Soya Kurokawa e Hiiragi Hinata, en un momento de 'Monstruo', de Hirokazu Kore-eda.

Soya Kurokawa e Hiiragi Hinata, en un momento de 'Monstruo', de Hirokazu Kore-eda.

Cine

Kore-eda retrata en 'Monstruo' el pozo moral de la sociedad japonesa

El director nipón muestra en su última película una sociedad perdida, carcomida por la incomunicación y por la indefensión de los desfavorecidos.

29 septiembre, 2023 02:12

En su extensa trayectoria, formada por ficciones, documentales y series de televisión, el japonés Hirokazu Kore-eda (Nerima, 1962) ha volcado su mirada humanista y desprejuiciada sobre un amplio conjunto de lacras sociales. Con Nadie sabe (2004), la película que le consolidó en el ámbito internacional, el cineasta exploró el fenómeno del abandono infantil, cuestión que recuperó en la reciente Broker (2022), mientras que en Air Doll (2009) ahondó en el desasosiego provocado por la alienación urbana.

Autor de una obra compacta y prolífica, Kore-eda ha situado en el centro de su imaginario las fracturas y recomposiciones de la institución familiar, lo que le llevó a dirigir De tal padre, tal hijo (2013), en la que estudió el sistema de adopciones nipón, o también Un asunto de familia (2018), que le valió la Palma de Oro de Cannes por su nada moralista retrato de un clan disfuncional abocado a la pequeña criminalidad. Y así llegamos hasta Monstruo, una película que, por la amplitud de su radio de acción temático, se antoja una de las más ambiciosas de su director.

En su nuevo abordaje al drama social de vocación empática, Kore-eda apuesta por un alambicado juego de perspectivas sostenido por una estructura en tres actos, que remite inevitablemente al referencial trabajo de Akira Kurosawa en Rashomon (1950). Así, lo que se presenta inicialmente como la odisea íntima de una mujer acongojada por los problemas escolares de su hijo preadolescente va creciendo hasta abarcar un retrato coral, en el que media docena de personajes conforman un melodramático puzle narrativo. Un intricado amasijo de interacciones conflictivas, cuando no malsanas, del que va emergiendo el retrato panorámico de una sociedad perdida, carcomida por la incomunicación y por la indefensión de los desfavorecidos.

'Monstruo' extiende sus tentáculos hacia el alcoholismo, el maltrato infantil o la difusión de bulos por las redes

En Monstruo, Kore-eda critica el machismo de una cultura que educa a sus niños para ser “hombres de verdad”, al tiempo que destapa el miedo de las instituciones —educativa, familiar, policial— a ver puesta en duda su reputación. Pero la lista de lacras no termina ahí, ya que la trama del filme extiende sus tentáculos hacia el alcoholismo, el maltrato infantil, el abuso escolar o la difusión de bulos por las redes sociales. Y todavía hay más, pero vale la pena no destapar los secretos de una trama que busca sorprender al espectador en cada cambio de punto de vista, una estrategia que Kore-eda ya ensayó en El tercer asesinato (2017), su estimulante y enigmática inmersión en el thriller criminal.

La mayor virtud de Monstruo, por lo que tiene de novedad en el universo de Kore-eda, radica en el trabajo de imbricación de diferentes tonos, lo que lleva a la película hacia la promiscuidad de género. Cuando, en el primer acto, la madre del joven protagonista se reúne con el tutor y la directora de la escuela en la que estudia su hijo, la premisa dramática de la escena queda enterrada bajo un extrañísimo manto de inoperancia e incomodidad. La actitud gélida y amenazante de la directora, acompañada por la ineptitud en materia de diplomacia del profesor, convierten la situación en una viñeta a medio camino entre el esperpento y el absurdo kafkiano. Las razones de esta incursión en la comedia grotesca se irán destapando en el segundo acto del filme, cuando la misma escena se revisite desde una nueva perspectiva, pero el poso de perplejidad no abandonará al espectador hasta el final de la película.

Por desgracia, Monstruo también cuenta con sus lastres particulares, entre los que destaca el anhelo de subrayar la angustia y el infortunio de sus personajes, una inclinación al melodrama que acaba atrapando al espectador en un fuego cruzado de sobresaltos siniestros. Sorprende que un director con el tacto y la delicadeza de Kore-eda abuse, por ejemplo, del suspense ante la posibilidad de que alguno de sus personajes pudiera haberse suicidado.

En su defensa, cabe apuntar que Monstruo es el segundo largometraje del japonés que no cuenta con un guion propio. Después de Maborosi (1995), en la que Kore-eda acudió al guionista Yoshihisa Ogita para que adaptara la novela de Teru Miyamoto, en Monstruo es Yûji Sakamoto, un veterano de la televisión y el cine japoneses. Un trabajo de tintes tremendistas que, en todo caso, convenció al jurado del Festival de Cannes, que decidió entregar a Sakamoto el Premio al Mejor Guion.

El cineasta aprovecha su decimonoveno largometraje para prolongar su sensible aproximación a las figuras olvidadas o vilipendiadas de la sociedad japonesa. En este caso, y por turnos, diferentes personajes vinculados a las esferas de poder van tachando de “monstruos” a unos chavales apesadumbrados, a una madre confundida, a un profesor apocado, a una directora de escuela demasiado hermética o a toda una comunidad abocada a la paranoia. Una verdadera ensalada de penurias que emparenta Monstruo con aquella oleada de dramas de historias cruzadas que asoló el cine mundial a principios de siglo, y que tuvo como mayores exponentes títulos como Crash (2004), de Paul Haggis, o los dramas corales que concibió la dupla formada por Alejandro G. Iñárritu y Guillermo Arriaga. Así es como Kore-eda entrelaza a un conjunto de personajes que deben expiar los pecados de una sociedad sumida en un profundo pozo moral.

Monstruo

Dirección:Hirokazu Kore-eda
Guion: Yûji Sakamoto.
Intérpretes: Soya Kurokawa, Hiiragi Hinata, Sakura Ando,
Eita, Mitsuki Takahata.
Año: 2023
Estreno: 29 de septiembre