Monica Piseddu es Yeonghye, la protagonista de 'La vegetariana'. Foto: Andrea Pizzalis

Monica Piseddu es Yeonghye, la protagonista de 'La vegetariana'. Foto: Andrea Pizzalis

Teatro

'La vegetariana': la perturbadora historia de Han Kang celebra el Nobel de Literatura en el teatro

La actriz y directora italiana Daria Deflorian adapta esta emblemática obra de la prestigiosa escritora surcoreana que se estrena este jueves en el CDN.

Más información: La vegetariana, de Han Kang

Publicada
Actualizada

Demasiado perturbadora para los críticos surcoreanos en su momento, La vegetariana, de Han Kang, no recibió, como su protagonista, una cálida bienvenida cuando se publicó en 2007. Premio Booker International en 2016 –en España la desaparecida editorial_Rata: la publicó en 2017–, la historia arranca como un buen golpe, directo y sin rodeos: “Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especial”.

Yeonghye, así se llamaba ella, era el prototipo de mujer ideal para una sociedad tradicional y conservadora, una joven esposa obediente y diligente, discreta y sin grandes pasiones que, de un día para otro, decide dejar de comer carne y eso lo cambia todo. En el fondo de esta decisión aparentemente inofensiva, que se torna en radical y empuja el relato hacia un intenso clímax, subyace el rechazo total a la violencia y a su propia condición humana.

Conmocionada por aquella historia, que había leído en 2018, mientras trabajaba junto a Antonio Tagliarini en Quasiniente –obra inspirada en la película El desierto rojo de Michelangelo Antonioni–, la actriz y directora italiana, Daria Deflorian (Tesero, Italia, 1959) decidió adaptarla a la escena.

“Su lectura me impactó de inmediato”, cuenta a El Cultural. “En primer lugar por la forma en que la escritora surcoreana aborda el tema de la violencia con crudeza, pero al mismo tiempo ofreciendo una salida posible, aunque ficticia: la vía vegetal. Una vía difícil de traducir, pero que nos habla de la gran necesidad que tenemos, como seres humanos, de marcar la diferencia respecto a los actos de violencia, grandes y pequeños, que infligimos y que nos infligen a diario”.

Sin voz propia, urdida a partir de tres narradores –el marido, el cuñado y la hermana, que en escena interpretan Gabriele Portoghese, Paolo Musio y la propia Deflorian–, de Yeonghye (Monica Piseddu) sabemos solo lo que estos tres relatos dejan entrever. “Esas tres voces, una por capítulo, permiten que otros nos cuenten la historia de la protagonista, un poco como en la obra maestra de Akira Kurosawa Rashomon, donde la verdad de un suceso se ve continuamente cuestionada por diferentes testimonios”.

En ese contexto, Yeonghye, dice Deflorian, “trae una posibilidad de luz, ese ‘todavía no’ que ya es esperanza”. Para explicarlo, la directora cita al filósofo surcoreano Byung-Chul Han, que, en uno de sus ensayos, evoca un pasaje de la Carta de San Pablo a los Romanos, donde “habla de la esperanza como algo aún no visto, aún no existente, una experiencia en progreso”.

En presencia de Piseddu, la actriz que la interpreta, “vislumbramos esta dimensión del ‘todavía no’: aún no muerta, aún no salvada, ya no como antes, aún no como será una vez haya completado la metamorfosis”.

“Han Kang aborda el tema de la violencia con crudeza, pero ofreciendo una salida posible". Darian Deflorian

En un ambiente hostil marcado por la incomprensión, solo su hermana, papel que la regista se ha reservado para sí misma, se salva un poco. “Ella es la única en la historia que intenta amar, aunque sea mal, aunque a menudo se equivoque, aunque admita sentimientos controvertidos y difíciles. Cree saber qué es lo mejor para Yeonghye y comete el error, muy humano, de no aceptar la diferencia como un valor. Pero lo intenta y, gracias a estos intentos, algo finalmente se resquebraja también en ella”.

Y es que, más allá de la violencia, entre los temas que aborda la Nobel de Literatura en esta novela están los límites entre locura y cordura, la incomprensión hacia el otro o el cuerpo como campo de batalla.

Daria Deflorian, Paolo Musio, Monica Piseddu y Gabriele Portoghese en 'La vegetariana'. Foto: Andrea Pizzalis

Daria Deflorian, Paolo Musio, Monica Piseddu y Gabriele Portoghese en 'La vegetariana'. Foto: Andrea Pizzalis

“Yeonghye es una figura compleja, a veces sorprendente –comenta al respecto la directora italiana–. Al final del primer capítulo, cuando nos damos cuenta de que está masticando un pájaro vivo, cualquier compasión que pudiéramos sentir por ella se desvanece. Esta es una de las grandes fortalezas de la novela: sube constantemente el listón y evita un realismo narrativo superficial. No podemos considerarla simplemente una víctima; está imbuida de la violencia de la que quiere liberarse”.

Este tipo de imágenes impactantes y sugerentes son continuas en la prosa de Han Kang, lo que facilita su adaptación al teatro. “La escena en la que el cuñado pinta a Yeonghye con flores cautivó mi imaginación de inmediato, pero también lo hicieron los momentos de violencia doméstica y, sin duda, la comida familiar, donde la respuesta física y ‘animal’ de la protagonista a la violencia de su padre me convenció del potencial teatral de la novela”.

Para volcarla a las tablas, ha trabajado junto a Francesca Marciano en la dramaturgia de esta obra que en España podremos ver desde hoy hasta el 12 de octubre en el María Guerrero, despojando los hechos del lenguaje literario de la obra, pero “sin excluirlos por completo, gracias a lo que en cine se llama voz en off”.

En una casa vacía, con una escenografía fija, la directora juega con la iluminación y el sonido, dotando al escenario de una movilidad cinematográfica. “Queríamos mostrar no solo la realidad, sino también el mundo interior de los personajes, sus sombras, miedos y sueños. Un crítico surcoreano que escribió sobre nuestra obra habló de ‘una estética del estado de ánimo’, enfatizando que nuestras decisiones realzaban la ‘quietud onírica’ de la novela”, afirma.

Gabriele Portoghese. Foto:  Andrea Pizzalis

Gabriele Portoghese. Foto: Andrea Pizzalis

Parte relevante del relato son, de hecho, los sueños que Yeonghye tiene, único momento en el que Han Kang le da voz. “Todo comienza con esas palabras: ‘Tuve un sueño’, y al final todo vuelve a la cuestión del sueño, en una circularidad que refleja la complejidad de la novela –señala Deflorian–. Tener un sueño, seguirlo, someter nuestra existencia a él es un acto de inversión de los hechos, un acto indispensable cuyo significado a menudo olvidamos”.