
Ernesto Arias y Lara Grube en un ensayo de 'Viaje hasta el límite'. Foto: Javier Naval
'Viaje hasta el límite': la desconocida obra de teatro de Luis Martín-Santos
Eduardo Vasco dirige en el Teatro Español esta pieza del autor de 'Tiempo de silencio', sobre una familia de la alta burguesía española de los años 50
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De entre toda la producción literaria de Luis Martín-Santos, que Galaxia Gutenberg ha reunido en varios tomos coincidiendo con el centenario de su nacimiento, sus piezas dramáticas ocupan un lugar especial, por ser, sin duda, las más desconocidas. “Hablamos de obras tempranas respecto a su desarrollo como escritor, pero que contienen lo mejor de esa circunstancia”, asegura a El Cultural el director del Teatro Español, Eduardo Vasco (Madrid,1968). En ellas, “se aprecia cómo ensaya estilos, cómo se aventura por derroteros que le han fascinado en otras escrituras, y, sobre todo, cómo escribe con un caudal de vitalidad y reflexión casi urgente”.
Bajo este contexto, Viaje hasta el límite, la obra escogida por el regista para mostrar el lado más escénico de Martín-Santos, es, de las seis conservadas, la más completa. Dirigida por el propio Vasco en el coliseo madrileño –desde hoy hasta el 8 de junio–, sobre ella, dice el director, es “la más acabada, la más contundente y la que contiene más claramente la pulsión del teatro que se escribía en el momento”.
Fechada en 1953, y escrita poco antes de que el psiquiatra más famoso de nuestras Letras cumpliera los 30, se trata de un drama de corte existencial ambientado en la España de los 50, en “el interior del living de un chalet elegante en las afueras de una gran ciudad española”, según presenta el propio Martín-Santos.
Allí viven Pedro (Ernesto Arias), un adinerado empresario que, afectado por una enfermedad, aparentemente incurable, se encuentra en silla de ruedas; su fiel criada María (Eva Trancón); su hermosa y joven mujer, Gloria (Lara Grube), que se mueve entre el deseo de ser libre y los remordimientos; y su hijo Alberto (Luis Espacio), una especie de vividor sin futuro ni presente. Cuando este conoce a Paco Vidal (Agus Ruiz), un atractivo oportunista que le propone invertir grandes cantidades en lo que será el negocio del momento, se deja agasajar por él.
La visita de este Intruso, como lo llama Martín-Santos, despierta una serie de conflictos y pasiones extremas que conducirán a Pedro, plenamente consciente de todos los movimientos entre quienes aspiran hacerse con su legado, a querer despojarse de sus bienes.
"Su teatro bebe de lo literario, donde la palabra reina y los conflictos son vehículos de ideas". Eduardo Vasco
Además de las cuestiones relativas al dinero, las convenciones sociales o la familia, “el tema fundamental que aparece en toda su obra –señala el director– es la desorientación existencial que sufre el individuo, que en este caso marca el rumbo del desarrollo del argumento con una contundencia extraordinaria mientras se desgranan temas como la necesidad de amor, el desarraigo que impone el individualismo o el sentido de la vida al que aboca el materialismo desaforado”.
Creada por Martín-Santos en un momento en el que todavía no gozaba de éxito como escritor, en esta obra el psiquiatra “como es lógico, está reaccionando ante lo tradicional, ante lo consolidado en su entorno literario”. Experimental y creativa, en ella, “la definición de las personalidades de los personajes y la profundidad de sus debates internos resultan fascinantes, son carne de teatro”, señala contundente Vasco, que destaca una búsqueda en el autor de formas de expresión nuevas.
“También hay que tener en cuenta que sus ideas van a evolucionar en la década posterior, su implicación política y, por supuesto, su escritura, a la vez que su vida personal y profesional, se va estabilizando”.Con una madurez inusual para su edad, en Viaje hasta el límite, Martín-Santos “tiene muy presente tanto el panorama de la escritura europea (del teatro francés, fundamentalmente) como la vigorosa tradición del realismo americano (sobre todo de Eugene O’Neill)”.
