Ángela Cervantes y Álex Monner, en 'La furia'
'La furia': una entregada Ángela Cervantes encarna la oscuridad que habita en el trauma
La actriz, premiada en el Festival de Málaga, da vida a una actriz que sufre una violación en Nochevieja en la nueva película de Gemma Blasco.
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En el panorama del cine de autor español, en el que predomina un naturalismo de corte sensible, siempre se agradece que los cineastas se internen por caminos inesperados a la hora de indagar en los asuntos que marcan nuestras conversaciones, ofreciendo nuevas perspectivas. Es lo que hacían dos películas recientes como Creatura (Elena Martín, 2023) y Salve María (Mar Coll, 2024), que ahondan en cuestiones clave de la experiencia femenina –los malentendidos de la educación sexual y el rechazo de la maternidad, respectivamente– desde una puesta en escena inquietante e incómoda.
La furia es, en ese sentido, un filme igual de resbaladizo y perturbador, capaz de generar encendidos debates entre los espectadores tras el visionado. El segundo trabajo de Gemma Blasco (Barcelona, 1993), tras El zoo (2018), aborda un tema tan espinoso como la violencia sexual contra las mujeres.
La directora, sin embargo, no trata de poner en escena la superación de un trauma desde la delicadeza, ni de realizar una denuncia política o ideológica, ni de esbozar un filme de venganza que se interne en las dinámicas del cine de género… La furia, desde un punto de vista sensible, pretende revelar las oscuras emociones que una agresión de esta índole genera.
La película cuenta la historia de Álex, una joven aspirante a actriz que sufre una violación durante una fiesta de Nochevieja, sin que haya podido reconocer al atacante. Blasco se pega con la cámara a la piel del personaje, siguiendo rigurosamente su punto de vista, con el objetivo de que la dimensión física del filme revele las consecuencias psicológicas de la vejación, que van desde la culpa al asco, pasando por el odio, la repulsión o la vergüenza.
En este sentido, es el impúdico y entregado trabajo de la actriz Ángela Cervantes –una apuesta de casting inesperada, pero acertada a la postre– lo que eleva un filme cargado de escatología. Blasco añade más aspectos formales interesantes, como una estructura narrativa fragmentaria que avanza y retrocede en el tiempo para profundizar en la mente de la protagonista. Sin embargo, la intención de epatar al espectador mediante recursos visuales provocadores, desde los títulos de crédito a las luces parpadeantes de las escenas de discotecas, puede resultar algo cargante.
En cuanto a la escritura, el guion tira de dos hilos que no cuajan de igual manera. Por un lado, Blasco incide con acierto en la fructífera relación entre arte y trauma –al fin y al cabo, la película es producto de la agresión sexual que ella misma sufrió en 2018–, ya que Álex conseguirá el papel de la infanticida Medea en una obra teatral tras una prueba en la que da rienda suelta a su dolor a través del texto de Eurípides.
Por otro lado, el retrato familiar resulta demasiado esquemático, siendo el dibujo unidimensional del hermano al que interpreta Álex Monner, que reaccionará al relato de la violación de la peor manera posible, el punto más débil de la narración. Además, será esta vía narrativa la que ofrezca un final demasiado orientado al impacto.
La furia
Dirección: Gemma Blasco.
Guion: Gemma Blasco, Eva Pauné.
Intérpretes: Ángela Cervantes, Álex Monner, Eli Iranzo, Carla Linares, Salim Daprincee, Pau Escobar, Ana Torrent.
Año: 2025.
Estreno: 28 de marzo