Image: El conde-duque de Olivares: un gafe maltratado por la historia

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Letras

El conde-duque de Olivares: un gafe maltratado por la historia

El hispanista John Elliott actualiza su estudio de los memoriales y cartas del valido de Felipe IV

10 diciembre, 2013 01:00

El Conde Duque de Olivares, inmortalizado por Velázquez en 1638.

Entre 1978 y 1981, el hispanista John Elliott publicó Memoriales y cartas del Conde Duque de Olivares, dos volúmenes fundamentales para comprender una época clave en la historia de España y el papel que jugó en ella el poderoso valido de Felipe IV, Gaspar de Guzmán y Pimentel. Elliott contó para la investigación con su ayudante en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, el profesor José F. de la Peña. Más de tres décadas después, el hispanista presenta hoy, en la Biblioteca Nacional, una edición revisada del libro -esta vez en un solo tomo, editado por Marcial Pons Historia y el Centro de Estudios Europa Hispánica- que ha sido posible gracias a la colaboración de Fernando Negredo, profesor de Historia Moderna de la Universidad Carlos III de Madrid.

"La nueva edición hace accesible a una nueva generación de lectores unos documentos fascinantes que muestran cómo era la política del momento, la mentalidad y las ambiciones del conde-duque", explica Elliott. El peso de la documentación es tan grande, que el libro es para él "Historia pura, sin la intervención de los historiadores".

El proyecto nació a partir de un hallazgo de Negredo: el original de Reformación en tiempo de guerra, un memorial que el conde-conde-duqueduque envió al rey en 1637, cuando las conspiraciones de los enemigos del valido ya eran un secreto a voces. En aquel documento, Olivares justificaba su gestión y se exculpaba de los problemas que acuciaban al país, alegando que las decisiones que había tomado en sus, por entonces, 15 años de gobierno habían sido absolutamente necesarias. Además, explicaba al monarca cómo funcionaban y qué tramaban los grupos opositores. Con su política autoritaria, el valido se había granjeado la animadversión de buena parte de la Iglesia y de la nobleza, que se sentía ultrajada por un aristócrata de rango inferior, ya que aún no era Grande de España. Una y otra veían su poder mermado y sus posesiones amenazadas porque el conde-duque se había propuesto acabar con sus privilegios con el fin de reforzar la autoridad del rey.

En su día, Elliott y De la Peña solo pudieron acceder a una copia manuscrita del documento, pues desconocían el paradero del original. El cotejo de ambas versiones ha demostrado que la copia fue manipulada por alguna de los incontables enemigos del conde-duque, ya que omite párrafos enteros que denunciaban a ciertos personajes de la oposición. Los autores de estos cambios pudieron ser miembros del Consejo de Castilla, explica Negredo. Este organismo era la máxima institución de gobierno hasta que el Conde-Duque de Olivares se interpuso entre ella y el rey.

Además de este memorial, pieza clave para entender el pensamiento político de Olivares, la nueva edición también incluye una carta de Gaspar de Guzmán a su yerno, el duque de Medina de las Torres, en la que le da instrucciones sobre cómo comportarse en palacio y le advierte de los peligros de la vida en la corte.

Al enterarse del hallazgo de Negredo en una revista especializada, Elliott lo contactó por correo electrónico y así empezó la colaboración entre ambos. Al profesor español le resulta imposible calcular cuántas horas ha invertido en la investigación de campo desde su inicio en 2010. En los primeros días la dedicación fue total y, tras examinar miles de fichas y hacer acopio de toda la documentación necesaria, la mayoría recabada en el abundante archivo de manuscritos de la BNE, continuó el trabajo desde casa. "La nueva edición arroja luz sobre algunos aspectos oscuros de la política de la época, como quiénes formaban parte de las intrigas cortesanas y cómo conspiraban", explica el profesor.

El libro, tanto en su versión original como en la que hoy se presenta, se centra en la política interior de Olivares. Elliott y De la Peña planeaban publicar una segunda parte enfocada en su política exterior, pero el fallecimiento del historiador español en 1995 dejó el proyecto en suspenso. La idea de Elliott y Negredo es publicar esa segunda parte el año que viene, basada en la correspondencia entre el valido y el hermano menor de Felipe IV y gobernador de Flandes, el cardenal-infante Fernando de Austria, avanza el hispanista. "En estas cartas el conde-duque se muestra como un hombre sumamente cansado de la política que desea retirarse cuanto antes, pero el cardenal-infante le anima a seguir llevando las riendas del gobierno", explica Elliott.

Maltratado por la historia

Según Negredo, la historiografía ha sido injusta con el conde-duque de Olivares. "Se le consideró un tirano y un manipulador del rey, pero es falso", asegura Negredo. Lo cierto es que Felipe IV empezó a reinar en 1621, con sólo 16 años, y Gaspar de Guzmán supo mover los hilos en la corte para ganarse su favor desde el principio, pero tras caer en desgracia definitivamente con su destierro a Toro en 1643, el rey tuvo otros 22 años para demostrar que su capacidad para gobernar no dependía de un único hombre. "Para quienes no han pisado un archivo es muy fácil decir que Felipe IV era un inútil, pero yo he leído muchísimos documentos de su puño y letra en los que queda probado su compromiso con las tareas de Estado", defiende el coautor de la reedición, especialista en el reinado de este monarca.

Según Elliott, el conde-duque fue "un hombre de estado de gran talla, que vio con claridad los problemas de España en la primera mitad del siglo XVII. Advirtió la decadencia del poder de la monarquía y quiso frenarla".

En su afán por reforzar el poder de la corona, Olivares fue muy crítico con los fueros y las cortes, tanto castellanas como catalanas y aragonesas. Intentó sacar adelante un gran número de reformas que fracasaron una tras otra. "Fue un poco gafe", apunta Negredo. "El problema es que perdió y a los derrotados nadie les valora lo que han hecho". En cambio, su adversario el cardenal Richelieu, primer ministro de Luis XIII de Francia, "supo navegar mejor" en aquel océano político, explica Elliott, lo que supuso para España la pérdida de la hegemonía en beneficio del país galo.

Ahora que se cumplen 500 años de El príncipe de Maquiavelo, cabe destacar que, aunque autoritario y pragmático, Olivares no respondía al paradigma maquiavélico: "Olivares tenía un freno moral que le llevó a fracasar en sus objetivos. Era mucho menos malvado que Richelieu", compara Negredo.

La mayoría de las reformas del conde-duque fueron fiscales, necesarias para financiar las numerosas guerras de España en el exterior, cuyos escenarios se multiplicaban: "En 1625, estábamos en guerra con los ingleses, y también en Génova, en Puerto Rico, en Brasil y en Flandes".

Aquellas subidas de impuestos enervaron a la nobleza y a las oligarquías urbanas, pero, como siempre, el pueblo llano era quien más sufría estas cargas, ya que los impuestos eran indirectos y, menos el pan, gravaban prácticamente todo lo demás. Mientras, los más pudientes conseguían evadir sus obligaciones fiscales y las administraciones intermedias se quedaban bajo cuerda con un trozo del pastel, de modo que "el 60% de la recaudación fiscal se perdía por el camino". Como apunta Negredo, "el parecido con la actualidad es indiscutible".