También, como apunta Doménech Rico en el prólogo del libro, tiene algo de El rey Lear de Shakespeare. “La imprudencia de Lear al dividir su reino entre sus hijas basándose solamente en las palabras halagüeñas de dos de ellas tiene su correlato en la insensatez de Pedro de entregar todo su dinero a quien sabe perfectamente que es un timador con tal de mostrar su inmensa generosidad”.
No obstante, como afirma Vasco, “su escritura es ajena a los escenarios, es un teatro que bebe fundamentalmente de lo literario, donde la palabra reina y los conflictos son el vehículo de las ideas. Tiene un vínculo con la filosofía muy personal”.
En su propuesta escénica, el director plantea un camino propio, desde una mirada contemporánea, “pero sin perder de vista el valor de la palabra, de los conflictos originales”. Viaje hasta el límite, remarca, “es una obra de actores y palabra, así que todo está supeditado a conseguir que el montaje navegue por la historia y las emociones de manera natural”.

Un momento de 'Viaje hasta el límite' con Ernesto Arias, Agus Ruiz y Luis Espacio. Foto: Javier Naval
Con una escenografía giratoria, de Carolina González, “que recuerda la arquitectura de ese periodo y que llega a enseñar su trampantojo”, el vestuario diseñado por Lorenzo Caprile y una luz sugerente, obra de Miguel Ángel Camacho, "al servicio de lo narrativo", el propio director ha trabajado la música y el ambiente sonoro en esta propuesta que “apuesta por la intensidad de los conflictos y los actores”.
Vasco, que viene de dirigir con éxito Luces de bohemia, salta de los años 20 a los 50. “Todo el mundo se puede hacer a la idea de lo que era aquella España de posguerra, en reconstrucción, donde la censura campa a sus anchas y la represión no ha perdido fuerza. Entendemos que la literatura era en aquellos tiempos una válvula de escape pero hay que hacerse una idea de que el teatro, concretamente, era una actividad de riesgo donde hablar de lo que ocurría realmente no era una opción”, comenta.
En ese sentido, “la opción de Buero, por ejemplo, es partir de su realidad inmediata, de la vida precaria de sus vecinos utilizando referencias reconocibles para evidenciar que aquello tiene que cambiar”, mientras que “la de Martín-Santos, en este caso, es fabular con personajes más ‘universales’, con una familia que podría ser de muchas partes, pero que padece un desasosiego propio de aquella década y del que todavía no hemos conseguido desprendernos”.
De hecho, señala, es tras la Segunda Guerra Mundial cuando surgen preguntas que todavía nos planteamos ahora, “cuestiones relativas a nuestro lugar en el mundo, a nuestra dificultad para ser felices en el entorno familiar o a vivir de una manera menos materialista”, opina. “Esa corriente de pensamiento cala en la realidad española, inmersa en esa posguerra espantosa, pero hay temas que nos inquietan todavía como el cuestionamiento de la libertad de expresión, las diferentes formas de la censura, el poder del dinero, el papel del individuo en la sociedad...”. Y en esas seguimos.
Condenada belleza del mundo
Inspirado en el rodaje de El próximo otoño, de Antxon Eceiza, Martín-Santos escribió su último texto, Condenada belleza del mundo. Un relato ambientado en la Costa del Sol de 1963 sobre un primer amor, que Luis Sorolla y Miguel Valentín dirigen, adaptan e interpretan, del 15 al 25 de mayo, en el Español. “La condenada belleza del mundo tal vez te parezca excesivamente poco consciente -escribió el escritor en una carta-. No sirve de materia prima para nada. Hay que tomarla como lo que es y no aspirar a combinarla con nada. No es materia de elaboración intelectual. Al menos eso me parece hoy por la mañana después del paso fugaz de la matinal. La materia literaria o cinematográfica sigue estando dada por esos curiosos existentes reptantes que se agitan sobre el mundo y lo dominan, ya que no su belleza. ¿Cómo dominar la belleza?”.