Màrcia Cisteró en 'Animal negro tristeza'. Foto: David Ruano

Màrcia Cisteró en 'Animal negro tristeza'. Foto: David Ruano

Teatro

El teatro de Julio Manrique entra en combustión

Llega a las Naves del Español 'Animal negro tristeza', un montaje del director catalán sobre los "espasmos" que provoca la falta de conciencia

26 abril, 2022 02:53

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El actor y director Julio Manrique (Barcelona, 1973) se ha convertido en un espeleólogo del dolor humano. El más profundo, el que horada sin quererlo el paso del tiempo, la rutina, la soledad y la muerte. Ya adelantó algunas de sus intenciones en E.V.A en 2017 y lo confirma ahora con Animal negro tristeza, una obra de la alemana Anja Hilling (Lingen, 1975) en la que expone a sus personajes a una vulnerabilidad existencial inesperada. Como casi todo en estos tiempos, nace del nuevo ser humano (más inestable, menos equilibrado) que ha nacido de la pandemia.

Teatro postdramático

Estrenada en enero en la Sala Beckett -que la produce junto al Teatro Español- llega este 26 de abril a las Naves del escenario madrileño Animal negro tristeza, un texto que se expresa al margen de etiquetas, una suerte de teatro postdramático en el que se cuentan las cosas de otra manera, siempre a través de la exploración de las palabras. “Ha sido un auténtico desafío formal”, reconoce Manrique a El Cultural.

Todo empieza en un bosque con cuatro hombres, dos mujeres y un bebé. Les vemos conversar con cierto cinismo. Han abandonado la ciudad para experimentar una noche en medio de la naturaleza. De pronto, se ven envueltos en un incendio brutal. Huyen y se dispersan en todas direcciones. Lo único que cuenta entonces es salvar la vida. Irrumpe así en sus vidas el miedo a la muerte, a la soledad… su existencia cambia de rumbo, como el viento inflamado, en cuestión de minutos.

"Es una narración acelerada y febril, con escupitajos de ceniza y de sangre, con animales muertos, miembros quemados y cuerpos en llamas". Julio Manrique

“Es una historia muy poderosa, muy estomacal -explica el director-. Por eso hemos realizado una puesta en escena que explorara nuevos territorios a través de proyecciones donde se pudiese sentir el incendio, la irresponsabilidad de los personajes... Ha sido como convertir lo imposible en posible”.

Según el director, cuando el bosque se enciende “la voz desaparece y ya solo sentimos fragmentos espasmódicos de conciencia, relatos subjetivos, una narración acelerada y febril, escupitajos de ceniza y de sangre, animales muertos, miembros quemados, cuerpos en llamas. Y así, segundo a segundo, acabaremos viendo el cuadro completo de la desgracia”.

Desde la antigua Grecia

En el desarrollo de la obra se incluyen referencias a dramas contemporáneos como el cambio climático pero Manrique termina calificándola de una “tragedia contemporánea”, pues no deja de remitir a las historias de la antigua Grecia, donde finalmente se termina hablando de la fragilidad del ser humano: “Es un montaje que golpea pero también tiene una gran belleza y una extraña calidad poética”.

Sobre el escenario, Mireia Aixalà, Joan Amargós, Màrcia Cisteró, Norbert Martínez, Jordi Oriol, Mima Riera, David Vert y Ernest Villegas. Sus personajes volverán a la casilla de salida en la última parte. O sea, retornan a la gran ciudad. “Extenuados y tristes, como náufragos a la deriva, pasearán entre los escombros de sus vidas empujados a continuar. Diría que sorprendentemente, milagrosamente, enfermizamente…”, concluye Manrique.