Fotograma de 'Una historia de amor y deseo'.

Fotograma de 'Una historia de amor y deseo'.

Cine

'Una historia de amor y deseo': erotismo, represión y literatura

La tunecina Leyla Bouzid retrata con poesía el proceso de descubrimiento del sexo de un joven francés de origen argelino en el París multirracial actual.

7 octubre, 2022 02:42

Ahmed (Sami Outalbali) ha crecido en el extrarradio de París y aunque sus padres son argelinos jamás ha visitado ese país. Cuando conoce a Farah (Zbeida Belhajamor) en la universidad, donde ambos asisten a clases de literatura, se queda muy sorprendido de que una chica tunecina "hable tan bien francés". Unas poesías eróticas de Cheikh Nefzaoui, un autor bereber del sigo XV, dispararán la imaginación, y el deseo, del joven protagonista, que descubre mediante las palabras, y sus propios impulsos irresistibles, el nacimiento de la sexualidad y el amor.

Por una parte ese Ahmed que se masturba como un mono y se resiste no tanto a aceptar su impulso sexual sino lo que entiende de manera equivocada, claro está, como una debilidad, es decir, que está enamorado perdidamente de Farah. Para restablecer su orgullo masculino, se dedica a desdeñarla como pueblerina porque los parisinos, ya se sabe, tienen un alto concepto de sí mismos. Al mismo tiempo, siente que la ciudad le quiere meter en la "cajita de moro perfecto".

La directora tunecina Leyla Bouzid, cuyo nombre, como nos recuerda la película, nos remite a otro grande la poesía amorosa árabe como Majnun, nos cuenta la historia de amor de la pareja de manera morosa, dándole tiempo al personaje de Ahmed a madurar sus sentimientos. En tiempos como los nuestros de adolescentes hipersexualizados, Una historia de amor y deseo está más cerca de la realidad de procesos que nunca son tan rápidos, marcados por la inseguridad, el miedo y el desconocimiento.

Entre el deseo y el miedo al amor, entre su identidad parisina y al mismo tiempo sentirse excluido, Ahmed se pregunta cómo no perder su identidad sin ser algo que no es, un francés de pura cepa, ni tampoco no renunciar a la parte que sí lo es. En ese debate, el despertar sensorial del protagonista se solapa con su conciencia del mundo en el que habita y de la lucha que sin duda tendrá que librar. Hay belleza en esta película plagada también de hermosas palabras y poemas. Pocas tradiciones poéticas irradian tanta sensualidad y erotismo como la árabe, de gran influencia en la nuestra.