Cine

Un viaje a la locura del cine

31 agosto, 2018 02:00

Coinciden en plataformas digitales cuatro documentales que nos descubren secretos y anécdotas impagables del mundo del cine: Filmworker, Hard as Indie, Jim y Andy y En la mente de Robin Williams.

Las plataformas digitales esconden en su catálogo todo tipo de tesoros para los cinéfilos, y no necesariamente son siempre obras de ficción. En el apartado de documentales encontramos perlas sobre el séptimo arte que en ocasiones superan el alcance y la calidad del objeto de estudio. Como ejemplo podríamos citar el caso del, durante muchos años, maldito acercamiento de Terry Gilliam al Quijote: ¿acaso no es más genial, e incluso más acorde con el espíritu de la obra de Cervantes, el documental Lost in La Mancha (Keith Fulton y Louis Pepe, 2002) sobre el rodaje frustrado de la película que lo que ha acabado siendo finalmente la consecución del proyecto, El hombre que mató a Don Quijote (2018)? Desde El Cultural recomendamos cuatro acercamientos recientes a las entrañas del arte cinematográfico, diseminados en las principales plataformas de streaming.

Filmworker (Tony Zierra, 2017) - Movistar +

En este documental que podemos ver en Movistar + nos enfrentamos al que quizás sea el caso más flagrante de síndrome de Estocolmo de la historia del cine. El protagonista es Leon Vitali, un actor británico que decidió abandonar su oficio cuando el éxito llamaba a su puerta para ponerse al servicio (24 horas al día durante los 365 días del año, literalmente) de uno de los más grandes directores de la historia del cine, Stanley Kubrick.

Vitali, un joven con una sólida (a la par que insignificante) carrera en la televisión inglesa, era a principios de los 70 un gran admirador del autor de La naranja mecánica. Empeñado en trabajar con él, consiguió una prueba para interpretar al Lord Bullingdon de Barry Lyndon e, inesperadamente, se hizo con el papel. El actor quedó maravillado por el lunático nivel de exigencia y detallismo de Kubrick durante el rodaje y se entregó totalmente a dar vida a su personaje. En una escena Ryan O'Neill, que interpretaba al protagonista, debía abalanzarse sobre Vitali por la espalda y comenzaba a golpearle y a estrangularlo. El cineasta británico no paraba de exigirle a O'Neill que le pegara más y más fuerte durante las 30 tomas que hicieron. Vitali no solo aguantó estoicamente esta y otras torturas sino que llegó a la conclusión de que la diferencia entre rodar una película y hacer cine radicaba en la ambición y determinación que destilaba Kubrick en cada decisión. Este le recompenso a su vez ampliando su papel en la película y acabaron haciendo muy buenas migas.

A pesar de los elogios y los proyectos que recibió a raíz de este papel, el actor renunció a su carrera en la interpretación, algo inaudito para una profesión basada en el cultivo del ego. Ya solo le interesaba el método Kubrick y comenzó a formarse en cuestiones técnicas para trabajar con él en sus siguientes películas en cualquier misión que este tuviera a bien encomendarle. Con el tiempo Vitali se convirtió en la mano derecha de Kubrick en sus siguientes películas: El resplandor (1980), La chaqueta metálica (1987) y Eyes Wide Shut (1999), apareciendo en los créditos con el ambiguo cargo de asistente del director. El documental ofrece por tanto una puerta de entrada al método y al temperamento de uno de los directores más brillantes de la historia con testimonios del propio Vitali y de personas que conocieron a ambos.

Hard as Indie (Arturo M. Antolin, 2018) - Filmin

Se supone que El cosmonauta (Nicolás Alcalá, 2013), uno de los proyectos más excitantes del cine español reciente, supondría el advenimiento de un cambio total en la industria. Sus responsables, Carola Rodríguez, Nicolás Alcalá y Bruno Teixedor, unos veinteañeros que se habían conocido en la universidad, tuvieron en 2008 la ambiciosa idea de crear una película, un libro y más de 30 cortos sobre la odisea en el espacio de un astronauta ruso y para ello recurriendo a nuevas herramientas y conceptos como crowdfunding, transmedia, multimedia, gratuidad o estreno simultaneo. El mensaje caló entre el público en una época en la que la piratería estaba en su momento de gloria, gracias sobre todo a una inteligente estrategia de comunicación, y en un par de años consiguieron reunir 331.178 euros procedentes de 4.610 personas para levantar el proyecto.

