Image: Almudena Cid: gimnasia y autoficción

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Letras

Almudena Cid: gimnasia y autoficción

31 julio, 2018 00:00

Almudena Cid

La ex gimnasta vitoriana ha creado toda una saga a partir de su 'alter ego', la joven Olympia. La dureza de la gimnasia -pero también la vida que transcurre junto a ella- aparece reflejada en las aventuras de Olympia, una colección que va ya por su entrega 14.

Quizá la literatura sea el género total y quizá la literatura infantil/juvenil sea la modalidad donde todo cabe, donde la inocencia y el ensueño, el mundo como lienzo en blanco, quedan fijados. Evidentemente es un territorio indefinido, amplísimo, acaso porque dirigirse a la infancia sea ya un salirse de horma. De las hormas de la moda y de las autocensuras editoriales. El niño lector se da cuenta de cuando el escritor anda resabiado y le quiere imponer no se sabe qué moralinas. El niño ya ha leído las fábulas clásicas y sabe, como Azorín, que las lecturas que se hacen para aprender no conducen a nada. Incluso la literatura infantil/juvenil puede ser espacio para la autoficción, claro. Y aquí traemos el caso de Almudena Cid/Olympia y ese camino de perfección que es la gimnasia. Almudena Cid (Vitoria, 1980) tiene el acento vasco y dulce, vagamente riojano. Sonríe mucho y pocos saben de su sacrificio. Ha pasado por cuatro olimpiadas, y esa experiencia tiene que marcar necesariamente. Vitoriana, casada con Christian Gálvez -otro fuera de horma aquí referido-, sabe que la expresión artística de la gimnasia debe reciclarse por otras vías: por el arte dramático o la literatura. En el caso que nos ocupa, valoraremos aquí la Almudena Cid escritora y su trasunto, Olympia, y sus aventuras.

Celia con aros

Olympia, como la Celia de Elena Fortún, va descubriendo el mundo entre el ensueño y las circunstancias de la realidad. Evidentemente lo que en Celia es el disparate imaginativo, en Almudena Cid es un contar la vida que pasa por la adolescencia. Mientras, hay un sacrificio, un objetivo deportivo que no impide los amoríos de la edad y por ahí seguido. Quienes dejan el deporte y toman la pluma, suelen mostrarnos las reticencias y hasta el odio retrospectivo de su disciplina. No es el caso de Almudena Cid con sus libros, en los que una chica normal vive y sueña y hasta disfruta en una obsesión que podríamos llamar olímpica. Este punto es ya una forma de volver a salirse de horma. Una normalización de la gimnasia a través de la literatura.

Autoficción en lo juvenil

Evidentemente hay personajes, mucha ilustración, pero queda una evidencia. Almudena Cid ha llevado la autoficción al público infantil/juvenil. Y esto es otro mérito para salirse de horma, y así lo consignamos, una vez que hemos leído a Lejeune y sabemos algo de la cosa del pacto autobiográfico y demás. En el fondo, cuando se escribe, se trata de darle un relato a lo vivido. Y esa colección de Almudena Cid con su Olympia y sus gimnastas, con sus desamores y sus sacrificios, van a ese fin. Después de la Comaneci y sus rumores, la literatura testimonial sobre la gimnasia nos dio un relato descarnado de niñas que fueron juguetes rotos. Almudena Cid no ha abandonado el deporte, en tanto que enseña trucos a las gimnastas en el epílogo de cada libro, y sabe que sus narraciones no acaban en lo impreso: que las RRSS le permiten comunicarse con el público. Va a un ritmo de una nueva entrega cada trimestre, más o menos. Lo cual da idea, cuanto menos, de disciplina. No tiene mayor pretensión nuestra autora que la noble empresa de recordarse en la competición y darle a su deporte categoría literaria. Es su empeño y lo cumple. Ahora, entre plazos de entrega y encuentros con el público, se le escucha con Paloma del Río en TELEDEPORTE cuando reponen o emiten Gimnasia a la hora de la siesta sin Tour. El acento vasco dulcificado en la tele. Nostalgia escrita del pabellón y de esa gloria modesta de los deportes minoritarios. @jesusNjurado