Letras

La ciudad de arena

Pedro Corral enmarca su primera novela en los estertores de la Guerra Civil y en un Madrid agónico en el que se enfrentan entre sí los miembros del bando republicano

1 mayo, 2009 02:00

Pedro Corral

El Aleph, 2009. 381 páginas, 19,95 €

En alguna entrevista ha dicho el escritor y periodista Pedro Corral (Madrid, 1963) que de la Guerra Civil Española le interesan, sobre todo, las personas, con independencia del bando en el que lucharon. Algo que ya había demostrado en dos estupendos ensayos: Si me quieres escribir. Gloria y castigo de la 84ª Brigada Mixta (Debate, 2004) -centrado en la dramática toma de Teruel a través de testimonios de supervivientes y familiares- y Desertores (Debate, 2005) y que la aparición de esta su primera novela viene a confirmar. Con esos precedentes, una novela de Pedro Corral que aborde la Guerra Civil no puede pasarse por alto. Y no sólo por la impresionante documentación que, sabemos, legitima al autor, sino más bien por todo lo contrario: por el alcance que la ficción puede llegar a tener en manos de alguien que conoce las limitaciones de los testimonios y los archivos. En cierto modo, para el historiador, la novela no puede ser sino un territorio de libertad en el que merece la pena acompañarle.

La ciudad de arena es una historia de muy concreta ambientación espaciotemporal: el último aliento de la Guerra Civil y un Madrid agónico, asediado, en el que se enfrentan entre sí los miembros del bando republicano. Los protagonistas de la historia se insertan en este triángulo histórico: dos militares comprometidos en cada uno de los bandos y una mujer, Isabel, a quien aman los dos. Su historia, que la guerra trunca, forma parte de esa letra pequeña del conflicto que tanto interesa a Corral. También hay secundarios sobresalientes, como Mateo Linares; escenas de gran fuerza dramática, en el que el plano de detalle se inserta en el general. Hay ambientaciones que seducirán a cualquier lector, como la descripción de los sótanos del Ministerio de Hacienda, que durante la guerra fueron sede del Consejo Nacional de Defensa. Desde luego, no es una novela para historiadores, pero ningún interesado en la historia de nuestro conflicto debería perdérsela.