Image: Javier Cercas

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Letras

Javier Cercas

"Abriendo fosas no se arregla ningún país"

31 diciembre, 2009 01:00

Javier Cercas. Foto: Antonio Heredia

Sumario: Lo mejor del año 2009

La revelación literaria de 2001 con Soldados de Salamina se ha mudado ahora al ensayo. O no del todo. Y es que el último libro de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), Anatomía de un instante (Mondadori, 2009), elegido por los críticos de El Cultural mejor libro del año, en no ficción, es, en todo caso, una obra híbrida, a caballo entre los géneros.

El libro es el resultado, como confiesa el autor, de un proyecto fracasado de novela sobre el golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981. Javier Cercas, sin rubor y con no poco arrojo, repesca tal experiencia del fracaso al inicio del texto y, a partir de ahí, prodigiosamente, despliega un exhaustivo e hipnótico relato de los hechos donde el lector puede trastabillar, con alborozo, en la delgada línea que separa la realidad de la ficción. No en vano, arguye Cercas, “cualquier historiador recurre a la imaginación para entender el pasado, y también el presente”.

- Ha manifestado sus dudas sobre si este libro es exactamente “no ficción” ¿Por qué?
-Lo que yo he dicho muchas veces es que el libro no es ficción, algo por lo demás evidente. Otra cosa es que, aunque al principio yo insistiera en que no es una novela -supongo que básicamente porque soy un pusilánime: para que no me acusaran de dar gato por liebre-, lo cierto es que el libro también es una novela, porque puede ser leído como tal.

-Tanto la indefinición de los géneros como la idea del instante decisivo son notas distintivas de Borges. ¿Le es imposible al escritor no deberle algo?
-Es posible, pero, sobre todo para quienes escribimos en castellano, suele ser catastrófico. En todo caso, yo le debo mucho, y me gustaría deberle más. Pero no se engañe: la idea de que un instante puede contener el destino de un hombre o de un país es muy anterior a Borges -desde Tucídides o Salustio hasta Stefan Zweig, mucha gente la ha explorado-, y la indefinición de los géneros es tan antigua como los propios géneros.

-Para hacer “anatomía de un instante” parece pertinente capturarlo antes. Pero es por definición lo que se escapa. ¿Cómo se enfrentó a tal dicotomía?
-Esa dicotomía es un oxímoron, pero es que todo el libro es un larguísimo oxímoron; también es el intento descifrar una cosa indescifrable: el significado de un gesto, el de Suárez “petrificado en su escaño mientras las balas de los guardias civiles zumban a su alrededor”. Por lo demás, a ese tipo de cosas nos dedicamos los escritores, ¿no?: a explotar oximorones, a tratar de descifrar cosas indescifrables.

-El libro parte de su fascinación por la grabación de la irrupción de Tejero en el Congreso.¿Qué significa para usted?
-De entrada, lo obvio: es prácticamente el único documento del golpe de que disponemos, y por tanto la prueba de que el golpe existió, lo que no es baladí. Además es, en mi opinión, uno de los documentos fundamentales del siglo XX; también es la expresión más acabada de un delirio colectivo.

-Publicó Soldados de Salamina antes de que irrumpiera la polémica sobre la Memoria Histórica. ¿Hay que abrir las fosas y retirar las estatuas o es mejor dejarlo todo como estaba?
-Retirando estatuas y a-briendo fosas no se arregla ningún país, pero me parece absolutamente razonable que a la gente que quiera enterrar dignamente a sus muertos se le ayude a hacerlo; en realidad, lo que no entiendo es que a alguien no le parezca razonable. Claro que eso no debe ser cosa de un juez sino del Estado.

-¿En qué anda ahora metido? ¿Ficción? ¿No ficción? ¿”Cercas” sin más?
-Mucho me temo que yo sólo sé hacer “Cercas”, así que digamos que “Cercas” sin más.