Conan O'Brien, el maestro de ceremonias de la gala

Conan O'Brien, el maestro de ceremonias de la gala

Cine

Los Oscar rinden homenaje a 007 pero se olvidan de David Lynch: los desaciertos de una gala aburrida y convencional

Hasta el presentador, Conan O’Brien, bromeó sobre lo previsible de la ceremonia: “Si aún están disfrutando, es que tienen síndrome de Estocolmo”.

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La 97.ª edición de los Oscar premió este domingo el cine de autor, independiente y de bajo presupuesto, con los cuatro premios de Anora, la gran triunfadora de la noche, y los tres de The Brutalist o el Oscar a la mejor película de animación para la letona Flow.

En cambio, esa apuesta por la creatividad y la diversidad, acorde con una nueva etapa en la que la Academia ha ido ampliando progresivamente el número, procedencia y paridad de sus votantes (en esta edición han tenido derecho a voto casi 10.000 miembros) no se vio reflejada en la propia gala, que ha sido criticada por previsible, cursi y pasada de moda.

El mayor desacierto de la gala fue no hacerle un buen homenaje a David Lynch, uno de los cineastas más importantes de las últimas décadas, fallecido en enero, y al que solo se recordó durante unos fugaces segundos del In memoriam. El autor de Mulholland Drive, Terciopelo azul o Cabeza borradora se merecía un segmento dedicado exclusivamente a él, algo realmente original que estuviera a la altura de su ingenio y su personalísimo universo cinematográfico.

 

En lugar de eso, hubo un largo número musical dedicado a la franquicia 007 (a pesar de que no se ha estrenado ninguna película nueva de James Bond últimamente) porque uno de los Oscar honoríficos de este año ha sido para sus productores Barbara Broccoli y Michael G. Wilson, que, por cierto, acaban de vender los derechos del personaje a Amazon.

“Teniendo en cuenta que muchos de los discursos de la noche elogiaron el cine y la experiencia de ir a las salas, fue vergonzoso que el homenaje de la Academia a 007 coincidiera con la venta de uno de los activos más espectaculares y dignos de la gran pantalla a un servicio de streaming”, opina el periodista Nicholas Barber en un artículo para la BBC donde tilda a la ceremonia de “cursi y llena de clichés” y afirma que “necesita un cambio radical”.

También hubo un homenaje similar, en forma de número musical comandado por Queen Latifah, al compositor y productor musical Quincy Jones, otro de los galardonados (a título póstumo) con el Oscar honorífico. Pero el tributo al responsable del Thriller de Michael Jackson, el Fly Me To The Moon de Sinatra y autor de más de 40 bandas sonoras para cine quedó mucho menos lucido en los Oscar que el que recibió hace apenas unas semanas en los Grammy.

También se ha criticado que no hubiera interpretaciones en directo de las canciones nominadas al Oscar, categoría en la que ganó “El mal”, de Emilia Pérez. En lugar de eso, se mostró contenido detrás de las cámaras, algo que una de las nominadas, la compositora Diane Warren (por su canción “The Journey” para la película Seis Triple Ocho), ya había considerado días antes de la gala “profundamente irrespetuoso”. Para colmo, Warren se convirtió en la compositora con el récord de nominaciones y derrotas en esta categoría: 16 veces ha optado al premio y nunca lo ha conseguido.

Un Conan O’Brien comedido

La gala fue conducida por primera vez por el cómico y presentador de late night Conan O’Brien, que tomó el testigo de su colega Jimmy Kimmel. El inicio de la gala prometía, con una parodia de La sustancia en la que del cuerpo de Demi Moore abierto en canal no salía Margaret Qualley sino O’Brien con su esmoquin, quien volvía a meterse dentro para buscar un zapato que había perdido. En la retransmisión de Movistar Plus+, el actor y cómico Carlos Areces celebró ese momento y pidió que ese tipo de humor, con parodias de las películas nominadas, regresara también a los premios Goya.

A tenor de esa secuencia inicial, parecía que nos esperaba una ceremonia atrevida y chispeante, pero la cosa no pasó de ahí. De hecho, el propio O’Brien, consciente de que las galas de premios acaban resultando casi siempre tediosas, dijo hacia el final: “Si aún siguen disfrutando de la gala, es que padecen síndrome de Estocolmo”.

Hubo algún otro momento cómico, como el de Ben Stiller presentando el Oscar a mejor diseño de producción, un oficio crucial para “ganarse la confianza del público”, decía mientras se simulaba un fallo con la plataforma elevadora de la que debía emerger, dejándole con el cuello a ras de suelo, como si fuera el Perro semihundido de Goya.

Ben Stiller, en su gag al presentar el premio a mejor producción

Ben Stiller, en su gag al presentar el premio a mejor producción Reuters

O’Brien no pudo evitar lanzarle un par de dardos a Karla Sofía Gascón por sus desastrosas salidas de tono de los últimos meses: “La película Anora usa la palabra F [fuck] 479 veces. Eso es tres veces el récord establecido por el publicista de Karla Sofía Gascón”, dijo el cómico, antes de dirigirse directamente a ella para decirle: “Si vas a opinar sobre la gala, recuerda que mi nombre es Jimmy Kimmel”, en referencia a su costumbre de poner a caldo a todo el mundo y a sus antiguos tuits ofensivos salidos a la luz recientemente.

El público también celebró el gag en el que Conan O’Brien señaló la vestimenta de su amigo Adam Sandler, ataviado con bermudas y sudadera con capucha. “Pareces un jugador de poker online a las 2 de la madrugada”, le espetó, y el actor se hizo el ofendido: “Me gusta cómo me veo porque soy una buena persona. No me importa lo que me pongo o lo que no me pongo”. En una gala en la que nadie se atrevió a criticar a Trump, su respuesta se podría leer como un mensaje al presidente de Estados Unidos y al vicepresidente JD Vance por la encerrona que le hicieron a Zelenski en el despacho oval, en la que un periodista llegó a increpar al presidente ucraniano por negarse a vestir con traje.

Adam Sandler, en el primer 'gag' de la ceremonia

Adam Sandler, en el primer 'gag' de la ceremonia

Por lo demás, fue una gala muy comedida en términos políticos. La oposición a Trump es mayoritaria en Hollywood, pero la meca del cine se mostró timorata y no hubo ni una sola mención directa al presidente. El mensaje más atrevido en este sentido fue el de los ganadores del Oscar al mejor documental por No Other Land, un trabajo que denuncia la ocupación de Palestina. Sus responsables, el israelí Yuval Abraham y el palestino Basel Adra, criticaron frontalmente la postura de EE.UU. ante la invasión de Gaza.