Mary Beard. Foto: Carlos Ruiz

Mary Beard. Foto: Carlos Ruiz

Historia

Mary Beard: "El Partenón es una celebración del dominio masculino"

La historiadora, una de las máximas especialistas en la Antigüedad Clásica, acaba de publicar un libro apasionante en torno a la historia del monumento.

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Mary Beard (Much Wenlock, Inglaterra, 1955) tiene algo de niña grande, divertida y curiosa, y mucho de hada buena de las ruinas y el mundo clásico. Incansable, cordial y muy generosa de su tiempo, nos contesta poco antes de pasar unos días en Ginebra y de iniciar una gira muy intensa por Australia. El motivo lo merece: acaba de publicar El Partenón (Crítica), un viaje fascinante al pasado y presente de un monumento esencial.

Pregunta. ¿Recuerda cuándo y cómo nació su fascinación por el Partenón?

Respuesta. Recuerdo haber visto la escultura del Partenón cuando tenía cinco años en el Museo Británico y haberme quedado asombrada de que personas que vivieron hacía tantísimo tiempo hubieran sido capaces de crear esculturas con tanta fuerza y belleza.

P. ¿Quizás se sintió, como Virginia Woolf, "sin palabras ante algo demasiado grandioso para ser comprendido"?

R. No, en realidad no estoy segura de que el Partenón sea eso, algo "demasiado grandioso para ser comprendido". Es más, creo que debemos esforzarnos al máximo por comprenderlo.

P. ¿Y cómo ha evolucionado su visión del Partenón a lo largo del tiempo?

R. He aprendido a verlo como un edificio mucho más complejo de lo que se suele pensar. Es un monumento extraordinario a la experimentación artística y estética, y a la confianza en uno mismo. Forma parte del florecimiento cultural de la Atenas democrática. Sin embargo, al mismo tiempo, es casi una celebración del dominio masculino (la diosa Atenea, a quien estaba dedicado, era un extraño híbrido, difícilmente una mujer...), y además fue construido con las ganancias de un imperio duro y a menudo cruel. No hay nada sencillo en el Partenón.

P. ¿Cuáles son las principales sorpresas que depara su nuevo libro? ¿Cuáles los clichés que desmonta?

R. Me gustaría destacar que el Partenón tiene una historia muy larga y no es solo un monumento de la Atenas del siglo V a. C. Es una "obra en construcción". A lo largo de su historia ha sido un templo pagano, una iglesia cristiana y una mezquita islámica. No se me ocurre ningún otro edificio en el mundo que haya tenido una evolución similar. Por supuesto, el Partenón es un monumento del siglo V, pero es un cliché imaginar que solo es eso. Todos los grandes edificios son objeto de acalorados debates, y el Partenón no es una excepción.

P. ¿En qué sentido era el Partenón la caja fuerte o el tesoro de Atenas?

R. ¡Literalmente! La trastienda del edificio interior era un almacén donde se guardaba gran parte de la riqueza de la ciudad y una extraordinaria colección de objetos preciosos (y de otro tipo) que habían sido ofrecidos a la diosa.

P. ¿Cree usted que el Partenón –y la propia Atenas– son verdaderos símbolos de la democracia tal y como la concebimos hoy en día, o más bien de la tiranía y la humillación?

R. La democracia de la antigua Atenas era muy diferente de la democracia que conocemos hoy en día en muchos aspectos (las mujeres no tenían ningún papel político, todo lo decidía la asamblea de todos los ciudadanos. Las elecciones se consideraban antidemocráticas ya que eran susceptibles de ser manipuladas por la riqueza, las influencias o la formación, así que los funcionarios, los cargos públicos, se elegían por sorteo). Por lo tanto, no, no puede ser realmente un símbolo muy preciso de la democracia moderna.

