Laia Costa y Hovik Keuchkerian en un momento de 'Un amor'

Laia Costa y Hovik Keuchkerian en un momento de 'Un amor'

Cine

Isabel Coixet estrena 'Un amor': la sabiduría del gesto

En la adaptación de la exitosa novela de Sara Mesa Laia Costa interpreta a una joven en fuga que se refugia en la España rural y comienza una apasionada relación sexual

10 noviembre, 2023 02:37

En los primeros compases de la novela Un amor, de Sara Mesa, la protagonista sopesa las diferentes formas de traducir al castellano un término francés que le resulta ambiguo. Al final, llega a la conclusión de que “optar por una traducción literal, sin entender el auténtico espíritu de la frase, sería como hacer trampas”. Por su parte, Isabel Coixet aborda su adaptación fílmica del libro de Mesa con esa misma consciencia sobre las implicaciones de la traducción, en este caso de un texto literario a la gran pantalla. 

La cineasta catalana opta por sacrificar una cierta literalidad en pos de la búsqueda del “auténtico espíritu” de la obra original, una perspectiva ejemplar que le permite, entre otras cosas, explorar de un modo altamente sensorial la sabiduría física que alcanza la protagonista de la historia cuando, de la mano de un hombre tosco y aparentemente insensible, experimenta un fulgurante despertar sexual.

En el ensayo La tarea del traductor, Walter Benjamin defendía que la buena traducción “consiste en liberar en la propia aquella lengua pura que está retenida en la ajena”. Coixet, que en el pasado ya había adaptado al cine obras de Philip Roth y Penelope Fitzgerald, descubre en su trabajo sobre el texto de Mesa la expresión pura de una lengua de los gestos.

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Para constatar este valioso hallazgo, la cineasta descarta el empleo de una voz en off, pero esto no la distancia en absoluto del original. De hecho, en su trabajo con planos breves y diáfanos, que tienden a la estasis y miran a los personajes de frente o perfil, Coixet encuentra una pulcra representación de la concisión y desnudez de la que hace gala la escritura de Mesa.

Esta encomiable labor de adaptación permite a Coixet destilar el discurso de la escritora, que se opone a una lectura idealizada del retiro campestre y a ciertos preceptos del amor romántico. La directora tampoco reniega del apego a lo metafórico del texto, y añade apuntes que van de lo original (inventa una condición hermafrodita para el perro que acompaña a la protagonista) a lo obvio (la misoginia que palpita en el entorno rural tiene su eco en el pasado de la protagonista como traductora de víctimas de la violencia sexual en África).

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Aunque donde terminan convergiendo definitivamente los imaginarios de Mesa y Coixet es en el interés por el retrato tipológico de los personajes, que en ocasiones bordea el cliché, y por los mecanismos del melodrama. Es ahí, en la representación del tormento como sino existencial, pero también como fuerza liberadora, donde Un amor halla su razón de ser.