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Letras

Amin Maalouf: "Las buenas intenciones de Obama hacia el mundo árabe han perdido impulso"

28 septiembre, 2009 00:00

Amin Maalouf es testigo privilegiado del choque entre occidente y el mundo árabe. El escritor libanés, residente en Francia desde hace más de 30 años, pertenece, por igual, a los dos bandos enfrentados. Esa circunstancia le otorga una perspectiva equilibrada para contemplar el conflicto. En El desajuste del mundo, su último libro, analiza las causas que han propiciado la situación actual. A las potencias occidentales les reprocha su falta de voluntad para exportar más allá de sus fronteras los valores en que asentaron sus democracias. Y a los pueblos musulmanes su apego a una religiosidad irracional, a la que se aferran para recobrar la autoestima perdida.

P.- Afirma que el fin de la Guerra Fría acabó con el conflicto de las ideologías pero trajo el de las identidades. ¿Supone esto que estamos más lejos de la paz mundial?
R.- Es difícil de saber. Por un lado estamos más cerca pero, por otro, estamos más lejos. Durante la Guerra Fría vivíamos expuestos al peligro constante de un holocausto nuclear. También estallaron enfrentamientos armados en diversas partes del mundo: Corea, Vietnam, Cuba, Argentina, Chile... Ahora este riesgo nuclear ya no existe, al menos no de una manera tan amenazante, pero vivimos también bajo la tensión de otro tipo de conflictos.

P.- ¿Qué consejo le daría a Obama para que los Estados Unidos se reconcilien con el mundo árabe?
R.- Él expuso las grandes líneas de esta política de reconciliación en su discurso de El Cairo del 4 de junio. Y son muy buenas bases para iniciar un avance en esta nueva política exterior norteamericana. Por eso no creo que necesite mis consejos. Pero lo importante es poner en marcha esas buenas intenciones. Algunos miembros del nuevo gobierno estadounidense decían que se iba a hacer muy rápido, que en pocas semanas se empezarían a ver los resultados. Sin embargo, han pasado cuatro meses y parece haberse perdido el impulso.

P.- ¿Cree que EEUU tiene alguna oportunidad de alcanzar algún tipo de acuerdo con Ahmadineyad, o el extremismo de éste lo hace imposible?
R.- En su declaración de El Cairo Obama dijo cosas muy claras respecto a Irán y que delataban su intención de tender una mano a su presidente. Lamentó, primero, cómo las potencias occidentales derrocaron la democracia de Mossadegh en los 50. Dijo también que respetaría su programa nuclear siempre y cuando los avances se aplicaran a fines civiles. Parecía entonces que la tensión entre Irán y los Estados Unidos podía suavizarse, pero la reelección de Ahmadineyad y sobre todo las circunstancias en que se produjo, con las sospechas de pucherazo y las revueltas contra él, lo han complicado todo. Hoy lo máximo que se puede hacer es alcanzar algún punto de encuentro en la cuestión nuclear, pero poco más.

P.- Obama parece más hermético a las presiones de los lobbies judíos estadounidense. ¿Cree que está en el buen camino para acabar con el conflicto entre israelíes y palestinos?
R.- Cualquier solución debe implicar que las personas afectadas, de ambas partes, tengan la posibilidad de alcanzar un cierto grado de dignidad, prosperidad y seguridad. Si se me pregunta que si eso es posible, respondo que sí. Pero si se me pregunta si se está trabajando para hacerlo realidad, mi respuesta es no. Obama va bien encaminado, pero, como ya dije, ha perdió impulso.

P.- ¿Está de acuerdo con el despliegue de más tropas en Afganistán para derrotar a los talibanes? ¿O considera que esa decisión brinda a los radicales islamistas una excusa perfecta de cara su propio pueblo, haciéndose pasar como resistentes contra una ocupación extranjera?
R.- Afganistán tiene una larga tradición de resistencia contra fuerzas extranjeras. El despliegue de tropas allí no es la solución. Hay que dejar que sean los propios afganos los que gestionen sus problemas. Sí hay en este país fuerzas capacitadas para derrotar a los talibanes. Lo que hay que hacer es ayudarlas indirectamente. Porque es verdad que el despliegue de tropas allí les da fuerza, les hace presentarse como una especie de salvadores.

P.- Explica en su libro que los atentados suicidas obedecen a que muchos musulmanes no sólo odian todo lo extranjero sino también a sí mismos. ¿Cómo han llegado a tan dramática situación?
R.- El mundo musulmán vive una crisis histórica gravísima. Hay mucha gente desesperada, que siente que no tiene ningún futuro y que no tiene nada que perder. Además, perciben el mundo como un espacio hostil que les margina y les humilla. Eso les lleva a cometer actos tan desesperados como los atentados suicidas. Hay que intentar devolverles la esperanza, y eso se consigue sacando a los sociedades en que viven de la crisis total en que están inmersas.