Bille August siempre ha destacado como director de actores y por la profundidad con la que logra reflejar los sentimientos de sus personajes. En El pacto, el cineasta se propone empatizar con los tres vértices del triángulo, la sofisticada y tirana Karen Blixen (Birthe Neumann), el ambicioso poeta Thorkild Bjørnvig (Simon Bennebjerg) y su sufrida esposa, Grete (Nanna Skaarup Voss).

El gran mérito del filme es su capacidad de penetración psicológica y su principal defecto es una cierta frialdad. Es curiosa la facultad del cine para crear realidades falsas porque cuando el aspirante a escritor se presenta por primera vez en casa de Blixen, uno siente cierta desilusión al no ver aparecer a Meryl Streep como si Neumann no fuera “la de verdad”. Conocemos aquí a una Blixen muy distinta a la luchadora y romántica Streep de Memorias de África. Vemos a una mujer contradictoria, manipuladora y controladora, pero también brillante y generosa, amante de organizar fastuosas fiestas y ejercer su rol de reina de la escena cultural danesa.

Lo fácil hubiera sido pintar a Blixen como una villana sin matices. August no quiere juzgar a la escritora ni extraer ninguna lección moral. Bien al contrario, lo que más le interesa es la ambigüedad de la historia, basada en las memorias del propio Bjørnvig. Blixen tiraniza al poeta y ese “pacto” del título es más bien un chantaje, pero también le abre los ojos a una realidad mucho más rica, sofisticada y profunda, que su protegido ni sabía que existía. Como queda claro en el filme, la autora de Sombras en la hierba devastó la vida del artista pero también le abrió las puertas de la grandeza y su calidad literaria se multiplicó a su lado. Que cada uno saque sus propias conclusiones.