Zubin Mehta. Foto: Wilfried Hoesl

Zubin Mehta. Foto: Wilfried Hoesl

Música

Zubin Mehta: "Israel vive en un estado de depresión, esperando que Netanyahu dimita"

Dice el director vitalicio de la Filarmónica de Israel que no hace música con fines políticos pero tampoco calla sus opiniones en ese terreno. Antes de sus conciertos en Barcelona y Madrid, muestra su coraje cívico.

29 enero, 2024 01:09

Alguna vez, en sus últimas apariciones sobre el escenario, Zubin Mehta (Bombay, 1936) se ha encaminado al podio apoyándose sobre un bastón. Desde hace ya tiempo, además, dirige sentado y su gesticulación con la batuta es más discreta. Pero el sonido que genera no ha perdido un ápice de magnetismo ni de grandeza. Maestro de leyenda, vuelve a España con Brahms por bandera y la Filarmónica de Múnich bajo su mando (Palau de la Música de Barcelona, día 28; Auditorio de Zaragoza, el 29; Auditorio Nacional, con Ibermúsica como anfitriona, el 30 y el 31). Desde, precisamente, el Hotel Mandarin de Múnich atiende a El Cultural por teléfono. Asertivo y cordial a un tiempo, no recula ante ningún trapo, ni musical ni político.

Pregunta. ¿Qué tal se encuentra? Que la temporada pasada nos dejó algo preocupados con sus cancelaciones.

Respuesta. Me siento perfectamente, gracias. Ya no estoy enfermo.

P. Se debe de sentir fuerte porque aquí va dar cuatro conciertos seguidos, lo cual supone un gran esfuerzo.

R. Por favor, no hablemos más de este tema. Como le dije: me encuentro de maravilla [Sube ligeramente el tono, molesto].

P. Bien, pues eso nos hace felices. Cambiamos el tercio. Sus conciertos en España van a estar dedicados exclusivamente a Brahms.

R. Sí, en estas semanas voy a completar ocho conciertos seguidos dedicados a él. Aparte de aquí, en Múnich, lo interpretaremos allí en España y luego en Nueva York, en el Carnegie Hall.

P. Es uno de sus compositores predilectos, ¿no?

R. Absolutamente, siempre ha estado entre los que más he admirado.

P. Schoenberg sorprendió en su día defendiéndolo como un compositor “progresista” frente a los que lo veían como una antigualla. ¿Está de acuerdo con él?

R. Por supuesto. Lo que Brahms heredó de Beethoven lo hizo evolucionar de una manera muy natural.

P. Vendrá aquí comandando la Filarmónica de Múnich, tantos años esculpida por Sergiu Celibidache. ¿Qué rasgos destacaría de esta formación?

R. Grande Celibidache. Su huella todavía puede apreciarse en la orquesta. Se nota en su alto sentido del estilo y en el placer con que hacen música, dos rasgos de su cosecha.

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P. ¿Cuáles fueron para usted los directores que más marcaron su manera de conducirse en el podio?

R. El primero de todos, Hans Swaroski, mi profesor en Viena, donde llegué con 18 años. Swarowski venía de una línea directa conectada a Richard Strauss. En mis tiempos de estudiante también fueron cruciales Karajan, Karl Böhm, Josef Krips y Hans Knappertsbusch. Fueron muy inspiradores en los conciertos y los ensayos a los que asistí.

P. Aunque la primera inspiración fue su padre [violinista y fundador de la Sinfónica de Bombay].

R. Sin duda, él fue la primera gran influencia. Fue un gran músico con el que tocaba compositores varios y escuchaba discos de su magnífica colección.

Foto: Monika Rittershaus

Foto: Monika Rittershaus

P. Lo que no tenía su padre eran discos de ópera, ¿no?

R. No, claro, en Bombay no teníamos ópera, no había conexiones con ese mundo. La ópera la pude conocer en Viena. Allí escuché el Anillo completo dirigido por Karajan y otras óperas de Strauss con Karl Böhm al frente.

P. Usted creció en una familia tradicional parsi. ¿Qué valores conserva de aquella educación?

R. Iba a un colegio católico. Mi familia profesaba el zoroastrismo y por tanto tengo interiorizado este culto, sus ceremonias y sus conceptos.

P. En concreto, iba a un colegio de jesuitas españoles, ¿no?

R. Exacto, durante nueve años. Eran catalanes, gente muy culta, con un sentido muy fuerte de la disciplina. Y con una mentalidad abierta: nadie allí intentó convertirnos. Entre los estudiantes había católicos y de otras religiones.

P. Es usted director vitalicio de la Filarmónica de Israel. Ya antes de la guerra era muy crítico con Netanyahu. ¿Cómo ve la situación actual, con las bombas cayendo día tras día en Gaza?

R. Es un horror. La mayoría de la gente en Israel espera que Netanyahu dimita, algo que no va a pasar de forma inmediata, por desgracia.

P. ¿Qué le cuentan sus músicos y sus amigos de allí?

R. Todo el país está sumido en una especie de depresión. La gente no siente ningún orgullo respecto a lo que se está haciendo en Gaza. No lo comparten.

P. También está muy preocupado por la deriva ultranacionalista de Narendra Modi en el gobierno de su país, India.

R. Sí, es un gobierno muy escorado hacia los intereses de los hindúes, muy nacionalista y muy, muy de derechas. Esperemos que esto también cambie pronto.

P. ¿Es probable?

R. No lo sé, la verdad.

Un maestro de película

P. Usted conoció bien a Leonard Bernstein. ¿Ha visto ya la película Maestro, que recorre buena parte de su vida?

R. Sí.

P. ¿Y?

R. El actor que lo encarna [Bradley Cooper] es muy bueno pero no me convence tanto lo que se cuenta de Bernstein.

P. ¿Por?

R. Bernstein fue un gran músico y una persona muy cultivada y de estos aspectos no hay evidencias en la película.

P. Así que le parece un retrato injusto, inapropiado.

R. Bueno, pero es importante que haya sido un éxito, que sea una película popular, porque eso permite que mucha gente haya abierto los oídos a la genialidad de Bernstein.

P. ¿Cómo fue su relación con él? Creo que tenían serias discrepancias sobre cómo interpretar a Mahler.

R. Nuestra relación era bastante estrecha. Bernstein venía de vez en cuando a mis conciertos y luego nos juntábamos para charlar. Me decía las cosas que le gustaban y las que no. Siempre fue una persona muy abierta a la conversación. Yo eso lo valoro mucho.

P. Hablabámos antes de los conflictos en la India y en Israel. ¿Cree que la música puede contribuir a resolver este tipo convulsiones políticas, religiosas…?

R. Yo hago mi música sin ninguna pretensión en este terreno. Ojalá tenga alguna influencia en un sentido positivo, al fin y al cabo, esta música ha sido creada por grandes espíritus, como el de Brahms o el de Schoenberg, que mencionamos antes.

P. ¿Cómo describiría el papel del director en el milagro de alumbrar música?

R. El director es como un mensajero de Mozart, Haydn, Beethoven… Nosotros debemos profundizar en la personalidad de ellos, no solo a través de las partituras sino también mediante sus cartas y otros escritos. Esa es nuestra tarea, así como convencer primero a la orquesta, para hacer ensayos intensos, y luego al público.