El Coro del Teatro Real interpretando el ‘Va pensiero’. Foto: Javier del Real

El Coro del Teatro Real interpretando el ‘Va pensiero’. Foto: Javier del Real

Escenarios

El 'Va pensiero' de Verdi triunfa en el Teatro Real

Por primera vez en la historia reciente del coloso madrileño, el Coro brinda un bis tras la intervención en el tercer acto, que superó cualquier expectativa

6 julio, 2022 21:49

A uno Nabucco es un título que le deja más bien frío. Es bien sabido que ni siquiera Verdi estaba especialmente entusiasmado con la idea de volver a componer tras el fiasco de su segunda ópera, Un Giorno di Regno, su primera comedia que le supuso tal fracaso que, hasta su última ópera, Falstaff, no se atrevió el compositor de Busseto a crear otra comedia. Si le unimos una tristísima situación personal (habían muerto sus dos hijos y su mujer en un breve lapso de tiempo), no estaba el autor como para muchos fuegos artificiales.

Pero le hicieron llegar el libreto de corte bíblico en el que Verdi inmediatamente identificó —desde su fervor nacionalista— un tema que desde la antigua Mesopotamia entroncaba con la situación actual de Italia a mediados del siglo XIX, esto es: la adjudicación al Imperio Austro-Húngaro en el Congreso de Viena de 1815 del recién formado Reino Lombardo-Veneto que incluía la Lombardía y Venecia bajo control austriaco y la reacción contraria de una parte relevante de la población del norte de Italia a esta integración.

En fin, que un joven Verdi atisba un tema al que se siente personal y políticamente vinculado y pone su mejor talento en una partitura que desde su estreno en La Scala el 9 de marzo de 1842 cautiva a toda Italia. Dicen que desde la noche del estreno en las calles de Milán se tarareaba el celebérrimo Va Pensiero y que la exaltación por esta obra llegó a entroncar a Verdi con un clamor nacionalista: Viva VERDI (Vittorio Emmanuele Re Di Italia). A título personal, este título le permitió al compositor rehacer su vida al lado de la primera Abigaille de la historia: Giuseppina Strepponi, célebre soprano con la que mantuvo una relación sentimental durante 17 años y con la que finalmente se casaría en 1859.

[El Coro del Real se encumbra con un bis inédito en 'Nabucco']

Nabucco es sin duda uno de los títulos de la primera etapa de Verdi que ha tenido un recorrido más afortunado en los teatros de ópera, especialmente italianos. En España, sin embargo, no ha tenido tanta suerte y en el Teatro Real han tenido que pasar más de 150 años para volver a ver representada la tragedia del rey de Babilonia. Esta obra ya adelanta el clásico triángulo vocal verdiano: tenor-soprano-barítono, al que se incorpora un bajo (Zaccaria) y una mezzo (Fenena). En Madrid tenemos una inmensa suerte con los repartos propuestos por la dirección artística.

En la noche del estreno, tres fueron los roles sobresalientes: una estratosférica Abigaille a cargo de Anna Pirozzi, un extraordinario Nabucco interpretado por Luca Salsi y un Ismaele de la mano de Michael Fabiano. Los tres ya son de sobra conocidos del Teatro y su espléndido momento vocal adelantaba el éxito que cosecharon. Abigaille es un rol alambicado y realmente dificultoso. Muchas sopranos lo intentan, pero son más las que caen por las dificultades musicales de esta esclava que las que triunfan. Sus intervenciones son escalofriantes y cuando parece que ya no hay más, aprieta el diafragma y salen notas limpias, inmensas y redondas. Su dúo con Nabucco fue uno de los mejores momentos de la noche. La grandísima ovación que le dispensó el público era totalmente merecida.

