeiro. Memorias de Leticia Valle se publicó en 1945, en Argentina. Sigue leyendo el texto de Lourdes Ventura.

6. El mismo mar de todos los veranos (1978), de Esther Tusquets

En 1978, cuando España entraba de lleno en la democracia, Esther Tusquets (Barcelona, 1936-2012), tras una importante carrera como editora al frente de Lumen, irrumpe en la literatura con El mismo mar de todos los veranos. El libro revolucionó la escritura de mujeres hasta ese momento, creando un lenguaje y un ritmo de composición musical. Deslumbrante y barroca, la novela, enmarcada en el flujo de conciencia que se relacionó entonces con Virginia Woolf, inauguró, por su temática y estilo, una nueva forma de narrar en España. Sigue leyendo el texto de Lourdes Ventura.

7. El sur (1985), de Adelaida García Morales

Adelaida García Morales publicó esta novela corta en 1985. Se trata de un maravilloso relato sobre la ausencia en el que se cuenta la relación entre un padre y su hija adolescente, lo que incluye el tránsito de ella desde la niñez a la pubertad. La historia parte además de una situación tan dolorosa como el suicidio del progenitor. A lo largo de las páginas, la narradora trata de desentrañar los misterios que rodean a la figura paterna. Sigue leyendo el texto de Ascensión Rivas.

8. Olvidado rey Gudú (1996), de Ana María Matute

En Olvidado rey Gudú, la novela que Ana María Matute publicó en 1996, se cuenta una historia muy compleja en la que aparecen mezcladas las circunstancias vividas por cinco generaciones y las anécdotas que suceden en un reino desde que nace hasta que desaparece. La autora construye todo un universo literario que se desarrolla en un hipotético país centroeuropeo durante el siglo diez. Sigue leyendo el texto de Ascensión Rivas.

9. Barrio de Maravillas (1976), de Rosa Chacel

Publicada en plena transición, en 1976, por la vallisoletana Rosa Chacel, Barrio de Maravillas es la primera novela de una trilogía que tiene como título genérico Escuela de Platón, completada años después con los volúmenes Acrópolis (1984) y Ciencias naturales (1988). La obra, de marcado carácter autobiográfico, retrata la vida en el Barrio de Maravillas de Madrid, que en la actualidad ha cambiado ese nombre por el de Malasaña. Sigue leyendo el texto de Ascensión Rivas.

10. Tea Rooms. Mujeres obreras (1934), de Luisa Carnés

Olvidada durante décadas, Luisa Carnés (Madrid, 1905 - México D.F., 1964) fue una de esas grandes narradoras del 27 castigadas por el exilio y la desmemoria. De origen humildísimo y formación autodidacta –a los once años tuvo que dejar los estudios para entrar de aprendiza en una sombrerería y así ayudar a su numerosa familia–, Carnés retrató en Tea Rooms. Mujeres obreras el Madrid mísero de los años 30, el de los que buscaban desesperadamente trabajo para poder comprar al fin “batas para todos y ropa de abrigo, y botas, y quizás alguna tarde de domingo una sesión de cine”. Sigue leyendo el texto de Nuria Azancot.

11. Lectura fácil (2018), de Cristina Morales

Galardonada con el Premio Herralde y con el Nacional de Narrativa, esta novela es todo menos fácil: incómoda, violenta y mordaz, Morales (Granada, 1985) provoca desde el principio al lector al elegir como protagonistas a cuatro mujeres supuestamente aquejadas de discapacidad intelectual que tienen una sexualidad intensa, un lenguaje libre y una sororidad compleja. Marga, Nati, Patricia y Àngels comparten un piso tutelado en una Barcelona marcada por el paro, los desahucios y la violencia callejera. Demoledora y desbordante, Lectura fácil supone el triunfo de otra literatura, radical y provocadora, que parte de la certeza de su autora de que sólo “lo mediocre es inofensivo”. N. A.

