Jaume Claret Muixart y Jan Monter en el rodaje de Estrany riu. Foto: Elástica

Jaume Claret Muixart y Jan Monter en el rodaje de "Estrany riu". Foto: Elástica

Cine Festival de Venecia

‘Estrany riu’, Jaume Claret Muxart y la bendita renovación del cine catalán en el Festival de Venecia

Tras recibir una ovación en la sección Orizzonti por su primer largometraje, nos planteamos junto al cineasta qué implica su película en el panorama del cine catalán contemporáneo.

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El suelo se ha movido debajo de los pies del cine catalán. Resulta anecdótico, aunque se siente providencial, que el estreno de Romería coincida con la presentación de Estrany riu en el Festival de Venecia. El aplauso unánime de la crítica hacia la ópera prima de Jaume Claret Muxart (Barcelona, 1998) llega en un momento de expectativa máxima: ¿qué depara la taquilla para la tercera película de Carla Simón, tras los éxitos masivos, históricos, de Estiu 1993 y Alcarràs?

Sobre todo, porque tanto la película de Carla Simón como la de Jaume Claret Muxart proponen un giro evidente para lo que se entendía hasta ahora por "cine catalán". De entrada, dialogan ambas con la modernidad europea antes que con el realismo idiosincrático de los grandes hits de "nuestro país tan pequeño", según la canción de Lluís Llach.

Mirando al Estrany riu de Claret Muxart, en específico: se trata del viaje iniciático de un adolescente, Dídac (Jan Monter), de ruta en bicicleta con su familia y a lo largo del río Danubio. Un flowing of age, como lo ha catalogado el propio cineasta, que se desprende de las fórmulas en tres actos de una narrativa clásica en favor de un relato contado desde lo cotidiano y sensorial, sin miedo a empaparse en la alegoría, en la ambivalencia. Rodada en un bellísimo 16mm, es la respuesta perfecta a escépticos de la calidez y del gusto del buen (mal llamado) "cine de autor".

‘Estrany riu’ no es lo que parece

Me reúno con el cineasta en los jardines del Lido para repasar juntos los primeros pasos de una película que, le confieso, veo destinada a abrir fronteras. "Tenía miedo de que la sala no se llenara", reconoce sobre el día del estreno. Al final, el aplauso fue tan multitudinario que "tuvieron que pararlo para que hiciéramos el coloquio". Dice, ha tenido "muy poco tiempo para procesar muchas alegrías".

Fotograma de 'Estrany riu'.

Fotograma de 'Estrany riu'.

De entre las alegrías, la excelente recepción de la prensa internacional. Aunque el director reconoce un patrón en todo lo que se ha publicado sobre la película: "Hay una obsesión, en general, por la autobiografía. Yo siempre digo que el punto de partida es vivencial, los viajes en bicicleta con la familia. Pero después, para mí, lo más importante es la ficción".

Claret Muxart ha trabajado durante siete años, desde que tenía diecinueve, para que la historia no fuera de él: "Voy conociendo a los personajes, aparecen los actores… Pero me siguen preguntando por mi relación, y la de mis actores, con la historia. Confiemos en la ficción, ¿no?".

La relación con lo autobiográfico se convierte en más vacua, si cabe, al atender a lo diverso de su reparto: el debutante Jan Monter, junto a los capitales Nausicaa Bonnín (Tres dies amb la família) y Jordi Oriol, actor y director de teatro (La mala dicció).

En Estrany riu, Dídac queda fascinado por una suerte de aloja u "hombre del río" (Francesco Wenz), que les sigue Danubio arriba. Una década atrás, el filme se hubiera relegado al cajón del cine queer, mientras que el propio autor se sorprende de la poca atención que se ha dado a la homosexualidad del joven protagonista: "No quería que el conflicto estuviera en el trauma, ni en la relación entre padres e hijos".

"Voy conociendo a los personajes, aparecen los actores… Pero me siguen preguntando por mi relación, y la de mis actores, con la historia. Confiemos en la ficción, ¿no?"

"Crecer, tomar decisiones, en los miedos de Dídac", ahí estaba lo esencial. Realmente, el filme apela a todos los caminos que emprendemos de jóvenes, y a cómo nos han marcado.

En este punto, me atrevo a preguntarle de frente si, como yo, ve en la película una evolución de lo que entendemos por "cine catalán". Reposado, Jaume Claret Muxart reconoce su desinterés por "el realismo, que no el naturalismo neorrealista" que venimos encontrando, una y otra vez desde los años noventa, en las historias correctas y de acabado televisivo del cine académico catalán. "En el neorrealismo, veías el corte, veías la transición; existía esa voluntad de mostrar las decisiones creativas. En cambio, esta manera de querer esconderlas, como si no estuvieran, a mí me aburre".

Y ha añadido: "Desde el principio quería hacer una película con presupuesto", alegando a los dos millones de euros y un año de trabajo que han posibilitado el filme, "pero que a la vez me permitiera tener una libertad absoluta para experimentar y buscar formas para narrar cada escena". Estrany riu tiene una dramaturgia líquida, que va alternando entre pasajes ensoñados y paréntesis de un prosaico tranquilo, agradable.

"Cada momento de rodaje lo encarábamos de forma diferente, para narrarlo a su justa manera", partiendo de un énfasis exhaustivo con la fotografía de Pablo Paloma (Sobre todo de noche) y el sonido, de Amanda Villavieja (Sirât) y Oriol Campi (Tardes de soledad). Además, "aunque no estoy en contra de los laboratorios", y la película ha recibido asesoramiento en el Festival D’A, "sí pueden acabar estandarizando [los proyectos]".

Fotograma de 'Estrany riu'.

Fotograma de 'Estrany riu'.

Para mantenerse reconocible, "cuando notaba que la película corría el riesgo de estandarizarse, lo que hacía era ponerme a ver cine". Claret Muxart cita a Christian Petzold, a Jean Renoir, a Maurice Pialat… "Cineastas que te llenan de ideas".

Volvamos al punto de partida con una pregunta retórica. Tratando de definirlo, ¿hemos encerrado el cine catalán en raíles claustrofóbicos y estereotipados? Abran ventanas y puertas para los aires nuevos de Jaume Claret Muxart y Carla Simón, entre tantos que están llegando y que vendrán.