Image: Carta suicida a Arrabal

Image: Carta suicida a Arrabal

Letras

Carta suicida a Arrabal

19 junio, 2003 02:00

Arrabal negándose a tragar los cigarros de la granja...

El Cultural ha celebrado el centenario de George Orwell a lo largo del año en varias ocasiones, publicando ensayos y cartas inéditas de extraordinario interés sobre la II guerra mundial y nuestra guerra civil. Pero el 25 de junio es el día. El mundo entero recordará al narrador y ensayista que supo retratar como nadie los terrores del siglo XX. Conciencia moral de una época atroz, fue un hombre libre que profetizó que el Estado podría convertirse en un Gran Hermano totalitario, y la libertad de pensamiento, ser castigada con la "vaporización". El Cultural evoca hoy su obra de la mano de Luis Racionero, Pere Gimferrer , Jorge Volpi y Antony Beevor . Además, Fernando Arrabal ofrece una carta suicida de Orwell, imaginaria y genial, sobre la muerte y la libertad.

Deseo y me importa que esta carta sea publicada en toda la prensa de la granja. Por ello diré a los animales (a los porcinos principalmente) con corrección política lo que hay que opinar sin comezón ética para poder ser escuchado: "...En mi libro 1984 me referí al Gran Hermano totalitario de hoy. Es decir a la Sociedad y Suciedad de Consumo. Y a los monopolios monolíticos del Petróleo global y del Dólar glotón.".

Gracias a esta precaución, ¡necesaria! los cerdos de la granja no me tacharán de serpiente fascista fascinante. Ni de gusano de Floridas podridas. Y aún menos de agencioso agente pagado por la CIA o vendido a la Escuela Pía.
Pero... ¡No! Me acaba de dar un pronto suicida. ¡Ay! Me lanzo sin paracaídas desde lo más alto y sin encomendarme al altísimo. ¡Ay! Voy a decir lo que los mandos (mondos de mollera) ocultan a los cultos en la cochinera de la incultura. Que vivimos enfangados en las boñigas de los animales. ¡Ay!

Querido Fernando Arrabal, despídame pues de mis queridísimos lectores. ¡Hasta dentro de 39 años! Por lo menos. Durante este período se alzarán en torno mío la barrera inexpugnable del ninguneo con tesón o de la calumnia con vigor. Se encargará de esta nauseabunda tarea la marabunta de los cerdiciegos de la granja. ¡Animalitos! que no ven ni cómo se vota. Ni cómo se huye. Ni cómo se vive bajo la protección de los marranos fusileros de la hermosa isla-prisión caribeña. Sorprende que los más justos o santos no fleten pacíficos veleros para evacuar al déspota derecho o siniestro de la tiranía racista.

Varios y enormes son las bestialidades que se van descubriendo cada día. Pero desde el fin de la Inquisición jamás se ha conocido una como la explosión del pensamiento. Hoy estallan las cabezas de los terroristas. Como ayer explosionaron las testas de los voluntarios de Hitler o de Stalin. Recuerdo lo que oí en el frente de Aragón. Los incondicionales del franco Millán Astray exigían a gritos que muriera la inteligencia. ¡Por cochino interés personal! En verdad los milicianos fascistas estaban tan acochinados como sus prójimos estalinistas. A mí mismo, aquéllos que servían a la violencia sin inteligencia me acusaron de ser del "Intelligence Service". Para tratar de degollarme en una de sus matanzas.

El totalitarismo de bellota en lo criminal se equipara a los regímenes más sanguinarios de la historia. Excédelos a todos sin embargo en el atropello de la mente. Los cochinos de monte que rigen la granja descoyuntan precisamente la mente de sus militantes para servirse de ella como de un arma. Los regímenes y formaciones totalitarios o fundamentalistas crean militantes sumisos que repiten mentiras deliberadas creyéndolas sinceramente. Es la estrategia paradójica de las belloteras. Merced a la cual los penenes pasan a ser nenes. Los cristianos a cretinos. Y los besos en la boca a tiros en la nuca.

