Susanna Colussi con su hijo Pier Paolo Pasolini en el rodaje de 'El evangelio según san Mateo'. Foto: Angelo Novi

Susanna Colussi con su hijo Pier Paolo Pasolini en el rodaje de 'El evangelio según san Mateo'. Foto: Angelo Novi

Cine

Susanna Colusi, la 'mamma' rota de Pasolini que enterró a dos hijos brutalmente asesinados

"¡Mama, mama, ayúdame!". Esas fueron las últimas palabras del cineasta mientras lo masacraban en un descampado de Ostia, casi a la orilla del mar.

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“¡Mama, mama, ayúdame!”. Pasolini imploraba mientras le caían golpes por todas partes. Que esas fueron sus últimas palabras antes de morir lo aseguraron un testigo desaparecido y Pino Pelosi, ‘la Rana’, el ragazzo de vita con el que el cineasta pretendía aliviar el apremio sexual aquella madrugada invernal de 1975 en un descampado de Ostia, casi a la orilla del mar.

No es extraño que un hombre reaccione así, como un crío, en esos instantes de miedo y desamparo absolutos. Menos todavía en el caso de Pasolini, que, aunque no era precisamente un blandengue (algún neofascista que intentó atizarle salió escaldado: sabía responder con los puños), jamás cortó el cordón umbilical que le unía a su progenitora, la sufriente Susanna Colussi. Estuvieron siempre juntos. Cómo no la iba a invocar cuando fundían su vida a negro...

Junto a ella, en 1950, huyó del estigma socrático de corromper menores y de un padre despótico, adorador del fascio, que forzaba a Susanna para complacer su bravuconería testosterónica. Escenas familiares infames que engendraron ya en el Pasolini niño “el deseo de morir” y, a la vez, una piedad profunda hacia la figura materna.

Susanna, por su parte, le colmó de ternura y delicadeza, pero, sin querer, también le cortó las alas. Achicarle el vuelo tuvo sus consecuencias, como deslizó el propio Pasolini: “Es dentro de tu gracia que crecen mis angustias, / Eres insustituible, y eso ha condenado / A soledad la vida que me has dado”. Son versos del enigmático poema “Súplica a mi madre”, en los que algunos constatan el origen freudiano de la homosexualidad de Pasolini: que Susanna fuera “insustituible” le impedía alcanzar una felicidad cómplice con otra mujer.

La mañana después del asesinato nadie se atrevía a darle la noticia a Susanna, que ya había enterrado a Guido, el pequeño de la casa, emboscado en el 45 por partisanos comunistas. Un lance violento análogo al de Ostia.

Pasolini durante el rodaje de 'Saló o los 120 días de Sodoma'

Pasolini durante el rodaje de 'Saló o los 120 días de Sodoma'

Pasolini tenía grabado el desgarro de la mater dolorosa al conocer la negra suerte de su benjamín. Quiso luego que lo replicara en El evangelio según San Mateo (1964), película en la que le reservó el papel de María. Para ponerla en situación mientras rodaban, no dudó en evocar la tragedia de Guido, lo que reafirma que PPP, en el arte, siempre fue con todo.

Finalmente, alguien dio un paso al frente y le reveló la mala nueva. Le dijeron que había fallecido en un accidente de tráfico, por atenuar el impacto. Pero los mismos gritos del 45 traspasaron las paredes de la amplia casa que compartía con su primogénito en el romano (y fascistoide) barrio de Eur. Se oyeron perfectamente en la calle.

Susanna, un ser condenado por los hados, era otra vez la Madonna rota en el monte Calvario. Y su hijo, que vino al mundo a predicar un mensaje incómodo, a aguar la fiesta de una sociedad que había vendido su alma al materialismo consumista, un ecce homo sacrificado. No había querido salvarse. ¿Para dar postrero ejemplo?