La Junior Ballet de la Ópera de París interpretando 'Requiem for a rose', de Annabelle López Ochoa. Foto: Julien Benhamou

La Junior Ballet de la Ópera de París interpretando 'Requiem for a rose', de Annabelle López Ochoa. Foto: Julien Benhamou

Danza

Los cachorros del mejor ballet francés desembarcan en España bajo las órdenes de José Carlos Martínez

Creado como puente entre la escuela y la compañía principal (que el español dirige desde 2022), el Junior Ballet de la Ópera de París se presenta por primera vez en nuestro país.

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La compañía apenas tiene un año de vida, pero estos jóvenes están respaldados por tres siglos y medio de historia. El Ballet de la Ópera de París —de quien este Junior Ballet representa su versión preprofesional— ha sobrevivido a las etapas más convulsas desde que lo impulsara Luis XIV.

Cuenta con más de 150 bailarines y dos sedes escénicas en París: el Palais Garnier —que este año celebra su 150 aniversario— y la Opéra Bastille (inaugurada en 1989 para celebrar el bicentenario de la Revolución francesa), donde tiene su sede el Junior Ballet.

José Carlos Martínez (Cartagena, 1969), director del Ballet de la Ópera de París —y entre 2011 y 2019, de nuestra Compañía Nacional de Danza (CND)— anunció la creación del Junior Ballet apenas año y medio después de haber ocupado su despacho en Garnier. "Es verdad que formaba parte de mi proyecto inicial... ¡pero no pensé que pudiéramos hacerlo tan pronto!", confiesa Martínez a El Cultural.

Cuenta con patrocinadores propios: desde grandes firmas como Chanel, a la Fondation BNP Paribas, Kinoshita Group, GRoW @ Annenberg, la Fondation Caris e iniciativas particulares.

Como puente entre escuela y compañía, el Junior Ballet ofrece contratos de formación de dos años con clases, talleres, trabajo con coreógrafos y experiencia en escena. "Por un lado, abrimos la escuela francesa y la compañía a bailarines de otros lugares, a quienes damos la oportunidad de terminar su formación con nosotros, pero también a alumnos que terminan nuestra escuela a los 18 años y todavía no están preparados para el mundo profesional de hoy", explica.

"Cada vez las compañías tienen menos tiempo de ensayo y más diversidad en la programación, y quizás este tipo de proyectos de transición profesional antes eran menos necesarios; cuando yo entré en la Ópera como bailarín pasabas los primeros meses aprendiendo todo y esperando tu momento; ahora se los lanza al escenario nada más llegar", añade quien fuera su Danseur Étoile durante 14 años.

El Junior Ballet reúne a 18 bailarines de entre 19 y 23 años de nueve países a los que se sumarán otros seis el próximo mes de septiembre; una diversidad que favorecerá una mayor permeabilidad en una plantilla históricamente endogámica. "Sería una pena no aprovechar los mejores talentos solo porque no tienen el estilo de la Ópera de París", insiste Martínez.

Clase Magistral

En sus últimas audiciones se presentaron 958 candidaturas de bailarines, de los que entraron nueve en la compañía principal y otros nueve en la Junior. "Es siempre difícil elegir en un solo día", admite.El Junior Ballet alterna periodos de actuaciones con otros de formación que incluyen clases de idiomas o análisis de repertorio para asegurar la esencia educativa del proyecto.

El Festival de Santander ofrece, enfatizando ese espíritu y por primera vez de forma coordinada con una compañía de danza extranjera de ese calibre, una clase magistral impartida por Martínez y una conferencia.

El Junior Ballet tiene también la posibilidad de llegar a lugares a los que no accede la compañía grande. "En la Ópera de París tenemos unos 190 espectáculos al año entre Garnier y Bastilla, así que podemos hacer solo una gira internacional al año y hasta el público francés tiene que venir a París a vernos. El Junior Ballet no es el Ballet de la Ópera de París, pero sí ofrece parte de su repertorio y llega a esos sitios", indica satisfecho.

"No es el Ballet de la ópera de parís, pero sí ofrece su repertorio y llega a sitios donde aquel no llega"

En su primera gira, el Junior Ballet, que actuará en los Veranos de la Villa (Conde Duque, días 29 y 30) y en el Palacio de Festivales de Santander (1 de agosto), ofrece un programa versátil. "Buscaba piezas para grupos pequeños en las que los bailarines pudieran trabajar estilos diferentes", explica el director.

Reconoce que quiso incluir más piezas contemporáneas, "pero los programadores quieren clásico y neoclásico", confiesa. Como Cantata 51, uno de los ballets más poéticos de Maurice Béjart. Con vestuario de Joëlle Roustan y Roger Bernard, fue estrenado en 1966 y recrea el tema de la Anunciación a través de cuatro bailarines y la música de Bach en un preciso juego coreográfico. Se trata, además, de una de las primeras coreografías que puso en escena la actual CND —entonces Ballet Clásico Nacional— en su presentación en 1980.

El histórico Allegro Brillante, creado por George Balanchine en 1956 sobre el Concierto para piano No. 3 de Chaikovski, reúne muchos de los elementos técnicos y expresivos característicos del coreógrafo: velocidad, brillantez, precisión y lirismo, vestidos por Barbara Karinska.

Réquiem por una rosa de Anabelle Lopez Ochoa nos acerca a la creación actual. Tiene música de Franz Schubert, entorno acústico de Almar Kok y vestuario de Tatyana van Walsum: una obra que hace hincapié en el corazón y sus latidos, jugando con las faldas rojas de los bailarines.

Cierra Mi favorita de José Carlos Martínez, con música de Gaetano Donizzetti y figurines de Agnès Letestu. Una pieza que demanda expresividad y técnica en un ambiente lúdico con guiños a Coralli, Petipa, Balanchine, Nureyev, Lifar, Forsythe e incluso Fred Astaire.

Plantea una reflexión en clave de humor acerca de la evolución de la danza y los históricos referentes en los que el ballet de hoy se apoya. No solo esta compañía actúa en muchos de los teatros en los que lo hizo la CND durante la etapa de Martínez, sino que también su repertorio nos recuerda a la de entonces. "¡Claro, porque es el mismo director!", admite entre risas.

El Junior Ballet, insiste Martínez, "es una compañía preprofesional de jóvenes que no han accedido todavía a la compañía principal y se enfrentan a roles exigentes". Pero sus bailarines sí actúan puntualmente con la compañía grande y en 2027 bailarán en Garnier con piezas creadas especialmente para ellos. "Es increíble ver sus progresos desde que empezamos", añade satisfecho.