Alba Flores y Antonio Flores en un fotograma del documental 'Flores para Antonio', dirigido por Isaki Lacuesta y Elena Molina.

Alba Flores y Antonio Flores en un fotograma del documental 'Flores para Antonio', dirigido por Isaki Lacuesta y Elena Molina.

Cine

Alba Flores se reencuentra con su padre: "Hemos cuidado de su memoria y de su legado, me siento en paz"

La actriz es el centro del documental 'Flores para Antonio', dirigido por Isaki Lacuesta y Elena Molina, que se estrena en el Festival de Cine de San Sebastián.

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Meses antes de la pandemia, Alba Flores (Madrid, 1986) cumplió 33 años, la edad con la que murió su padre, el compositor e intérprete Antonio Flores (Alcobendas, 1961-Madrid, 1995). Cuenta Isaki Lacuesta, director junto a Elena Molina del largometraje documental Flores para Antonio, que Alba "sintió la necesidad de hacer un ritual" cuyo objetivo era "pedirle permiso para envejecerlo".

Pero tuvieron que pasar cuatro años hasta que la actriz se decidiera a emprender el viaje que le ha llevado a encontrarse con él, comprenderlo en toda su amplitud: como padre, como amigo, como hombre atormentado por sus adicciones, como hijo de Lola Flores, como artista talentoso de reconocimiento tardío… El último homenaje a Antonio, un concierto celebrado en 2023 en el Palacio Vistalegre de Madrid, fue el impulso definitivo. "Aquello nos removió mucho a toda la familia", confiesa Alba Flores a El Cultural.

La propuesta de Lacoproductora, una de las compañías al frente del proyecto, terminó de convencerla. Solo puso dos condiciones: "Que fuera una película y que se hiciera desde dentro de la familia". Naturalmente, los testimonios de sus tías Rosario y Lolita –hermanas de Antonio– resultan imprescindibles en este genuino retrato, pero también es crucial la figura de Guillermo Furiase, su tío, al que debemos gran parte de los vídeos caseros, impagables, porque "estaba día y noche grabando a la familia", según recuerda la actriz.

Vemos a Antonio abrazado a su madre y jugando con su hija. Incluso componiendo la bellísima Alba ("la flor que siempre quise en mi jardín") poco después de su nacimiento. Ella misma se proveyó de una videocámara Hi8, similar a la vieja S-VHS, para el rodaje de este documental. La textura rugosa y el color atenuado de esas filmaciones, que nos transportan a los 90, son "la conexión entre el pasado y el presente" –explica Molina, la codirectora– y nos proporcionan "una mirada mucho más subjetiva de Alba".

La actriz, que figura como productora creativa, es el centro de Flores para Antonio, el documental dedicado al único hijo varón de Lola Flores y Antonio González 'El Pescaílla', que se proyectará el 22 de septiembre en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián, aunque fuera de concurso, y llegará a las salas el 28 de noviembre.

Movida por el intento de "comprender como vivió y cómo murió", Alba se reúne con las personas que estuvieron más cerca de su padre desde 1980, cuando debutó con el disco Antonio. Doloroso pero sanador, se trata de un proceso de redescubrimiento personal en el que la actriz parte de dos preguntas: por qué no ha vuelto a cantar después de la muerte de su padre, que es lo que todos esperaban de ella, y qué buscaba este en la heroína.

Respecto a la primera cuestión, sigue buscando una respuesta, aunque ya se atrevió a interpretar No dudaría en el homenaje de Vistalegre y es la intérprete principal de la banda sonora de la película, compuesta a cuatro manos con Sílvia Pérez Cruz. La segunda resulta especialmente amarga, pero Ariel Rot ofrece la visión más honesta y reveladora, por más que no nos consuele. "Había un gran romanticismo alrededor de eso", explica.

Alba Flores en un momento del documental 'Flores para Antonio'

Alba Flores en un momento del documental 'Flores para Antonio'

En una de las entrevistas que forman parte del valiosísimo material de archivo del documental, Antonio habla de rellenar "un vacío". El guitarrista de Tequila añade que las personas "sensibles" como él consumían para escapar de sus fantasmas: "Le daba cierta calma, le quitaba la ansiedad, le hacía olvidarse de quién era y de cómo lo veía la gente".

Alba lamenta, a propósito, el estigma asociado a las drogas. Ella misma tuvo que sufrir "ataques" de este tipo, incluso en el colegio: "Lo he sentido en mis carnes, pero al mismo tiempo formaba parte de su vida y para mí era importante poner el foco sobre ello". Según la intérprete, "mucha gente ha cargado con eso", así que confía en que esta película pueda contribuir a erradicarlo.

"Había que evitar el sensacionalismo con las drogas, pero en esta familia siempre trataron todo públicamente". Isaki Lacuesta

Pero ¿cómo tratar este asunto? "Había que evitar el sensacionalismo, aunque en esta familia siempre trataron todo de forma pública", explica Lacuesta. El objetivo, por tanto, era "trabajar la intimidad, pero con un registro propio, algo distinto". Y es que "el morbo tiene que ver con el detalle escabroso, pero nuestra película es una reflexión más profunda", apunta Alba, que reconoce, no obstante, haber tenido dudas ante determinadas decisiones.

Sospechamos que una de las más difíciles sería la que corresponde a una hiriente confesión de Antonio que remite a la llegada al mundo de su hija: "Entré en el parto, la vi nacer, me flipé y ese día tomé. […] Me volvió a coger la serpiente". El primer plano de Alba frente al proyector en esta escena es uno de los momentos más intensos de la película. Pareciera que se han vuelto a reunir, que están ajustando cuentas.

