Lang Lang. Foto: Simon Webb

Lang Lang. Foto: Simon Webb

Música

Lang Lang, un pianista entre Chopin y Dumbo: "Aprendí mucha música clásica viendo dibujos"

El pianista más popular de la actualidad lanza The Disney Book, donde sublima las más célebres partituras de 'Pinocho', 'Dumbo', 'Mary Poppins', 'Frozen'...

17 septiembre, 2022 03:01

Le damos el alto a Lang Lang (Shenyang, 1982) a su paso por el Festival de Santander. No es fácil echarle el lazo al ubicuo pianista chino, celebridad mundial que peregrina sin cesar por el planeta tecleando con brío, destreza y cada vez más hondura. En la pantalla de Zoom aparece con aire juvenil. Está en la habitación de su hotel, sonriente y luciendo una camiseta blanca. De fondo, un ventanal que enmarca el Cantábrico. “Una gozada esta vista”, apunta a modo de preámbulo de una charla que se centra en su último disco, The Disney Book (Deutsche Grammophon), un recorrido por la historia musical de la mítica compañía de entretenimiento, que en 2023 cumplirá 100 años.

Pregunta. ¿Cómo surgió la idea de este disco?

Respuesta. La intención era tocar estas piezas en el modo más virtuoso posible. Es lo que hago por ejemplo con Frozen, que suena como un concierto de Rajmáninov. Y Dumbo, como un preludio de Debussy… Lo último que quería era que este disco sonase como música de fondo en un bar, como si fuera una simple sucesión de covers.

P. ¿Ha recurrido a varios arreglistas para ‘intervenir’ las obras? ¿Les costó mucho dar con la tecla?

R. Mucho, sí. Fue un proceso difícil en el que hubo bastantes descartes y marchas atrás. Por eso el disco se ha grabado en estudios de varias ciudades: Shangai, Londres, París, Berlín, Nueva York, Los Ángeles... No terminábamos de quedar satisfechos del todo con el resultado. Fue muy diferente a grabar los discos de clásica, en los que, una vez tienes claro el concepto, te encierras diez días y lo grabas. Pero aquí entrábamos en un territorio completamente nuevo para el piano. Eso conllevaba un proceso de ensayo y error. No podíamos correr y de ahí que tardáramos cerca de dos años.

P. Entonces ha sido un trabajo muy exigente. Conviene advertirlo porque habrá gente que pensará que este disco ha sido como una excursión infantil para usted.

R. Pues yo diría que después del de las Variaciones Goldberg este es el disco más difícil que he hecho. Ha sido una ‘maniobra’ muy compleja y delicada partir del material original y caminar hacia el universo sonoro de los grandes: Beethoven, Chopin, Liszt...

P. ¿Cuáles fueron los criterios que determinaron la selección de obras?

R. Pues al principio rumiamos la opción de hacer algo centrado solo en dibujos animados. Consideramos cosas de The Looney Tunes, Transformers… Pero al final creí que tenía más sentido concentrarnos en el universo Disney porque existen entre las piezas ciertas continuidades en lo estilísitico. Y también quería ofrecer melodías familiares para generaciones diferentes. Por eso están Los tres cerditos, Blancanieves, Cenicienta, Encanto...

P. ¿Hay alguna que le conmueva particularmente porque, acaso, la escuchaba/veía en su infancia?

R. Sí, sí: When You Wish Upon a Star, de Pinocho. La canta mi mujer Gina. La hicimos en inglés, coreano y chino. Es la que más apegada está a mi niñez.

P. Los dibujos animados fueron cruciales para usted. Fue escuchando la Rapsodia húngara nº 2 en Tom y Jerry cuando sintió por primera vez el deseo de acercarse al piano, ¿no?

R. ¡Sí! Yo aprendí mucho de la música clásica y del jazz viendo dibujos. Y estos también me enseñaron cómo la música contribuía a perfilar a los personajes, solo con notas, no con palabras. Mickey Mouse, Goofy, Woody de Toy Story… Me dieron también un sentido del movimiento y el ritmo de este arte vivo.

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P. Es un álbum que puede servir de gancho para que los jóvenes se vayan introduciendo en la clásica, ¿no?

R. Sí, de hecho es uno de sus objetivos: mostrar a los niños lo atractivo que puede ser el piano. Pero también el desafío es que los especialistas en música clásica, los oídos más exigentes, disfruten asimismo de este repertorio que de entrada puede que no les llame la atención pero que tiene una gran calidad.

P. ¿Cuál es la edad ideal para empezar a tocar el piano?

R. Diría cuatro, cinco, seis, es la mejor. En esos años, sí.

P. Usted empezó con tres y le resultó muy duro por la presión a la que le sometían. ¿Qué consejo les daría a los chicos que están empezando?

R. Yo les recomendaría que no empezaran con piezas excesivamente rápidas y exigentes. Y que no toquen solo música clásica sino también otras cosas; canciones infantiles, por ejemplo. Tienen que amar lo que hacen. Si van a ensayar con miedo, agobiados, los vamos a perder seguro. Los padres y los profesores tienen que ser muy afectuosos con ellos. No hay que forzarles en exceso al principio.

Querencia española

P. Volviendo a Disney. Usted visitó Disneyland Tokio cuando era un crío y eso le marcó mucho. ¿Por qué?

R. Fui a Tokio a participar en una de las competiciones más prestigiosos de piano de allí. Gané y dije que como premio quería ir a Disneyland [Risas]. El presentador me consiguió unas entradas y allí fui con mi profesor. Fue maravilloso y se me quedaron grabadas en la mente algunas melodías.

P. En agosto estuvo bajo las órdenes de Daniel Barenboim interpretando en Colonia, Lucerna y Berlín un programa muy español, con Falla en primer término. ¿Cómo conecta con nuestra música?

R. Siempre me ha encantado tocar Granados, Albéniz, Falla… Disfruto mucho el exotismo, el simbolismo, las raíces tradicionales que tiene, como las del flamenco, únicas. El tour, por cierto, fue un éxito.

P. Tenemos un panorama en el mundo un poco crudo. ¿Qué puede hacer la música en medio de tanta tensión?

R. No debe parar porque, si todos tocáramos un instrumento, estoy seguro de que este mundo sería un lugar mucho mejor.