['Nabucco', la grandeza de Verdi llega al Real]

A su lado, Luca Salsi dio lo mejor de si mismo. Este barítono está con el tiempo convirtiéndose en una de las grandes referencias de esta tesitura en los papeles más lúcidos de Verdi y se le nota cómodo en Nabucco: un canto noble, inmenso gusto cantando, un sonido viril y rotundo, espléndida vocalización y un inteligente control del sonido y del aire le permiten protagonizar esos roles verdianos que tanto éxito le están dando. Resolvió con enorme brillantez su "Dio di Guiuda", el gran aria y cabaletta de este personaje, de una dificultad extrema. Probablemente es de los barítonos más notables para hacer un Verdi hoy día. Tanto Pirozzi como Salsi fueron ruidosamente acogidos con sendas ovaciones al final de la ópera bajo unos tumultuosos aplausos.

Para Ismaele el Real cuenta con Michael Fabiano. Es una suerte tener a un cantante tan grande para un rol tan pequeño. De sobra es ya conocido su talento para la zona media y su preciosa zona alta. Magnífica elección. Y magnífico resultado.

Correcta y en papel la Fenena de Silvia Tro y fuera de rol y desafortunada interpretación el Zaccaria del ruso Dimitry Belosselskly, probablemente lo más flojo (junto con la inane propuesta escénica).

Excelente, como ya nos tiene acostumbrados, la dirección musical de Nicola Luisotti. De nuevo desde el foso el Maestro italiano supo combinar las sonoridades verdianas de gran dimensión con la íntima sutileza de los pasajes solistas, acompañando prodigiosamente a los intérpretes e iluminando la partitura.

Han tenido que pasar más de 150 años para volver a ver representada 'Nabucco', la tragedia del rey de Babilonia, en el coloso madrileno

Y junto al trío protagonista destacó sobremanera el coro. Cada vez más y mejor. Su intervención esperadísima del tercer acto, con el eje de este título, el Va Pensiero superó cualquier expectativa. Excelentemente cantado y dirigido, un largo y profundo legato, bellísimos "pianissimi" cantados a pesar de la posición incómoda de todos los miembros del coro (prácticamente todos tirados en el suelo) y una compacta musicalidad que concluyó, ya a capellla sin intervención del foso, en un mágico final que el público supo respetar dándole unos segundos mágicos de profundo silencio.

Al terminar, la ovación fue atronadora pero en vez de limitarse a unos correctos aplausos, se extendía minuto tras minuto y empezó a sobrevolar la posibilidad de que se produjese, por primera vez en la historia reciente del Teatro, el primer bis del coro. El Real es un coliseo donde poco a poco se ha popularizado la figura del bis. Uno recuerda el de Leo Nucci junto a Ciofi en Rigoletto, también los dos bises de Camarena, primero en La Fille du Regiment y después en L'Elisir D'Amore, el bis colectivo del Chi MI Frena in Tal Momento de la Lucia de Lammermoor con Lisette Oropesa y Camarena de nuevo y el exceso de Radvanoksy del año pasado en Tosca, donde prácticamente cada noche se bisó el Vissi D'Arte.

'Nabucco' es uno de los títulos de la primera etapa de Verdi que ha tenido un recorrido más afortunado en los teatros de ópera

Pero hasta ahora no se había producido con el Coro, hasta ayer. Y uno teme que se repita en las 14 funciones restantes. Por un lado es un momento mágico. Como público, quieres reconocer el talento y la entrega tan generosa del intérprete (en este caso, las varias docenas de intérpretes) y que te vuelvan a regalar ese instante efímero. Por otro, si el bis es casi práctica habitual o frecuente puede acabar perdiendo el halo de magia. Sea como sea, fue escalofriante ver a un público entregado y a un Coro agradecido.

La producción fallida de Andreas Homoki no da ni para comentarla. En un texto tan lioso como Nabucco únicamente sirvió para confundir aún más. El paño de falsa malaquita no dio para mucho y el público así lo reconoció con uno de los mayores abucheos de la temporada al equipo escénico.