Ana-Blandiana

Ana-Blandiana

Letras

Ana Blandiana, crónica de un abandono moral

Los versos de 'El sol del más allá' y 'El reflujo de los sentidos', nacidos del desengaño político, son dos puertas para adentrarse en el universo de una autora más que estimable

21 abril, 2017 02:00

El sol del más allá / El reflujo de los sentidos

Ana Blandiana

Traducción de Viorica Patea y Natalia Carbajosa. Pre-Textos. Valencia, 2016. 278 páginas. 22 €

Poeta, ensayista y narradora, Ana Blandiana (Timisoara, 1942) es una de las cimas de la literatura rumana. Su obra ha sido galardonada con importantes premios internacionales (el Gottfried von Herder austríaco, el Camaiore italiano, etc.). Blandiana es miembro de tres academias europeas. Mujer de coraje, con gran firmeza ética, se opuso a la dictadura de Nicolae Ceauçescu.

En sus veintiséis páginas de introducción, la profesora Viorica Patea explica que El sol del más allá y El reflujo de los sentidos, fechados respectivamente en 2000 y 2004, son el fruto de un desengaño político. Ana Blandiana es consciente del abandono moral en su país. A raíz de la revolución de 1989, existen en Rumanía euforias que se apagan con demagogia y cinismo. La autora medita acerca de un periodo político convulso. Se entrega al activismo sin aceptar ninguna recompensa y constata que su actitud es insólita entre tantos compañeros arribistas. De común acuerdo con el escritor norteamericano Carl Sandburg, define así al poeta: “un animal marino que vive en la tierra y quiere volar en el aire”.

Los cuarenta y dos poemas de El sol del más allá contienen luces acechantes, huellas tristes de un tiempo ido, un reloj que no puede escoger sus horas, un espejo borroso que se balancea indeciso, una plegaria. Nos transmiten su compasión hecha con preguntas. Los reproches a los antiguos camaradas o a la divinidad son siempre sutiles; a menudo, la escritora dirige hacia sí misma sus críticas. Menudean las alusiones religiosas y los días fluyen entre dos cruces.

Blandiana desea la presencia del dios Apolo para mostrarle la derrota de la poesía: “Mientras el peso del mundo ladra bajo el mármol/ Hexámetros olvidados”. Para la poeta, las imágenes bucólicas y la literatura representan sus únicos baluartes. Quizá ingenuamente opina que lo sagrado se refugia en la Naturaleza. Llama “santo” a un árbol. Emplea para sus reflexiones una sombra que gotea, el granizo, la pulpa, los estambres. La decepción es resumida con tres líneas: “sobre todo, tengo miedo y me es difícil/ Arrastrar a Dios/ De regreso al cielo”.

El reflujo de los sentidos encierra sesenta y cinco poemas. Se abre con una mezcla: la confusión y la belleza enfrentadas en nuestras vidas. Blandiana ve ángeles viejos, mapas de grietas. Aspira a ser una roca que resiste en vano. La columna, el cardo, los gritos y el espejo son algunos de los componentes de sus páginas. Con ellos vuelve a transmitir su inquietud existencial. Una y otra vez aparece la autocrítica: la escritora reconoce que proyecta dolor y se envenena masticando unas hojas amargas. Observa que el tiempo escribe con claridad una obra sobre el cuerpo de cada ser humano.

Los homenajes y la nostalgia ocupan buena parte de los textos. Frente a la imagen de los pueblos del mundo hermanados por el delirio, elige la historia de amistad entre Hölderlin y el carpintero Zimmer. Augura un futuro invisible si los caballos y poetas son transparentes en la sociedad. Añora a descendientes imaginarios y comunica la impresión extraña de quienes continúan existiendo tras haber vivido en el siglo pasado. Resulta coherente el elogio de la soledad que encontramos en el poema “Dependiente”: “al fin sola, / Culpable sólo ante mi propia hoja”.

La traducción de Viorica Patea y Natalia Carbajosa hace placentera la lectura de los versos de Ana Blandiana. El sol del más allá y El reflujo de los sentidos, publicados en un solo volumen, son dos puertas para adentrarse en el universo de una autora más que estimable.