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'El niño de fuego' y 'Una luz en la oscuridad': jóvenes inquietos

Llegan dos documentales españoles sobre los problemas de la juventud. 'El niño de fuego' habla sobre un adolescente con quemaduras en el 90% del cuerpo que rapea, y 'Luz en la oscuridad', sobre los problemas de la educación en África

22 enero, 2021 17:20

Hay destellos de verdad y de emoción en El niño de fuego, una bonita y dura película que narra el drama de Aleixo Paz, un adolescente gallego que tras un accidente a los nueve años padece quemaduras en la mayor parte del cuerpo. Con armas de buen cineasta y con una mirada que desprende humanismo, el director Ignacio Acconcia logra que muy rápidamente nos olvidemos del aspecto del joven para empatizar con sus dificultades. A lo largo de cinco años, vemos el tránsito de la adolescencia a la primera madurez de un chaval que también debe pasar por innumerables operaciones y tomarse varias pastillas todos los días.

El niño de fuego es el niño milagro pero él se pregunta si merece la pena vivir una vida con un aspecto monstruoso marcada por el miedo al rechazo y la mengua de posibilidades laborales. Lo más interesante del filme es la manera cruda en que muestra las secuelas del trauma con ese Aleixo que padece porque se le ha agriado el carácter y cree que se está convirtiendo en “malo”. Valiéndose del rap como arma, donde destaca como letrista con honestidad y sentimiento, el protagonista conjura sus demonios y sufre al verse convertido en una versión peor de la persona que podría haber sido de no haber sucedido el accidente. Hay una lección de humanidad en este filme.

'Una luz en la oscuridad'

Empezando por el propio título, Una luz en la oscuridad, casi todo está mal en este documental sobre la educación escolar en África. Con una adolescente por protagonista, Marta Borrell, viajamos de Nueva York, donde da una charla en Naciones Unidas, a Mozambique, donde visita escuelas de pobres, para indagar en los problemas de desarrollo del continente negro. Hay un momento del que este documental fallido no se logra levantar jamás, cuando Marta acompañada de otros niños españoles se ponen a criticar a los profesores africanos. Por sorprendente que parezca, en ningún momento parece que ellos también tengan algo que aprender.

El aroma a condescendencia occidental impregna este trabajo superficial y por momentos como el mencionado casi hiriente en el que nos enteramos de cosas como que las niñas africanas se quedan embarazadas muy pronto, lo cual dificulta sus estudios, o que hay que enseñarles “a pescar y no darles un pez”. Grandes enseñanzas. Menos mal que Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la UNESCO, pone un poco de orden pero hay algo profundamente equivocado en la forma en que esta película está planteada.

@juansarda