Parece un cochino chiste : ¿Cómo es posible que verdugos, kamikazes, liberados, pasionarias y matarifes con las manos ensangrentadas por las degollinas sigan figurando en ciertos libros de historia como "combatientes de la justicia social"?

Los fanáticos políticos no son hombres sino cáscaras de hombres. Cuán fácil resulta entonces tocar esos cascarones con el casco de la obcecación. Encasquetados en ella torturaron hasta la muerte al socialista Andrés Nin. Exterminaron al tercio de sus compatriotas camboyanos. Y hoy asesinan ciegamente como en su día lo hicieron los gochos nazis o bolcheviques: En Balí. En Casablanca. En el sur del Sudán. En el gulag castrista. O bajo los ucases de Eta o de Hamas.
Como decíamos en mi añorada Cataluña "¡Salut!"... se va a necesitar con tales descerebrados.

Georges ORWELL


GEORGE ORWELL. Bengala 1903-1950 Cranham
1903. Nace con el nombre de Eric Arthur Blair en Motihari (Bengala, India), hijo de funcionarios ingleses.
1907. Se traslada a Henley-on-Thames, Inglaterra con su familia.
1914. Publica su primer poema, "Awake! Young Men of England".
1917. Ingresa con una beca en la Universidad de Eaton, rodeado por el esnobismo de sus compañeros. Colabora en las revistas del college.
1921. Decide no seguir con sus estudios y se establece en Burma, donde servirá en la Policía Imperial India durante cinco años.
1927. La toma de contacto con el imperialismo lo llena de indignación. Deja Birmania para ir a París, primero, y a Londres después. Para mantenerse realiza todo tipo de trabajos: maestro de escuela, pinche de cocina, ayudante en una librería, reseñista del "New English Weekly"...
1928. Aparece su primer artículo en "Le Monde".
1931. Envía el manuscrito de Down and out in Paris and London a T. S. Eliot, a Faber & Faber. Pasa dos días en custodia policial tras una borrachera.
1933. Fruto de sus experiencias vitales en los bajos fondos parisinos y londinenses publica Down and out in Paris and London, su primer libro, que finalmente Faber & Faber había rechazado.
1936. En Keep the Aspidistra flying estudia la vida de Londres y centra su atención en los efectos de la depresión en las ciudades industriales. Su idealismo político, orientado hacia el socialismo, le trae a España a combatir en las Brigadas Internacionales contra las tropas de Franco. Actúa también como corresponsal del Observer. Es herido en combate, y debe huir para salvar su vida.
1937. Publica, en la estela de su libro anterior, The Road to Wigan Pier.
1938. De regreso en Inglaterra tras su paso por España escribe Homenaje a Cataluña, libro en el que ataca a los comunistas españoles, acusándolos de haber traicionado a los republicanos y a los anarquistas, transformando la guerra civil en exterminio de sus enemigos políticos.
1939. Viaja por Marruecos.
1945. Es nombrado director de The Tribune. Publica Rebelión en la granja, libro en el que se sitúa frente a la Rusia estalinista, en la que acierta a ver una nueva forma de totalitarismo. En una fábula satírica propone un socialismo humano de administración del poder en el que las masas humanas sean el elemento activo fundamental, una forma de gobierno según la que comunismo sea realmente igual a libertad.
1949. Publica su última novela, titulada 1984 e inspirada en el Mundo feliz de Huxley. Orwell proyecta su propia utopía y la sitúa en un futuro próximo, a la vez que describe los peligros provenientes del lavado de cerebro y de un control social y político demasiado estricto. Desaparece el humorismo de Rebelión en la granja y deja su lugar a la amargura.
1950. Muere súbitamente en el University College Hospital de Cranham, Gloucestershire, cuando estaba a punto de trasladarse a un sanatorio suizo, no recuperado del todo de la tuberculosis de los últimos años.