Image: Sergio Vila-Sanjuán: A nivel ético vivimos en la sociedad del depende

Image: Sergio Vila-Sanjuán: "A nivel ético vivimos en la sociedad del depende"

Letras

Sergio Vila-Sanjuán: "A nivel ético vivimos en la sociedad del depende"

20 enero, 2017 01:00

Sergio Vila-Sanjuán. Foto: Lisbeth Salas

El escritor y periodista publica El informe Casabona (Destino), una intriga periodística que recorre las luces y sombras de la élite social española del último medio siglo con la ética como telón de fondo.

Alejandro Casabona lo ha sido todo en la vida pública española: gran empresario, mecenas de las artes y figura política (de joven, en la lucha antifranquista; después, como líder parlamentario durante la Transición). Aún activo e influyente a sus casi noventa años, fallece de improviso y en circunstancias poco claras durante una comida de gala en el Palacio Real. Sobre la vida y obra de este personaje, que condensa en su figura a buena parte de la élite social española del último medio siglo, teje su nueva novela el periodista y escritor Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957). Criado en una familia de periodistas barceloneses, Vila-Sanjuán ya exprimió sus propias experiencias familiares en Una heredera de Barcelona (2010), su primera novela, centrada en las peripecias de su abuelo, abogado y periodista a pleno rendimiento en la convulsa Barcelona de los años 20, y Estaba en el aire (2013), inspirada en su padre, publicista en los 60, y donde aborda el tema de las personas desaparecidas.

Ahora es su propia experiencia personal la que cede al veterano periodista cultural Víctor Balmoral, que con motivo de la herencia del millonario (que este dona en parte al Instituto de Estudios Éticos) se ve obligado a indagar hasta qué punto Casabona tuvo un comportamiento ético a lo largo de su trayectoria. ¿Fue Casabona un hombre ejemplar o un negociante sin escrúpulos? ¿Sirvió a la política o se sirvió de ella? En el camino, Vila-Sanjuán dibuja un fresco sobre las prácticas sociales, políticas y económicas de las élites del último medio siglo y elabora una especie de juicio a toda una generación, artífice de la creación de la España actual.

Pregunta.- La novela comienza con una recepción en el Palacio Real donde muestra las relaciones del periodismo y el mundo cultural con la política y la gran empresa, ¿hasta qué punto esto es así?
Respuesta.- La política y la empresa siempre tocan bastante con la cultura, y de variadas formas. De hecho mi protagonista es un empresario y político con muchas facetas, pero una destacada es que le gusta el arte, crea un museo importante para él, y cuando tiene problemas con Hacienda es lo primero que se pone en juego. No es que tenga una teoría sobre esto, pero me interesaba mostrar estas atmósferas y conexiones.

P.- Casabona condensa en sí a varios personajes o arquetipos relevantes de las últimas décadas, ¿por qué?
R.- Hay una frase Orson Welles que dice "Si quieres un final feliz, todo depende de dónde detengas tu historia". Me interesan mucho estos personajes de tan larga trayectoria, que según en qué momento de su vida los cojas, parecen una persona u otra. En una etapa de su vida es un joven político antifranquista admirable, después un hombre de negocios con actuaciones discutibles, luego es un mecenas que vuelve a ser una persona estupenda, y al final es un empresario mayor con problemas con el fisco.

P.- ¿Podemos leer El informe Casabona como un "juicio" a la España de los últimos 50 años?
R.- Más que un juicio diría una panorámica. Quería pintar un cierto mundo a partir de un personaje que muestra varias esferas de la actividad pública, y que en el ámbito de su vida privada tiene esta cosa de las figuras muy carismáticas que es que quema a los que están a su alrededor. Este contraste me interesaba. Además, en la generación de Casabona hubo una serie de "capitanes de empresa" que eran gente muy refinada e interesante, europeístas, demócratas, con sensibilidad cultural, que hicieron mucho por la transformación de España. Y pienso que la literatura española muchas veces los ha caricaturizado como el típico burgués explotador, pero se puede ofrecer otro abordaje de estos personajes que precisamente por sus ambivalencias dan mucho de sí literariamente.

