Image: Chaves Nogales, de hoz y coz en la URSS

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Teatro

Chaves Nogales, de hoz y coz en la URSS

23 febrero, 2018 01:00

Una jaula, parte de la escenografía de El maestro Juan Martínez

Manuel Chaves Nogales da testimonio. Refleja. Está allí. Pone ante el espejo a España y a los españoles. Su rara ecuanimidad sigue siendo indspensable. Así ve el director y actor Alfonso Lara al autor de El maestro Juan Martínez que estaba allí, texto que ha adaptado para subirlo al escenario del Teatro Campos Elíseos de Bilbao.

"A mí la toma del poder por los bolcheviques, los famosos diez días que conmovieron al mundo, me cogieron en Moscú vestido de corto, bailando en el tablado de un cabaret y bebiendo champaña a todo pasto". Juan Martínez, flamenco, de Burgos, bailarín de 43 años, ojos grandes y negros de jaca jerezana, de frente atormentada, pelo requetepeinado y pellejo duro y curtido como el cordobán, relata así, de la mano de la prosa maestra de Manuel Chaves Nogales, sus peripecias por la Rusia revolucionaria de 1917. Odesa, Moscú y Petrogrado son algunas de las paradas de este pícaro español, licenciado en supervivencia, que transitó junto a Sole, su mujer, de escenario en escenario, por la convulsa geografía de la revolución soviética. El periodista sevillano recoge con humor uno de estos traslados en El maestro Juan Martínez que estaba allí: "No podía llevarme el equipaje, porque yo sabía cómo iban de abarrotados los trenes, pero sí cargué con dos grandes paquetes, uno de alubias y otro de arroz, por si en Moscú no había manduca. Tenía que llevarme también la guitarra porque, con revolución o sin ella, ¿qué hace un flamenco sin guitarra? Con blancos o con rojos, yo tenía que ganarme mi pan, y mi pan eran, allí y en China, mis pinceles y mi guitarrilla".

El testimonio, narrado por el protagonista en París tiempo después al autor de A sangre y fuego, se sube ahora a las tablas -este viernes, 23, en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao bajo el mismo título aparecido en la edición publicada por Asteroide en 2007- de la mano del actor y director Alfonso Lara, encargado también de la adaptación. "La novela que hoy encontramos en las librerías se publicó originalmente en la revista Estampa en 1936 como una especie de relato por entregas. Esto me recordó a los tableau vivants, que Buñuel usó con Viridiana. Ahí vi un traslado muy natural a la escena", señala a El Cultural Lara, que encarna en el montaje al intrépido Juan Martínez.

"Es algo muy normal en el teatro europeo. De ese modo se moderniza y enriquece el repertorio. En España aún tenemos un largo camino que recorrer, aunque hay contadas y grandes excepciones como el 2666 de Álex Rigola o En la orilla de K Producciones". Los pormenores de la revuelta revolucionaria salpican el relato protagonizado por ocho actores que interpretan varios personajes cada uno. "He intentado ser fiel al espíritu de la novela y respetarlo escrupulosamente -explica Lara-. En lo fundamental, creo que es perfectamente reconocible. Obviamente, la escritura dramática es una cosa y la narrativa otra. Por ejemplo, creé personajes a partir de dos que aparecen en la novela. Eso me ofrecía una posibilidad estupenda de ver cómo los hechos modifican la conducta y los sentimientos según las circunstancias".

Olfato periodístico

Así es como en la dramaturgia de El maestro Juan Martínez que estaba allí surgieron diálogos de textos que son literarios y roles inventados dentro del contexto de la novela. El homenaje a Chaves Nogales está así servido por una compañía, Coarte, que ha contado con las colaboraciones de Concha Busto, María Díaz y Gosua Producciones. "La mejor prueba de nuestra voluntad de reivindicarlo es habernos embarcado en un montaje de estas dimensiones, con el raquitismo y las carencias que presiden en muchos aspectos el panorama de producción teatral español. Nos identificamos mucho con su idea de imparcialidad. Su rara ecuanimidad nos sigue pareciendo indispensable en estos momentos en los que, como dice la canción de Juan Perro, seguimos obstinados en el error", sentencia Lara, director también de El divorcio de Fígaro, de Odön von Horváth.

El mérito, la grandeza del texto de Chaves Nogales es, como señala Andrés Trapiello en el prólogo del texto literario, "decir lo que dijo cuando lo dijo". Su olfato periodístico, su necesidad de contar las cosas de primera mano, le llevó de forma inercial a la aventura de Juan Martínez. Nogales, añade Trapiello, supo que "el mayor pecado que un hombre podía cometer en aquellos años era mantenerse libre". El individuo ante las corrientes históricas, las convulsiones revolucionarias, los movimientos de masas y las guerras son algunos de los aspectos que han interesado a Lara. Por eso, le llamó la atención la historia de Juan Martínez: "Nuestros personajes están cargados de las preguntas que debemos hacernos como sociedad, como país, como personas... No buscamos moralizar ni adoctrinar. Todo lo contrario".

La filosofía del montaje que veremos estos días en Bilbao es la que, según el director, siguió Chaves Nogales a lo largo de su trayectoria profesional: poner ante el espejo a España y a los españoles. "No tenemos más que ver lo que está pasando en Cataluña para ver que no hemos aprendido nada. Los problemas son casi idénticos. A eso se añade que el nivel de los políticos de hoy es ínfimo comparándolo con los políticos del pasado. Chaves es sorprendentemente objetivo. Da testimonio. Refleja. Está allí".

La puesta en escena, presidida por una enorme y simbólica jaula y conducida por la música de Jean Sablon y Shostakóvich, entre otros, huye de lo espectacular. Lara buscaba una propuesta sencilla y profunda de la que salieran todo tipo de sugerencias: "No podemos perder de vista que estamos ante algo similar al recorrido vital de un pícaro clásico, un cuento a veces cruel y a veces divertido que tiene sus raíces en El Buscón, El Lazarillo de Tormes e incluso en los Entremeses de Cervantes y en las vanguardias del siglo XX. Mi adaptación tiene además otras fuentes, como las que emanan de Albert Camus, George Grosz, Ernesto Sábato, Francis Bacon y otros textos de Chaves Nogales".

Uno de los pasajes más impactantes tanto del libro como de la obra es el espisodio en el que aparece Trotski, capaz de apaciguar a la muchedumbre en un solo discurso. "¿Dejará algo sin prometer?", se pregunta Juan Martínez. "Todo lo que dice es verdad", responde Sole. "Sí, pero del dicho al hecho... ¿En qué quedarán mañana esas verdades? ¿En manos de quién? Venga, nos vamos".

@ecolote