Image: Soldados de Salamina

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Letras

Soldados de Salamina

20 junio, 2001 02:00

Javier Cercas

Tusquets. Barcelona, 2001. 209 páginas, 2.000 ptas.

Diversas circunstancias han retardado mi lectura de Soldados de Salamina, de Javier Cercas (Cáceres, 1962), pero ha valido la pena esperar, porque se trata de una obra extremadamente original, bien concebida y tramada, en la que confluyen sin estridencias multitud de modalidades narrativas. La historia, la biografía, el relato oral, el reportaje y hasta la metanarración se confunden y borran sus límites, y en las páginas de Soldados de Salamina conviven, además, personajes de ficción con seres que existieron y que aparecen con su nombre y sus características reales. Esto determina que, por cerca que nos encontremos de la realidad, por rigurosa que se nos antoje la empresa de reconstruir unos sucesos históricos partiendo de algunas pistas tenues y desperdigadas, la presencia de tipos, conversaciones o hechos imaginarios o imaginados baste para ficcionalizar el conjunto. Como en los Episodios nacionales galdosianos, en las Memorias de un hombre de acción, de Baroja, o en las novelas de la serie inacabada El ruedo ibérico, de Valle-Inclán, la realidad mostrada es una especie de tapiz en el que se inscriben figuras, personajes o escenas en los que jamás repararía la Historia. Cuando el periodista que narra Soldados de Salamina lleva a cabo su indagación acerca de un episodio poco conocido en la biografía del escritor falangista Rafael Sánchez Mazas -su fusilamiento frustrado a manos de unos milicianos-, intenta reconstruir un hecho histórico, pero lo que en realidad acaba preocupándolo de modo obsesivo es qué pensamiento pudo cruzar por la mente del soldado anónimo que, pudiendo delatar al fugitivo Sánchez Mazas o disparar contra él, no lo hizo. Cuando el narrador comprende que su “relato real” no estará jamás completo sin esa averiguación, la búsqueda del soldado -que tal vez sigue vivo- se convierte en el objetivo principal de la investigación. La ficción parece acudir a perfeccionar la historia y hacerla inteligible, sólo el arte es capaz de poner orden en el caos de la realidad.

Soldados de Salamina, novela inteligentemente concebida y rica de matices, figurará entre las mejores publicadas en este comienzo de siglo

Mientras tanto se ha ido configurando la recreación del personaje central gracias a informaciones de distinto origen. La historia crece a retazos y se incrementa al ir sumando relatos orales -la oralidad es fundamental en la constitución de esta novela- de historiadores, críticos o testigos supervivientes, hilvanados y completados por los datos que ofrece el propio investigador. La multiplicación de perspectivas enriquece la historia, si bien el cierre queda en el aire porque las declaraciones de Miralles producen más incertidumbre que seguridad. Tal vez el autor ha tenido aquí presente a Gonzalo Suárez -cuya obra analizó en una excelente monografía publicada en 1993- y, más concretamente, la novela Rocabruno bate a Ditirambo, donde, como Cercas indicaba, el escritor asturiano había creado “un orbe en el que ficción y realidad aparecen inextricablemente unidas”. También allí el periodista Ditirambo acude a entrevistar a un Rocabruno agonizante -como hace aquí el narrador con el anciano Miralles- en cuyo relato es difícil distinguir lo cierto de lo inventado. Y existen algunas otras concomitancias, no ya de detalle, sino de actitud ante la creación literaria, que podrían espigarse en la comparación entre Cercas y Suárez, aunque estos aspectos deban quedar ahora simplemente aludidos.

La prosa de Cercas es vivaz y ajustada a los diversos matices de la narración, y diferencia sutilmente las distintas voces que en ella intervienen. Lástima que a veces se deje arrastrar el autor por construcciones tópicas o, sin más, rechazables, aunque de moda: “Ardía en deseos de...” (pág. 62), “el combate político puro y duro” (pág. 84), “a lo largo de la geografía española” (pág. 85). Y también hay alguna frase un poco desmañada, como “salía a cenar un par o tres de veces por semana” (pág. 143). Nada de esto oscurece los innegables méritos de Soldados de Salamina, novela inteligentemente concebida y rica de matices que figurará entre las mejores publicadas en este comienzo de siglo.