P.- La parte estricta del informe, las entrevistas, es puro periodismo, ¿cuándo se convierte éste en literatura y por qué?
R.- Quería seguir un poco un esquema como el de Orson Welles en Mister Arkadin, hacer una investigación en lo que lo importante no fuera quién mató a quién, como en la novela policiaca, sino que usando un poco esa estructura de seguir unas pistas, el enigma sea cuál es la verdad de la vida de este señor. Para ello hay una parte de investigación en bruto, con las declaraciones de las personas cercanas, que se licencia del periodismo en el sentido de que no es real, y luego una primera y última parte que es una narrativa literaria clásica. La novela debe mucho al periodismo, pero no lo es porque no es verdad, intenta presentar una realidad sintetizada y un poco simbólica.

P.- Precisamente en estas entrevistas, los personajes del entorno de Casabona muestran muchos rasgos fácilmente identificables, ¿cuándo el tópico se convierte en paradigma?
R.- En mis dos primeras novelas, que partían de historias familiares reales, estaba muy obsesionado con que todo fuera muy preciso periodísticamente, tanto los personajes como las atmósferas. Pero aquí quería hacer lo contrario, jugar con personajes arquetípicos para darle un poco de universalidad y que no fuera la típica crónica de burgueses de Barcelona.

P.- También aborda, al hablar de la infancia de Casabona, la Guerra Civil, clave en la constitución del personaje. ¿Todavía es necesario remitirnos a ella para explicar el presente?
R.- Yo me resistía, porque no quería entrar en la Guerra Civil. Pero en cierto momento vi que para un personaje de poder y dinero de la España contemporánea la Guerra Civil es inesquivable, porque fue donde todo el mundo se lo jugó todo. Una burguesía que no era especialmente militarista ni estaba a favor de soluciones duras, como la catalana, lo perdió todo al estallar la revolución, al ser Cataluña zona republicana, y se pasó a Franco porque no tuvo más remedio. Todo esto hay que explicarlo, porque si no, no se entiende bien cómo esta gente ha funcionado después. Y en el caso del personaje, además me interesaba explicar cómo las influencias buenas de su vida parten de una tía que participó activamente en la guerra y le transmite sus mejores cualidades como el compromiso, la valentía y la generosidad.

P.- El informe que titula la novela habla sobre la ética, pero al final introduce una vuelta de tuerca cuando es la propia institución ética la que soborna al periodista, ¿es imposible la ética en la vida?
R.- Lo que pasa es que la ética no es estática, sino dinámica. Y al final siempre acaba siendo una ética muy posibilista: la duda es entre el bien absoluto y los sucesivos males menores. Muchas veces en un debate ético hay que optar por el mal menor, y este es uno de los temas que posiblemente no tiene solución. Tú eres un gran empresario y te enfrentas cada día con decisiones que son dudosas desde el punto de vista de la ética y no puedes actuar desde lo blanco o lo negro, hay grises, tienes que trazar una línea que no puedes superar, pero hasta ella hay todo un abanico de situaciones.

P.- ¿La absolución final de Casabona por parte de Balmoral es también una absolución a toda una época, a toda una sociedad?
R.- Es una absolución relativa porque el propio Balmoral no se absuelve mucho a sí mismo. Él mismo sabe que está en una sociedad de grises en la que tienes que ir negociando constantemente y tratando de no hacer cosas malas. Es una sociedad del depende. Esto nace tras la Guerra Civil cuando una sociedad de blancos y negros generó una matanza. Eso permaneció vivo en la memoria y se vio mucho en la Transición, cuando un pacto de renuncias, de grises, fue mejor opción que lo ocurrido en el 36.

P.- En sus anteriores novelas utilizaba a su familia, su padre y su abuelo, ¿qué hay entonces de usted en Balmoral?
R.- Es contemporáneo mío y hay en él un 15% de mí mismo. Le he prestado algunas anécdotas y experiencias propias pero es un personaje completamente diferente. Y el resto de personajes, que en mis anteriores novelas eran mucho más deudores de personas reales, aquí son más de mezcla de varias personas, de imaginación.

P.- Tras dos novelas más personales, ¿por qué crear ahora una serie con Balmoral como protagonista?
R.- Porque hay cierto tipo de atmósferas, un mundo que yo he conocido y que creo que debo contar, porque si no lo hago yo no lo va a hacer nadie. Me interesa usar el personaje de Balmoral para contar situaciones y personajes de los últimos 40 años que yo he ido viviendo, historias que tengan cierto sentido y moraleja. Me gustaría hacer algo como lo que ha hecho Richard Ford con su periodista deportivo, contar unas cuantas historias, y ya está, tampoco pretendo hacer una serie como Sherlock Holmes.