Depeche Mode en concierto. Foto: Toni François.

Depeche Mode en concierto. Foto: Toni François.

Música

Depeche Mode estrena un documental que viaja hacia el corazón de la existencia y la muerte

La banda británica presenta 'Depeche Mode: M', un concierto filmado durante su gira 'Memento Mori' de 2023, tras la muerte de Andrew Fletcher, miembro fundador.

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"Perpetuar la salida del sol mediante la ofrenda de sangre era, para la cultura mexica, la esencia del sacrificio humano: un acto individual que aseguraba el bienestar de toda la comunidad. En la cima de una pirámide, arte y ofrenda se unían en un mismo gesto ritual".

Con esta evocadora premisa comienza Depeche Mode: M, el nuevo documental-concierto de la mítica banda británica.

Tras su paso por el Festival de Tribeca, la película llega a las salas españolas el 28 de octubre, ofreciendo una exploración visual y sonora de la relación entre la cultura mexicana y la muerte.

Narrado por el actor Daniel Giménez Cacho, el filme entrelaza imágenes de archivo, secuencias interpretativas y momentos de los tres conciertos que Depeche Mode ofreció en la Ciudad de México ante más de 200.000 seguidores, como parte de la gira de su último álbum, Memento Mori.

El resultado es un viaje cinematográfico hacia el corazón de la existencia, que capta la devoción casi religiosa del público mexicano por una de las bandas más influyentes surgidas de Inglaterra, y que sigue explorando, cuatro décadas después, los límites entre la fe, la oscuridad y la música.

Copyright de la muerte

Concebido y dirigido por el cineasta mexicano Fernando Frías de la Parra (México, 1979), autor de I’m No Longer Here, el documental M combina la poderosa presencia escénica de Depeche Mode con una exploración profunda de los vínculos entre la música, la mortalidad y la tradición mexicana.

Al ritmo de los oscuros y penetrantes acordes de My Cosmos Is Mine se abre la primera de las actuaciones. Sobre el escenario del estadio de la Ciudad de México, Dave Gahan aparece enfundado en un impecable traje oscuro, acompañado por el resto de la banda y envuelto en una monumental escenografía luminosa presidida por una gigantesca "M".

A sus 63 años, el líder de la banda británica mantiene intacta su energía y magnetismo, proclamando su liturgia ante un público entregado que corea cada palabra.

Le sigue Wagging Tongue, segundo tema de Memento Mori, mientras la multitud celebra a una banda tatuada en el corazón de al menos tres o cuatro generaciones, y que continúa conectando con nuevos oyentes.

"A los mexicanos nos llega mucho su música porque tenemos muy presente esta corriente sobre la muerte y la oscuridad; México, al final, tiene una realidad bastante oscura y somos conscientes de que nuestra ritualidad funeraria sigue inscrita en la vida cotidiana. Quizás por eso nos ganamos algo así como el copyright de la muerte", reflexiona un seguidor de la banda.

El documental incorpora también imágenes de los tradicionales altares mexicanos, los Huey Tzompantli, formados por calaveras y esqueletos erigidos en honor a los dioses.

Estos elementos dialogan visualmente con una tecnología obsoleta y casi cadavérica: antiguos televisores de los años ochenta que el artista visual Joshua Ellingson ha rescatado para construir parte de la identidad escénica de esta gira.

Una rima tecnológica que utiliza y remite inevitablemente a aquellos primeros videoclips granulados que marcaron el nacimiento de la era audiovisual de Depeche Mode.

La liturgia de la inmortalidad

Mientras tanto, sobre el escenario del abarrotado estadio de la Ciudad de México, la banda continúa desgranando, una a una, canciones de su extensa discografía: desde A Pain That I’m Used To hasta clásicos como Everything Counts, con Dave Gahan y Martin Gore al frente de una liturgia que trasciende lo musical.

Es una comunión de sonido y emoción, un ritual en el que el dolor, la memoria, la alegría y la danza se entrelazan hasta disolverse en algo profundamente humano y, a la vez, luminoso.

En la recta final del concierto, Depeche Mode reserva tres de sus himnos más emblemáticos —Enjoy the Silence, Never Let Me Down Again y Personal Jesus—, desatando el delirio colectivo.

Depeche Mode en concierto. Foto: Toni François.

Depeche Mode en concierto. Foto: Toni François.

La traca final eleva el estadio hacia un éxtasis comunal, una celebración de la vida y del legado de una banda que ha sabido habitar, con asombrosa naturalidad, su propia oscuridad brillante.

Y mientras el sonido de los aplausos se aleja en un profundo eco, la voz del narrador, Daniel Giménez Cacho, cierra el documental con una reflexión sobre la verdadera naturaleza de la inmortalidad artística.

"En el primer relato escrito del que se tiene registro, los sumerios narran la historia de Gilgamesh, un hombre que buscaba ser Dios para alcanzar la inmortalidad. En su búsqueda, finalmente comprenderá que la inmortalidad no reside en la vida eterna, sino en el legado de nuestras acciones, que perduran en la memoria y en los corazones de los demás".

Y si hay algo que define a Depeche Mode es precisamente su legado musical. Su inmortalidad comenzó a finales de los setenta, en la tranquila ciudad inglesa de Basildon, donde Vince Clarke, Martin Gore y Andy Fletcher se unieron por su pasión por los sintetizadores y la nueva música electrónica que emergía en Europa.

Su álbum debut, Speak & Spell (1981), fue un éxito inmediato gracias al icónico y contagioso single Just Can’t Get Enough, que los situó a la vanguardia del synthpop junto a Soft Cell o The Human League.

Poco después, Clarke —su principal compositor— abandonó la banda. A partir de entonces, Dave Gahan y Martin Gore tomaron las riendas, dando un giro hacia un sonido más oscuro, introspectivo y emocional.

Con trabajos como A Broken Frame (1982), Construction Time Again (1983) y Black Celebration (1986), consolidaron su identidad y su voz.

Canciones como Everything Counts o People Are People se convirtieron en himnos de una generación que encontraba en el pop electrónico un lenguaje emocional y social.

En 1989, el álbum en directo 101 (Live) grabado en el Rose Bowl de Pasadena confirmó su poder escénico y la extensa colección de singles elaborados hasta la fecha.

Pero sería Violator (1990) el que los consagraría definitivamente: una obra maestra que los catapultó al estrellato global con temas como Personal Jesus, Enjoy the Silence y Policy of Truth.

Su mezcla de sensualidad, oscuridad y melancolía influyó en artistas como Nine Inch Nails, Muse, Coldplay o The Weeknd.

El gran éxito también trajo turbulencias. Songs of Faith and Devotion (1993) exploró nuevas sonoridades, pero la gira Devotional Tour llevó a la banda al límite.

Y es que las adicciones de su líder David Gahan y la tensión interna casi los destruyeron. Cuatro años después, resurgieron con Ultra (1997), un álbum más sombrío e introspectivo que simbolizó su renacimiento musical.

En 2022, la muerte de Andrew Fletcher, miembro fundador, a los 60 años, fue un golpe devastador. Sin embargo, Gahan y Gore decidieron seguir adelante. De esa pérdida nació Memento Mori (2023), un disco que reflexiona sobre la mortalidad y la conexión humana, y que inspira el corazón del documental Depeche Mode: M.

“No somos estrellas de rock. Somos gente normal haciendo música electrónica emotiva”, afirma Gahan. Tal vez en esa aparente sencillez resida el secreto de su permanencia: una banda que, más de cuatro décadas después y con más de 100 millones de discos vendidos, sigue encendiendo altares sonoros en los corazones de quienes encuentran en su música una forma de inmortalidad.