12. Historia de una maestra (1990), de Josefina Aldecoa

Primera parte de una trilogía que completó con Mujeres de negro (1994) y La fuerza del destino (1997), Historia de una maestra es un relato de tintes biográficos que recrea la vida de una profesora rural, Gabriela, desde que en 1923 recibe el título hasta el estallido de la guerra civil, pasando por los años de la República y sus truncados sueños de modernización. En el prólogo de la edición de 2006 la propia Aldecoa (1926-2011) confesó: “La historia es ficticia, pero todo lo que ocurre en ella es real, es un testimonio histórico que sirve para conocer las durísimas condiciones de trabajo de los profesores rurales y el papel tan importante que desempeñaron haciendo gala de una constante vocación”. N. A.

13. Mirall trencat (1974), de Mercè Rodoreda

Ambiciosa y deslumbrante, Mirall trencat, que tuvo la suerte de ser vertida al castellano por Pere Gimferrer con el título de Espejo roto, es la historia de una casa señorial de Barcelona y de las generaciones de los Valldaura que la habitan desde principios del siglo XX hasta el final de la guerra. Historia de ambiciones, amores prohibidos y ascenso social, todo comienza cuando Teresa Goday, hija de una pescatera, se casa con Salvador Valldaura, rico diplomático, y se instala en el enorme caserón familiar del barrio de San Gervasi. Su hija Sofía, una mujer tan implacable como desdichada, y la ahijada de esta, María, son también protagonistas de un retrato descarnado, cruel y conmovedor. Deslumbrante. N. A.

14. Nubosidad variable (1992), de Carmen Martín Gaite

Tras catorce años de silencio como narradora, Martín Gaite regresó a la ficción con esta novela excepcional, Nubosidad variable, en la que narra el reencuentro casual de dos viejas amigas de juventud, Sofía Montalvo y Mariana León, y la promesa que se hacen de compartir las narraciones de sus vidas. Mientras el lector va disfrutando sus relatos, ellas se entregan sus escritos solo al final del libro, aunque ambas vidas reflejan la compleja situación de la mujer de finales del siglo XX. Sofía, burguesa malcasada, conserva una lucidez que le permite describir su desencanto y frustración, mientras que Mariana, célebre psiquiatra, vive lastrada por una pasión tóxica. N. A.

15. Un amor (2020), de Sara Mesa

Libro del año para los críticos de El Cultural, Un amor es una poderosa novela sobre el poder, la incomunicación y la soledad que arranca cuando una joven urbanita, Nat, se retira a un pueblo tras un devastador fracaso. Allí establece unas espinosas relaciones laborales, personales, íntimas incluso, con los habitantes del pueblo, amistades llenas de aristas que multiplican sus efectos gracias a la espléndida prosa de Sara Mesa (Madrid, 1976), que permite que, como subrayó Nadal Suau al reseñarla, se lea “con la velocidad que asociamos al disfrute, aunque al cerrarlo nos encontremos desamparados”. Y deslumbrados por su análisis del poder, de la mezquindad y del miedo, de cómo nos infectan sin que apenas nos demos cuenta. N. A.

16. El corazón helado (2007), de Almudena Grandes

Vertebrada en torno a la historia de dos familias en la Guerra Civil española, y su atemorizada posguerra, hasta la muerte de Franco, la transición y un presente situado en 2005, El corazón helado es una de las mejores novelas de Grandes (Madrid, 1960-2021), descomunal tanto por tamaño (ronda las mil páginas) como por intención, que no es otro que retratar las dos Españas del poema de Machado, de donde procede el título de la obra. N. A.

17. La conquista del aire (1998), de Belén Gopegui

A vueltas con el desencanto y el poder corruptor del dinero, Gopegui (Madrid, 1963) narró en esta novela el desencuentro de tres íntimos amigos, de distinta clase social pero con los mismos ideales socialistas, cuando uno de ellos les pide dinero prestado para que su empresa pueda sobrevivir. Adaptada al cine por Gerardo Herrero, La conquista del aire confirmó por qué Umbral consideraba a su autora como “la mejor de su generación”. N. A.

