Nausicaa Bonnín, en la caja escénica montada para 'Hedda Gabler'. Foto: Silvia Poch

Nausicaa Bonnín, en la caja escénica montada para 'Hedda Gabler'. Foto: Silvia Poch

Teatro

Hedda Gabler, una mujer de armas tomar, sube al escenario

Llega al Teatre Lliure de Barcelona el clásico de Ibsen puesto al día por Àlex Rigola, con una escenografía que potencia la fuerte personalidad de la protagonista.

2 enero, 2023 01:17

Cuando Ibsen decidió representar las emociones y el destino implacable de los seres humanos se puso a escribir Hedda Gabler. La obra, escrita y estrenada a finales del siglo XIX, retrata con exquisita profundidad la psicología de la alta sociedad noruega del momento a través de la aristocrática hija del general Gabler, que sufre la pesadilla de un matrimonio no deseado con el académico Tesman. Con el tiempo, tratará de desprenderse de esta telaraña.

Àlex Rigola (Barcelona, 1969) añade más motivos para llevar ahora este texto al Teatre Lliure hasta el 29 de enero: “La necesidad de hablar del presente ante la sensación generalizada de una sociedad europea que no se encuentra ubicada, que no sabe exactamente hacia donde se dirige”.

El director reconoce a El Cultural que todo lo que no sea creíble en la sociedad contemporánea no estará en la obra: “Las normas dramatúrgicas que se usan van mucho más allá del tiempo. Hay unas normas sobre lo que yo como espectador soy capaz de admitir o aceptar en un escenario, que no son las mismas que se usan en el mundo audiovisual”.

“Creamos la caja escénica para hacer llegar al público silencios que hablan, que reivindican, que censuran, que niegan, que matan...”. Àlex Rigola

Sabe Rigola de lo que habla porque él mismo se ha encargado de redefinir esas reglas a través de sus trabajos con Heartbreak Hotel, desnudando por completo la puesta en escena y ubicando la acción en una caja que dota de intimidad a todo lo que se representa, un recurso que ya ha utilizado en obras como Vania. Escenas de la vida y Who is me. Pasolini (Poeta de las cenizas).

“Es un espacio en el que el espectador asiste a un tipo de representación que muy pocas veces le está permitido –explica–. Siempre que empezábamos los ensayos, donde el trabajo de mesa se convertía en emotivas lecciones de interpretación, me frustraba porque después el público no podía disfrutar de esos momentos. Al ir a los escenarios y tener que hablar más fuerte muchos de los matices que da el actor desaparecían. Pero, sobre todo, porque los silencios perdían fuerza. Creamos la caja para hacer llegar esos silencios llenos de significado, silencios que hablan, que reivindican, que censuran, que niegan, que matan... Todo eso se disuelve en los espacios grandes. Esta caja es como una placentaa”.

Nausicaa Bonnín es la Hedda Gabler de Rigola, un personaje que en las primeras representaciones decimonónicas era una mujer fría, maliciosa y excéntrica y que en la actualidad fascina porque se nos presenta como alguien fuerte y complejo. “Hay pocos personajes femeninos tan importantes como este en la historia del teatro”, afirma la actriz, que estará acompañada en el espacio creado por Max Glaenzel por Miranda Gas, Pol López, Marc Rodríguez y Joan Solé.

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Para Rigola, que ha creado este montaje siguiendo los pasos de su ‘Decálogo para una verdad escénica’ (referente teórico nacido de diversos talleres que apuesta por la utopía interpretativa), “es curioso ver cómo Ibsen ya en el siglo XIX nos habla de toxicidad en todos los sentidos. En los demás, pero sobre todo la que genera uno mismo”.

Hedda Gabler es un título que ha dado identidad a la programación del Lliure. Por sus tablas han pasado las versiones de Pere Planella (1978), Eric Lacascade (2005), Thomas Ostermeier (2007), Daniel Veronese (2010), David Selvas (2012), Víctor Sánchez Rodríguez (2012) y Aleix Aguilà (2017).

“Creo que no tengo referentes directos de la misma obra. He tardado mucho en encontrar mi propio lenguaje. Por supuesto, he aprendido de los espectáculos que he visto pero este nace de un territorio personal, con un método de interpretación gestado durante años y unas reglas dramatúrgicas propias. No creo que desde fuera se vea como algo muy novedoso pero como método de trabajo para mí es esencial. Los resultados hablan por sí solos”, sentencia Rigola, del que aún sigue en gira la instalación Macho Man.