Peter Sellers en 'La pantera rosa', 1963.

Peter Sellers en 'La pantera rosa', 1963.

Cine

Peter Sellers, el camaleónico actor que sobrevivió a 14 infartos, al éxito de 'La pantera rosa' y a Kubrick

Un siglo después de su nacimiento, el intérprete de 'El guateque' y '¿Teléfono rojo?' sigue siendo un símbolo del esplendor de la comedia británica.

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Peter Sellers (Reino Unido, 1925—1980) decía que su único enemigo conocido era su corazón. Sobre todo porque fue incapaz de soportar sus excesos.

Diagnosticado con una cardiopatía severa antes de cumplir 40 años, el intérprete británico vivió permanentemente entre rodajes y hospitales, luchando contra el riesgo de infarto mientras gestaba algunos de los personajes más memorables del cine británico, como el torpe inspector Clouseau de La Pantera Rosa (Blake Edwards, 1963).

Adicto irredento a la mala vida, Sellers, que cumpliría este año un siglo, sufrió 14 infartos y murió al decimoquinto con solo 54 años.

Sus escarceos con el alcohol y las drogas aumentaron sus problemas de salud, especialmente cardíacos, y contribuyeron a que sus comportamientos erráticos y extravagantes fueran una constante en su vida privada y profesional.

Nacido en el seno de una familia de actores de vodevil, Sellers estuvo desde la cuna en contacto con el mundo del espectáculo.

Admirado por su habilidad para adoptar todo tipo de acentos, disfraces y personajes, pronto se convirtió en un intérprete versátil, que arrancó su carrera como actor y presentador en el programa radiofónico de la BBC, The Goon Show, emitido entre 1951 y 1960.

Fue en la década de los 60, cuando rondaba ya la cuarentena, cuando se consolidó en el cine, con Estoy bien, Jack (John Boulting, 1959), que le valió un Bafta al mejor actor, y con su papel secundario en Lolita (1962), de Stanley Kubrick.

Peter Sellers en '¿Teléfono rojo?', de Kubric.

Peter Sellers en '¿Teléfono rojo?', de Kubric.

Aunque su relación con el exigente cineasta se forjó en ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964), donde Sellers interpretó mordazmente tres papeles distintos y desplegó todo su arsenal histriónico, improvisando escenas tan memorables que Kubrick mantenía varias cámaras en marcha para no perder ni un gesto.

Bajo todo pronóstico, la improvisación excéntrica de Sellers —considerado por el cineasta como "el único actor que realmente sabe cómo improvisar"—y el perfeccionismo metódico de Kubrick parecieron cuajar tan bien, que la película fue nominada a cuatro premios Oscar, incluyendo mejor película, mejor director, mejor guion adaptado y mejor actor.

La primera nominación al Oscar de Sellers llegó al mismo tiempo que su debut como el despistado inspector Jacques Clouseau en La pantera rosa, papel que lo consagró internacionalmente y que interpretaría en cuatro películas más: El regreso de la pantera rosa (1975), La pantera rosa ataca de nuevo (1976), La venganza de la pantera rosa (1978) y Tras la pista de la pantera rosa (1982).

Al inicio del rodaje, su papel también iba a ser secundario, siendo David Niven el protagonista oficial, pero Sellers terminó acaparando el filme con su slapstick absurdo, hasta el punto de que la saga finalmente giró casi por completo en torno a Clouseau.

Sin embargo, la relación con el director de la saga, Blake Edwards, con quien también colaboró en El guateque (1968), se fue complicando a medida que Sellers arrastraba sus resacas infinitas a los rodajes.

Tras múltiples arrebatos y ataques de ira, Edwards optó por comunicarse con el actor mediante notas escritas y a través de intermediarios en el rodaje.

Porque detrás de esa habilidad camaleónica y del humor que encarnaba en pantalla, Sellers era una persona vulnerable marcada por una necesidad constante de evasión y validación, tanto profesional como personal.

Peter Sellers, Dyan Cannon y Burt Kwouk en 'La venganza de la pantera rosa' (1978).

Peter Sellers, Dyan Cannon y Burt Kwouk en 'La venganza de la pantera rosa' (1978).

"Un enemigo declarado de sí mismo", llegó a describirle Edwards, capaz de manipular y de entrar en espirales autodestructivas que afectaban a su trabajo hasta el nivel de querer “comprar cada película en la que había trabajado y quemar los negativos porque creía que era un actor pésimo”.

A pesar de la falta de confianza en sí mismo, la carrera de Sellers siguió en crescendo, con películas como Un cadáver a los postres (1976) y Bienvenido Mr. Chance (Hal Ashby, 1979), cuyo papel de inocente jardinero le valió su segunda nominación al Oscar.

Un año después, Sellers falleció en Londres víctima de ese decimoquinto infarto. Nunca logró superar sus inseguridades, pero consiguió transformar el humor absurdo de Chaplin y Buster Keaton en un lenguaje propio, sirviendo de referencia para toda una generación de cómicos británicos, desde Spike Milligan hasta los Monty Python. 

Michael Palin, uno de los integrantes del grupo, llegó a decir: "Si un genio es alguien que hace lo que nadie más puede hacer, entonces Peter Sellers siempre ha sido un genio".