Un fotograma del documental 'Flores para Antonio'

Un fotograma del documental 'Flores para Antonio'

Molina, la directora, revela a El Cultural que la idea de "traer a Antonio al presente" es trascendental en este proyecto. Se trataba de "que Alba buscara a su padre, que lo invocara para que viniera". Para lograr esta sensación visual fue determinante el gran parecido físico entre ambos. "La relación genética tan extrema" posibilitó "evocar esa mezcla de tiempos y esa suerte de juego de espejos", apunta Lacuesta, que se refiere a unos planos profundamente poéticos donde se sugiere el reencuentro, al fin, entre padre e hija, como fundidos en uno.

En el momento del parto, Antonio llevaba un año limpio gracias a su relación con Ana Villa. Pero volvió a engancharse. La madre de Alba, figura esencial de este proyecto, nos conduce hasta los pasadizos más oscuros para acabar mostrándonos la trastienda de Siete vidas, una de las grandes canciones de nuestro idioma, dedicada a ella.

"Queríamos traer a Antonio Flores al presente, que Alba buscara a su padre en la película, que lo invocara para que viniera". Elena Molina

Después de "cuatro años de felicidad intercalada" –entradas y salidas constantes de distintos centros de desintoxicación que culminan con una ruptura–, le promete haber roto con el pasado y, habiendo quemado ya seis vidas, presenta su disposición a vivir a su lado la que le resta.

Antonio Flores incluiría este tema en Cosas mías (1994), su último álbum, el más íntimo y el más exitoso (fue Disco de Oro). Había pasado un lustro alejado de las discográficas y creyó que su música había quedado atrapada "en la raíz del olvido", pero fue capaz de reunir una notable nómina de canciones: Una espina ("Tú sabes cuál es mi dolor", exclama), Cuerpo de mujer, Isla de Palma o la mencionada Alba, a su hija.

Quince años después de irrumpir en la escena musical como gitano rockero –con lo que suponía ser el hijo de Lola Flores– y de haber participado en un puñado de películas entre las que destaca Colegas (Eloy de la Iglesia, 1982), al fin obtuvo el reconocimiento de su gremio, aunque sus inseguridades le impidieron saborearlo ("No estaba preparado para el éxito", escuchamos). El cariño de la gente, en realidad, siempre lo tuvo. "Todos los días de mi vida ha venido alguien a hablarme de cómo lo admiraba", asegura Alba.

Joaquín Sabina, que le prestó en sus inicios la imperecedera Pongamos que hablo de Madrid, subraya su valor como autor de canciones y relata, divertido, que algunas de las noches que Antonio estuvo en su casa llamaba su madre preocupada, pero este la tranquilizaba diciendo que estaba con Sabina (¡!). Antonio Carmona, de Ketama, no solo lo celebra como compositor, sino que, igualmente, desliza alguna anécdota que nos da la medida del temperamento de Antonio.

"Me habría encantado hablar con él de feminismo. Creo que habríamos aprendido mucho el uno del otro". Alba Flores

Por ejemplo, que no tuviera reparos para besar en la boca a sus mejores amigos, una absoluta extravagancia –al menos entonces– tratándose de un gitano. Su hija, que fue pregonera del Orgullo en 2023, tercia al respecto: "Me habría encantado hablar con él de feminismo. Creo que habríamos aprendido mucho el uno del otro".

Además de las figuras con las que Antonio compartió su carrera, que se nos revela en estupendas imágenes de archivo –algunas corresponden a conciertos, como el último que dio antes de morir, impresionante–, el documental pone el acento en la intimidad familiar a través de las conversaciones de Alba con sus tías, su prima y su madre. "Queríamos reproducir esas reuniones de familia que tenían cada verano", cuenta Lacuesta. Tanto que contaron, para la grabación, con "algunos muebles que aparecen en esos vídeos caseros cuando estaban con Lola en Marbella", apunta Molina.

Lola Flores abrazando a su hijo. Fotograma del documental 'Flores para Antonio'

Lola Flores abrazando a su hijo. Fotograma del documental 'Flores para Antonio'

La muerte de la Faraona es otro de los momentos de alto voltaje emocional en Flores para Antonio. "Yo me voy después de mamá", anunció él pocos días antes. Tras el funeral de la artista, Joan Manuel Serrat llamó a Lolita para alertar de que no descuidaran a su hermano. Pero, como se sabe, murió apenas dos semanas más tarde. Una sobredosis en la casa familiar de La Moraleja después de "tragar dolor mezclado con fatigas", como escribió en su canción Cáliz. Su hija tenía ocho años y solo recuerda que sus tías le dijeron que se había muerto de pena. A ella, entonces, podría pasarle lo mismo, pensó.

Ha sido necesario mucho tiempo para que Alba se atreviera a regresar a ese instante, a ponerse delante del proyector a través del que se mimetiza con su padre para re-conocerlo. "Hay que mirar de cara el asunto: por qué arrastraba esa pulsión de muerte", dice en el documental, que, no en vano, apuesta por un diseño gráfico basado en el collage (la idea de unir las piezas), una técnica que Antonio practicó durante toda su vida. Además, el relato, que viene y va del pasado al presente, está trenzado por un álbum de fotos, recurso que alude a la era analógica, no por casualidad.

Había que reconstruir su vida con la perspectiva necesaria que nos ofrecen los treinta años transcurridos desde su fallecimiento. El documental recoge esa verdad: Alba encuentra a su padre y, al mismo tiempo, va encontrándose consigo misma. La actriz reconoce a El Cultural que la película la ha transformado definitivamente. "Y en mi familia también respiramos más tranquilos desde que le hemos hecho este homenaje, porque hemos cuidado de su memoria y de su legado", apostilla. "Sí. Me siento en paz".