Image: Lope subversivo en Mujeres y criados

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Escenarios

Lope subversivo en Mujeres y criados

24 abril, 2015 02:00

Ana Vila, Emilio Buale y Lucía Quintana en Mujeres y criados. Foto: Javier Naval.

Hito histórico en el Español: acoge el estreno de la obra de Lope que llevaba cuatro siglos perdida. La Fundación Siglo de Oro se encarga de resucitar una comedia que algunos filológos ya catalogan como "una de las grandes" del Fénix.

En enero de 2014, apareció una obra perdida de Lope de Vega en la Biblioteca Nacional. Hasta ese momento, la copia manuscrita de Mujeres y criados estaba catalogada como anónima y fechada en 1635. Las pesquisas del profesor de la Universidad de Siracusa (Nueva York) Alejandro García-Reidy, que seguía su rastro desde hacía tiempo, habían dado en el blanco. Tenía noticia de la existencia de esta comedia a través de menciones expresas en otros documentos. Por un lado, el propio Lope la había citado en una lista de su producción dramática incluida en el prólogo de la novela El peregrino en su patria. Por otro, aparecía también en una relación de textos en propiedad de la compañía de Pedro de Valdés, a la que habría cedido su explotación escénica.

Las primeras representaciones se habrían celebrado en el Corral del Príncipe, en el solar que hoy ocupa el Teatro Español. Así lo apunta Rodrigo Arribas, director de la Fundación Siglo de Oro y de la adaptación que veremos, precisamente, en el templo de la plaza de Santa Ana desde este miércoles (29).Todo un acontecimiento: la electrizante métrica lopesca resonará de nuevo sobre las tablas que la acogieron en origen, tras cuatro siglos acumulando polvo en anaqueles.

"Ha sido una odisea", lamenta Arribas, acostumbrado (y resignado) a sudar sangre para levantar cada montaje. En un país preocupado por su patrimonio dramático, varios teatros habrían pujado por anotarse el honor de ‘reestrenar' Mujeres y criados, sobre todo después del impactó mediático que causó el hallazgo. Pero ese país no es España. "No lo puedo comprender: Lope es el autor más grande de nuestro teatro". Y se plantea cómo hubiera cambiado la película si nos trasladásemos fuera: "Imagine que los franceses hubieran descubierto un nuevo texto de Molière. O los ingleses uno de un autor del periodo isabelino. No me refiero ya a Shakespeare, también a Ben Jonson, o Marlowe...".

Al final el Ayuntamiento de Madrid dio el paso al frente que permitirá escenificar un trabajo de madurez del Fénix, datado entre 1613 y 1614, muy cercano pues al alumbramiento de títulos capitales como La dama boba, El perro del hortelano y Fuenteovejuna. Una época en la que sufrió dos palos terribles: murieron su hijo y su esposa en apenas un año. Crecido en el dolor, no obstante, atravesó uno de los tramos más inspirados de su inspirada carrera. Mujeres y criados es uno de sus primeros tanteos en la comedia urbana, subgénero en boga en la década de 1610 y, como advierte García-Reidy en el prólogo de la edición lanzada por RBA, con una serie de notas comunes: la ambientación en ciudades (Madrid en este caso: hay referencias a las calles del Prado, Pez y Mayor), el reflejo de las conexiones (y sumisiones) entre clases sociales que oscilan de la nobleza a los criados rasos y el recurso al ingenio para alcanzar el amor...

En esto último son unas maestras Luciana (Ana Villa) y Violante (Lucía Quintana), adscritas a la caballería media por ser hijas de Florencio (Jesús Fuente). Ambas son cortejadas por hombres de estatus superior: el conde Próspero (Pablo Vázquez) y el adinerado Don Pedro (Jesús Teyssiere). Pero su deseo, que no entiende de peculios o blasones, está enfocado sobre sus sirvientes: el secretario Teodoro (Julio Hidalgo) y el camarero Claridán (Javier Collado). La trama se asienta así en dos triángulos amorosos de casi idéntico planteamiento y retrata sobre el escenario una realidad contrapuesta a la del entorno social coetáneo a su escritura. "En esta obra las mujeres imponen su voluntad sobre la costumbre y las convenciones. Deciden libremente y luchan por alcanzar sus objetivos, sin frenarse en prejuicios económicos o sexuales. Esa irreverencia, esa avanzada manera de pensar, podría haber provocado el ostracismo de esta obra", desliza Arribas.

Es sólo una hipótesis. Y por eso evita ser categórico (hace hincapié en el "podría"). De lo que sí está seguro es de que ese conflicto es todavía un potente reclamo: "La sociedad sigue estructurada en estratos cada vez menos permeables y las mujeres, incluidas las de Occidente, continúan batiéndose cada día por evitar que su condición sexual no sea una desventaja. El público actual puede reconocerse fácilmente frente el espejo teatral de Lope, que buscaba por encima de todo divertir, pero sin renunciar a una crítica implícita".

Es una suerte poderse asomar a este binomio (lúdico-incisivo) armado por el autor de El caballero de Olmedo. Más si tenemos en cuenta el veredicto de algunos filológos, que afirman que estamos ante "una de las grandes comedias de Lope": por su frescura, por la gracia de sus escenas y por la fuerza de sus personajes.