Todo parecía ir sobre ruedas hasta que unos días antes de comenzar el rodaje en Letonia la productora rusa que se había comprometido a poner la mitad del presupuesto se echó para atrás. Una nueva campaña de crowdfunding logró solventar el problema in extremis, pero a partir de entonces todo fue cuesta arriba: las localizaciones estaban sufriendo la mayor plaga de mosquitos que se recordaba en Letonia, el alojamiento del equipo era un desastre anclado en los años de la URSS, Nicolás Alcalá demostró ser un director con un escasísimo nivel de empatía y un concepto de sí mismo bastante elevado, los actores acabaron al borde de la rebelión y todo derivó en continuas borracheras nocturnas donde el equipo, abrumado ante la presión y escaso de experiencia, trataba de exorcizar la tensión del rodaje.

Y estas son solo algunas de las complicaciones que sufrieron, cuya lista se alarga hasta el infinito. El resultado artístico de la propuesta fue un absoluto fracaso que acabó en la quiebra de la amistad y de la productora que los tres pioneros habían montado. Sin embargo, el documental que ha estrenado Arturo M. Antolín (y que como no podía ser de otra manera se puede ver gratis en internet y también en Filmin) sobre aquella desmadrada película es un buen ejemplo de que a veces el proceso es bastante más excitante que el resultado. Imprescindible.

Jim and Andy (Chris Smith, 2017) - Netflix

El actor que se mete tanto en un papel que sufre una crisis de identidad que lo acerca a la locura es casi un tópico cómico o un cliché en el mundo del cine. Pero asistir a la transformación de Jim Carrey en el humorista Andy Kaufman para la película Man on the Moon (Milos Forman, 2000), o más bien en todos los alter egos de Andy Kaufman (desde Tony Cliffton a Latka Gravas), es un espectáculo tan grotesco como fascinante en el que se nos hace participes del alto coste que puede tener para un intérprete transfigurarse durante cuatro meses en un personaje autodestructivo y extremo.

Durante años el material recogido en el set de rodaje por la exnovia de Kauffmann, Lynn Margulies, y el cómplice habitual de este, Bob Zmuda, estuvo secuestrado por Universal ya que desde la major no querían que Jim Carrey, una de sus estrellas más importantes, quedara como "un auténtico gilipollas". Y es que el actor cruzo la línea en varias ocasiones, llegando borracho, montando peleas y maltratando psicológicamente a sus compañeros de reparto. Aunque en realidad no era Carrey quien aparecía por el estudio, ya que durante cuatro meses el intérprete no salió ni un momento del personaje y solo se podía hablar con Kaufman cuando se dirigían a él. Varios momentos del metraje son tan absurdos como intensos. Por ejemplo, en una sesión de maquillaje, Carrey-Kaufman y el actor que hacía de su padre iniciaron una discusión meramente paterno-filial cargada de reproches. El bueno de Milos Forman las pasó realmente canutas para que el rodaje no se le fuera de las manos.

El documental, firmado por Chris Smith, mezcla las imágenes del rodaje con una entrevista actual a Jim Carrey en la que habla de sus obsesión con Kaufman, de su difícil relación con el éxito y de sus remordimientos por haber llevado la encarnación de Kaufman demasiado lejos. Un documental absorbente.

En la mente de Robin Williams (Marina Zenovich, 2018) - HBO

Al principio de este documental hay un fragmento de una entrevista de Robin Williams con James Lipton, el mítico presentador de Actor's Studio, en la que este le pregunta si, como sus acelerados monólogos parecen demostrar, realmente piensa más rápido que el resto de los humanos. La respuesta es vertiginosa y nos muestra el talento inhumano de Williams para ensamblar chistes a la velocidad de la luz. Pero realmente no es una respuesta a la pregunta de Lipton, solo una demostración del enunciado. Y el documental firmado por Marina Zenovich viene a ser lo mismo: un reflejo del talento para la comedia de Williams al que le cuesta profundizar en los agujeros negros que rodearon su existencia y que al final le llevaron al suicidio. Con un marcado carácter hagiográfico, Zenovich ofrece sin embargo una cantidad ingente de material audiovisual poco visto o desconocido del actor, que invitan a pasar un buen rato delante del televisor.