»Dicho esto, aunque no fuera como la nuestra, sí que se celebraba una versión particular del "poder del pueblo". Y, al mismo tiempo, el Partenón fue un símbolo de la explotación del imperio ateniense. No son solo los comentaristas modernos quienes han pensado eso, también escritores antiguos registraron la oposición de algunos atenienses del siglo V a emplear el tributo impuesto a sus aliados griegos para embellecer la propia Atenas.

P. ¿Es justo juzgar el pasado con los prejuicios y certezas del presente? Pienso, por ejemplo, en Pericles, considerado hoy un padre de la democracia, pero que según algunas fuentes fue responsable de la crucifixión de docenas de enemigos.

R. Esa es la eterna cuestión de la investigación histórica. Parte del trabajo del historiador consiste en comprender el pasado en sus propios términos, en averiguar cómo pensaban los antiguos sobre el mundo. Pero eso no es todo. No podemos ignorar nuestra propia moralidad y considerar , por ejemplo, que la esclavitud no era un problema solo porque formaba parte de su mundo.

»Un historiador debe ver siempre el pasado de forma estereoscópica. A veces debemos recordar que el pasado puede desafiar nuestras propias certezas. No es solo el presente el que juzga el pasado. El pasado también puede ayudarnos a juzgarnos a nosotros mismos.

P. ¿Debería el Museo Británico devolver a Grecia los frisos y otros tesoros expoliados del Partenón o Londres es su lugar ideal, como símbolo de la cultura universal?

R. En mi libro verán que se trata de una cuestión muy complicada y que no hay una respuesta sencilla correcta o incorrecta. Espero que los lectores comprendan mejor la complejidad del tema tras leerlo.

P. ¿Cada generación mantiene una nueva conversación con el mundo clásico?

R. La historia no se limita al pasado, es una conversación entre el presente y el pasado. Por lo tanto, es lógico que esa conversación cambie con las diferentes opiniones y prioridades de cada generación. A lo largo de mi vida he sido testigo de grandes cambios en ese diálogo. Cuando era estudiante, el papel de la mujer apenas se mencionaba en la historia.

P. Ahora que lo menciona, ¿es consciente de que es un modelo a seguir para muchas historiadoras jóvenes?

R. Bueno, si puedo hacer algo para ayudar a las mujeres jóvenes a enfrentarse y cambiar la misoginia que aún persiste, me sentiré muy satisfecha.

"Con el Brexit, hemos perdido el sentido de pertenencia a un gran proyecto en un mundo cambiante"

P. ¿Cree que existe una crisis de libertad de expresión en las universidades?

R. En cierto modo, sí. Pero la libertad de expresión siempre es un tema controvertido. Pienso que, desde que el ser humano aprendió a hablar, nunca ha dejado de plantearse la cuestión de "quién puede decir qué a quién". No olvidemos a Sócrates, Giordano Bruno, etc., y no finjamos que la libertad de expresión no ha sido un problema antes.

P. El año pasado se jubiló de la docencia. ¿Siente alivio por haber abandonado el mundo académico?

R. Verá, he tenido una carrera muy gratificante y no estaba ni harta ni aburrida. Pero era el momento oportuno para dar un paso al lado y que tomase el relevo alguien más joven.

P. Han pasado cinco años desde el Brexit. ¿Cree que si hoy se celebrase de nuevo ese referéndum, el resultado sería el mismo?

R. No lo sabemos. Yo no voté a favor del Brexit y lamenté mucho el resultado, pero no podemos fantasear con lo que podría pasar si volviéramos a votar ahora, porque no vamos a tener esa oportunidad. Y, sinceramente, los que estaban de mi lado en el debate deberían dedicar un tiempo a pensar por qué perdimos. Quizás tengamos parte de la responsabilidad.

P. ¿Qué ha perdido el Reino Unido en estos cinco años?

R. Cosas grandes y pequeñas. Sobre todo ha perdido el sentido de pertenencia a un gran proyecto en un mundo cambiante y peligroso, en el que necesitamos solidaridad, no división.