Dany-Laferrière

Dany-Laferrière

Letras

Exilio o muerte: el Haití surrealista de Dany Laferrière

Inédita en España hasta hoy, ‘El grito de los pájaros locos’ narra cómo el autor tuvo que exiliarse de Haití durante la dictadura de los Duvalier

26 octubre, 2021 09:37

El grito de los pájaros locos

Dany Laferrière

Traducción de Rubén Martín Giráldez. Pepitas de Calabaza. Logroño, 2021. 288 páginas. 22,90 €

Una parte de la obra creativa de Dany Laferrière (Puerto Príncipe, Haití, 1953) está marcada por su pasado haitiano y por su desgarramiento y salida del país a los 23 años. Con El grito de los pájaros locos (publicada originalmente en 2000 pero inédita en España hasta hoy) nos encontramos en el centro de su universo literario y personal. No sólo en el meollo de las dictaduras de los Duvalier, sino también en el origen de la personalidad política y literaria del autor. El escritor francófono, exiliado en Montreal, ganador del Premio Médicis 2009 por El enigma del regreso (Alianza), es desde 2013 miembro de la Academia Francesa y su obra constituye uno de los hitos modernos de la literatura postcolonial francesa, aunque el propio Leferrière, por encima de todo, se considera un autor que desea escuchar “el canto del mundo”.

El grito de los pájaros locos pone el acento en la abigarrada problemática política y social de un país tan caótico y desesperanzado como Haití. La novela biográfica recorre las horas previas de la huida de Dany Leferrière a su exilio canadiense. En 1976 su íntimo amigo, Gasner Raymond, periodista y opositor al régimen del dictador Jean-Claude Duvalier (Baby Doc), aparece con el cráneo reventado por los tontons macoutes, la policía secreta del dictador. Laferrière es el siguiente en la lista de los “sospechosos habituales”, y deberá abandonar Puerto Príncipe al día siguiente, para siempre. El relato de la noche alucinatoria víspera de su partida es el asunto neurálgico de la obra.

En el peregrinaje durante un puñado de horas del joven periodista “Huesos Viejos”, apodo de Leferrière en la novela, encontramos el terror de los matones dictatoriales, la búsqueda amorosa del protagonista, el miedo que sobrevuela en la atmósfera y la pluralidad racial y social de Puerto Príncipe. Desde los círculos universitarios y teatrales al periodismo opositor; de la zona rica de Pétionville a la población desprovista de todo; de los burdeles baratos a las amantes de los colaboradores envilecidos del dictador. “Huesos Viejos” realiza ese viaje entre lo discursivo y el thriller , y lo relata de un modo torrencial, con la intención de aproximarse a la diversidad de un universo enrarecido.

Las evocaciones del ardor y miseria de Haití confirman el talento del autor para recrear la realidad con una prosa límpida y pinceladas originales

Los caminos desorientados del protagonista por la ciudad sin ley tienen su correlato en un texto errabundo que va de modulaciones íntimas a tonos violentos. Sensualidad de la comida caribeña y de las mujeres, reflexiones sobre el cine, la seducción o diálogos de la tragedia Antígona, que representan sus compañeros en lengua criolla, se cruzan con el análisis de la tortura y la violencia en las cárceles o en las calles de Puerto Príncipe.

El exilio que espera al protagonista por la amenaza del dictador Jean-Claude Duvalier es paralelo a la expatriación definitiva que sufrió el padre de Laferrière, opositor al régimen del anterior dictador de Haití, François Duvalier (Papa Doc). En la dictadura del hijo pervive la atrofia moral de una sociedad que ejerce la violencia por las noches y con impunidad.

La madre de “Huesos Viejos” intuye que no volverá a ver a su hijo, como no ha vuelto a ver a su marido. “El exilio es peor que la muerte para el que se queda”, dirá el narrador. “El exiliado siempre está vivo por más que no tenga peso físico en el mundo real. Ni cuerpo, ni olor”. La última noche en Puerto Príncipe del héroe será tanto la persecución del amor como la despedida de los lugares y las gentes. Un descenso a los infiernos de la dictadura de los Duvalier en los capítulos finales, donde se darán cita muchos personajes siniestros del país. “Huesos Viejos”, extenuado y delirante, llegará al avión en una escapada final de los zarpazos del régimen. “¿En qué me voy a convertir ahora que dejo esta agitación constante?… ¿Cuánto se tarda en cambiar de sistema mental?”, se pregunta.

La compleja atmósfera caribeña, y a veces surreal, las evocaciones del ardor y miseria de Haití, confirman el talento del autor para recrear la realidad, con una prosa límpida y pinceladas originales. En la página final de la novela, Laferrière ha pasado ya diez años en Cánada, y narrando esta historia, cerrará el círculo de su pasado.