18. La sinrazón (1960), de Rosa Chacel

Escrita a lo largo de una década, La sinrazón era, en palabras de la propia Chacel, “lo único serio que he hecho en mi vida, y es bastante inocente”. Compleja y fascinante, se trata de una novela de suspense en la que la narradora aprovecha el triángulo amoroso que enreda a Santiago con su esposa y su amante Elfriede para reflexionar sobre el autoexilio, el azar, el poder de la voluntad, las relaciones amorosas y la soledad. N. A.

19. La quimera (1905), de Emilia Pardo Bazán

Popularísima en su época, esta novela de Pardo Bazán (1851-1921) narra el desencanto de Silvio Lago, un joven y ambicioso pintor que regresa a España tras una larga estancia en Argentina. Gracias a sus protectoras, la baronesa Dumbría y a su hija Minia, entra en contacto con lo más selecto del Madrid del XIX, pero comprende que la sociedad de su tiempo no sabe apreciar su arte. Y sigue persiguiendo su quimera, sus invencibles sueños. N. A.

20. Los enanos (1962), de Concha Alós

Cuesta imaginar el impacto causado por esta desgarrada obra que retrató con brutal realismo la sórdida vida cotidiana de una pensión de Barcelona en la que malviven homosexuales, prostitutas, pederastas, pero también trabajadores desesperados y ofendidos. Descarnada y brutal, en ella Concha Alós (1926-2011) plasmó como nadie, en palabras de Constantino Bértolo, la fealdad “civil, moral, individual y colectiva” del franquismo. N. A.

21. Lo real (2001), de Belén Gopegui

Edmundo Gómez Risco, hijo de un empresario implicado en una trama de corrupción, decide ascender socialmente, sin que le importe recurrir al engaño, la manipulación o la traición, transgrediendo cualquier límite. Irene Arce, cómplice, testigo y amiga, es quien narra la transformación del protagonista, que falsea su currículum y llega a convertirse en alto ejecutivo de TVE, sin importarle las víctimas que deja en su imparable carrera hacia la nada. N. A.

22. El balneario (1955), de Carmen Martín Gaite

Martín Gaite debutó como narradora con esta novela breve, premio Café Gijón 1954, en la que supo combinar alta literatura, fantasía y realismo. Todo comienza cuando Matilde Gil de Olarreta llega con Carlos, ¿su amante?, a un balneario en el que son recibidos con hostilidad. Carlos decide acercarse a un molino cercano de siniestra fama, mientras ella presiente que algo terrible ha sucedido. Pero el despertar será aún peor. N. A.

23. La esfinge maragata (1914), de Concha Espina

Coetánea de la generación del 98, Concha Espina (1869-1955) conmocionó a la España de su tiempo con esta novela de amores desdichados y matrimonios de conveniencia. Florinda (Mariflor) Salvadores debe casarse con su primo Antonio para evitar la ruina familiar, pero se enamora de un joven poeta, Rogelio, y es correspondida. Sin embargo, su amante la abandona y ella se resigna a la boda forzada y a una vida sin amor. N. A.

24. El cuarto de atrás (1978), de Carmen Martín Gaite

Premio Nacional de Narrativa de 1978 y sexta novela de Martín Gaite, El cuarto de atrás es un excelente relato de carácter ensayístico en el que la protagonista, tras recibir la visita de un misterioso personaje, el hombre de negro, recuerda con él su infancia, hace viajes imaginarios y reivindica la importancia del lenguaje, con confidencias como: “Pretender al mismo tiempo entender y soñar: ahí está la condena de mis noches”. N. A.

25. Celia en la revolución (1987), de Elena Fortún

Treinta y cinco años después de la muerte de Elena Fortún (Madrid, 1886-1952) veía la luz este libro y se agotaba de inmediato, quizá porque su mítica protagonista habitó los sueños de muchos niños de posguerra. Rescatada hace dos años, en esta novela conmovedora y atroz sobre la contienda civil, escrita en 1943, descubrimos la terrible vida de una Celia adolescente en el Madrid sitiado que intenta sobrevivir al miedo y la violencia. N. A.