Un fotograma de 'La impaciencia del corazón', dirigida por Bille August

Un fotograma de 'La impaciencia del corazón', dirigida por Bille August

Cine

Bille August estrena 'La impaciencia del corazón': "El cine no puede ser literatura ilustrada, no funciona"

El cineasta danés adapta una de las novelas más célebres de Stefan Zweig, ambientada en los preámbulos de la Primera Guerra Mundial

28 abril, 2023 03:02

Seleccionado por el propio Bergman para dirigir Las mejores intenciones (1992), en la que plasmaba en un guion su propia infancia, Bille August (Brede, Dinamarca, 1948) sumó con aquel filme su segunda Palma de Oro. La primera la ganó poco antes con otra película inolvidable como Pelle, el conquistador (1987), en la que narraba la dura infancia a principios del siglo XIX de un padre y su hijo, simples peones de granja en un sistema casi esclavista.

Desde entonces, August se ha distinguido como uno de los más refinados directores del cine europeo, casi siempre con un pie en la tradición literaria. Gran director de actores y en sus mejores momentos sublime retratista de las pasiones y los sentimientos más hondos, filmes como La casa de los espíritus (1993), Los miserables (1998) o Tren de noche a Lisboa (2013) han cimentado su reputación. Hace poco vimos El pacto (2021), en la que abordaba la compleja biografía de la escritora danesa Karen Blixen.

Proyecto largamente ambicionado por el cineasta, La impaciencia del corazón adapta una de las novelas más célebres de Stefan Zweig. De la Hungría original a Dinamarca, donde ambienta August su película, dice el director que el cambio no es muy relevante. El tiempo histórico es el mismo, poco antes de la I Guerra Mundial. Y la reflexión sobre la línea que separa la compasión del amor romántico se mantiene intacta en el corazón de la historia.

Cuenta la historia de Anton (Esben Smed), un joven que gracias a la ayuda económica de su tía puede acceder a una escuela de oficiales del ejército. Suenan tambores de guerra en Europa y el aspirante a militar comienza a visitar a la familia más rica de la región. Poco a poco, intima con la hija, Edith (Clara Rosager), una joven inteligente y perspicaz pero que sufre una grave discapacidad y no puede mover las piernas. Sin darse cuenta, la amistad se irá convirtiendo en algo parecido al amor porque Anton no está segura de si la ama o está dispuesto a casarse con ella por compasión.

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Pregunta. ¿Puede ser amor la compasión?

Respuesta. Ese es el punto principal, si la compasión se puede confundir con el amor y el amor con la compasión. La película trata sobre este joven que está en el ejército, un lugar en el que no se supone que deba sentir compasión por nadie. Entonces conoce a esta chica y de una manera irracional comienza a sentir pena y se siente confundido porque no sabe si la ama. Luego se enreda con esa posibilidad de sanar que por supuesto es ilusoria. Algo que también considero muy interesante es que normalmente vemos la compasión como algo positivo y en este caso es el principal obstáculo.

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P. El protagonista está también en una situación vulnerable porque su padre se arruinó, la familia no tiene un duro y se considera que están “deshonrados”. ¿Cómo pesa en su conciencia la idea del honor?

R. La idea del honor es muy importante y más para un militar como él. El hecho de que un miembro de la caballería se enamore de una chica discapacitada es algo que simplemente no sucede y eso hace que el drama sea aún más grande. Lo mejor para Anton sería simplemente marcharse, pero se siente culpable porque también cree que está comprometido con el padre. Me gusta este conflicto moral que está muy bien orquestado en la novela de Stefan Szweig.

P. ¿Suele suceder en la vida que nos metemos en unos líos tremendos de la manera más ingenua?

R. Eso es algo magnífico para una película. He querido hacerla de manera que el público esté todo el rato llevándose las manos a la cabeza y diciéndose a sí mismo “por favor, no lo hagas”. Pero él se va involucrando cada vez más y al final incluso le promete que se casará con ella. Como espectador te preguntas todo el rato ¿cómo acabará todo esto? Es una gran historia porque precisamente se enfoca en ese dilema moral.

"He querido hacer la película de manera que el público esté todo el rato llevándose las manos a la cabeza"

P. Anton va a la guerra para huir de sus dilemas. ¿Pueden ser las guerras el último refugio de los desesperados?

R. Es cierto que algunas personas acaban en las guerras porque sienten un momento de confusión, de gran irracionalidad. Lo terrible del asunto es que luego mueren o sufren lo que de verdad hace la gente en las guerras, que son todas horribles. La guerra muestra muchas veces lo que son capaces de hacer las personas, la verdadera materia de la que están hechas.

P. ¿Tuvo que cambiar mucho el guion para trasladar la historia de Hungría como en la novela a Dinamarca?

R. Esta película iba a ser una coproducción internacional en inglés. Por alguna razón no funcionó, hubo un problema con las compañías productoras. Pero estaba muy enamorado de la historia y estaba desesperado por rodarla. Por supuesto, tuve que hacer muchos cambios para llevarla a Dinamarca pero la base de la historia, la reflexión sobre la compasión y la pena, es completamente universal. Por tanto no fue muy difícil.

P. Cuando cuenta una historia como esta, ambientada hace más de cien años, ¿por qué cree que sigue siendo relevante para las jóvenes generaciones?

R. Hemos hecho varias proyecciones con jóvenes porque el conflicto moral es el mismo, es universal. Eso es lo fundamental. Luego, además, creo que ellos comprenden muy bien el problema del bullying porque les afecta gravemente, sobre todo en las redes sociales. Creo que es una generación mucho más sensible al problema de la exclusión social y el rechazo que sufre la joven discapacitada.

"Las personas discapacitadas piden ser aceptadas como son y desprecian la compasión y la pena"

P. En un momento del filme, un consejero del protagonista le dice sobre Edith que las personas “discapacitadas o seriamente dañadas aman con una desesperación que los demás no comprendemos”. ¿Comparte esa afirmación?

R. Lo único que ella pide es ser querida y aceptada por ser quién es. Creo que es algo que comparten con todas las personas discapacitadas. Ella desprecia esa compasión y la pena. Es curioso cómo la gente reacciona a la última escena. La parte romántica del público piensa que acabarán juntos y la otra mitad lo ve de otra manera. Pero quería crear ese debate hasta el final.

P. Ha adaptado con mucha frecuencia grandes obras literarias, ¿es muy distinto al lenguaje del cine?

R. Lo que me gusta de los buenos escritores es que siempre toman un elemento complejo de lo humano y entonces usan el drama, la historia, para aportar algo a esa complejidad. Muchas películas solo se centran en la trama, vemos a un personaje y los obstáculos que debe superar. Esa profundidad es lo que me gusta de la literatura, y por eso utilizo con frecuencia novelas como fuente para mis películas. El fondo de la historia está más claro y entonces uso la trama para hablar sobre ello. Luego, el principal problema, es que si no sabes adaptar esa novela a la pantalla se convierte en literatura ilustrada, algo que nunca funciona.